De reyes y dentistas | Crítica

Breve historia del dentista

  • Renacimiento publica esta breve obra de erudición, donde la odontología sirve al autor para pasearnos por la salubridad y la ciencia de los últimos cinco siglos en España

El doctor Javier Sanz, de la Real Academia de Medicina

El doctor Javier Sanz, de la Real Academia de Medicina

Es larga la tradición de escritores metidos a médicos o viceversa; tradición que podemos ejemplificar en Rabelais, médico por Montpellier, pero también en Torres Villarroel, Gregorio Marañón, André Breton o el propio Michel Foucault, quien estudió medicina para luego dedicarse a desentrañar el quehacer clínico en una obra de larguísimo influjo. Fruto de este influjo fue, a no dudarlo, la Historia del cuerpo de Alain Corbain, donde se exponen las aflicciones corporales y los prejuicios históricos con que la ciencia se ha aproximado a nuestras dolencias. No es, en cualquier caso, esta mirada anti-ilustrada de Foucault la que encontramos en este De reyes y dentistas de Javier Sanz, cuyo subtítulo ahorrará muchas explicaciones: “La odontología y la Casa Real española de Carlos V a Felipe IV”.

De los barberos y sacamuelas, en tiempos de los Reyes Católicos, hemos pasado a la disciplina médica de primeros del XX

En puridad, este recorrido odontológico llega a Alfonso XIII, y a la entrada de dicha disciplina en la Universidad española. Lo cual implica un periodo de cinco siglos, que comienza con la legislación de los barberos, que doblaban su actividad como sacamuelas, en tiempos de los Reyes Católicos, y termina con el ascenso de este viejo oficio manual a la categoría de médico. De este largo periodo Sanz aprovecha su erudición, no sólo para seguir el avance de la odontología, sino para resumir, en la estela de Marañón, una época que hoy acaso se nos revele extraña. De modo que la intimidad de los reyes, el prognatismo de Carlos V y Felipe II, nos sirven para conocer cuál era el estado de unos conocimientos exiguos y falibles. Pero también para sospechar las condiciones de vida -insalubres y atroces a nuestros ojos-, de las cabezas más prominentes del orbe.

El primer libro dedicado a esta materia, reinando Felipe II sobre el globo, es fruto del capellán español Francisco Martínez de Castrillo, en el que da consejo sobre la higiene dental y otros asuntos y cuestiones hijas todas de la curiosidad renacentista. Este volumen, en forma de Coloquio breve y compendioso. Sobre la materia de la dentadura, y maravillosa obra de la boca, fue publicado en Valladolid en 1557. Tres años antes, se había dado a las imprentas el Lazarillo de Tormes, hijo apicarado y mimético del erasmismo.

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