-¿Cómo describiría a Munro?

-Desde el aspecto literario la describiría como una minimalista. Escribe relatos breves con una prosa muy espartana. Cuesta mucho encontrar alguna palabra o frase innecesaria en su obra.

-¿Que hace su estilo tan especial?

-Ese tipo particular de prosa que ella ha cultivado durante años. Escribir novelas se ha ampliado, ha ido tomando cada vez más espacio y los relatos breves, no se bien por qué, han quedado en la sombra. Desde los años 60 está dedicada al relato breve y lo ha encumbrado casi hasta la perfección.

-¿Se trata también de un premio al género?

-No se puede decir así, pero sí es verdad que en cierto modo cubre una cuota. Ella ha recibido el premio por su excelencia literaria. No hay que olvidar que en muchos sentidos es mucho más complejo escribir cuentos que novelas. Hay menos espacio. Sin embargo ella dice más en 30 páginas que un novelista en 300. Sus textos son tan intensos, y no lo digo en sentido negativo sino en el positivo.

-El jurado del Nobel ha recibido muchas críticas por haber ignorado la literatura norteamericana durante tanto tiempo. ¿Es ésta su respuesta?

-A nosotros no nos preocupan ese tipo de críticas. Podemos hacer lo que queramos. (...) Damos premios a personas que en nuestra opinión lo merecen.

-¿Usted lo ha leído todo de Alice Munro?

-Sí, y algunas cosas incluso tres veces. Otras un par, para asegurarme de lo buena que es. (...) Su capacidad como escritora es inmensa. No creo que haya nadie a quien no le pueda gustar algo de su obra. Realmente quería descubrir cómo lo hace.

-¿Y lo ha descubierto?

-No. Lo he comprendido en parte, pero uno no quiere desentrañarlo todo. Existe una suerte de magia que hay que dejar. No se puede tomar su genialidad y convertirla en una fórmula. Ella cuenta con un halo de genialidad, de verdad.