Liga 1,2,3

Ya puede venir Mou (1-3)

  • La fragilidad defensiva da al traste con la buena intención de un CCF que no supo mantener la ventaja obtenida por un penalti 'light'

  • Tercera derrota y quinta jornada seguida sin ganar en casa

Ya puede venir Mourinho, Capello, Rappan, Rocco, Helenio Herrera o una mezcla de todos ellos, firmes exponentes del mejor catenaccio, que esto no hay quien lo arregle sin acudir al mercado. La defensa del Córdoba no tiene defensa. No la ha tenido nunca en cuanto a número, por mucho que antes Oltra y ahora Carrión con más vehemencia aún se empeñen en hacer suyo el discurso de la propiedad que aboga por tirar con lo que hay. Y tampoco la tiene en cuanto a calidad y recursos, sea cual sea el rival que aparezca enfrente, sea cual sea el escenario, sea cual sea la situación del partido. Se vio en Reus, donde Pawel minimizó con una actuación superlativa las enormes concesiones dadas al enemigo, y se repitió ayer con el Cádiz, ante el que no apareció la versión de superhéroe del cancerbero polaco... y no hubo puntos que meter en el zurrón. Esa fragilidad, que no es nueva ni mucho menos, dio al traste con las buenas intenciones de un equipo que fue mejor en el grueso del encuentro, pero que una vez más no supo jugar a favor de marcador. Cuando lo más difícil ya lo tenía hecho, se empeñó en meter en el partido al cuadro amarillo con un error de principiantes que terminó por borrarlo por completo. Eso lo aprovecharon los visitantes para voltear el resultado en el tramo final con otros dos tantos que sacaron las vergüenzas defensivas de un equipo que acumula cinco partidos seguidos sin ganar en El Arcángel, con tres derrotas consecutivas, y vuelve a quedarse más cerca de la zona de descenso que de los puestos de play off. Nada es definitivo en una liga dada a otorgar segundas oportunidades hasta a los que menos merecimientos contraen, aunque hoy en día la cosa pinta regular.

El Córdoba apareció de nuevo con Edu Ramos como único mediocentro, esta vez con Esteve junto a Borja Domínguez en las posiciones de volante. Carrión daba un paso más en busca del requerido equilibrio en la medular, pero se encontró de inicio con un Cádiz valiente que le buscaba muy arriba. Esa situación dificultaba la salida combinativa de los blanquiverdes, que lejos de tirar de precipitación arriesgaban con apoyos en Pawel, al que Ortuño metió el miedo en el cuerpo con el bloqueo a un despeje que no pudo dirigir a portería. Sin embargo, no era el cancerbero polaco el más incómodo con la propuesta y ese descaro amarillo, ya que ese papel recaía en Héctor Rodas, que tuvo dos pérdidas como la que luego cambiaría el signo del encuentro.

Con las funciones de contención muy claras, el Cádiz controló la situación durante los primeros 20 minutos, en los que en campo contrario apenas si vivía del juego de espaldas de Ortuño, la fuerza de Abdullah y las escasas apariciones por fuera de Salvi y, sobre todo, Álvaro García. Pero pasado el ecuador, el Córdoba por fin empezó a sentirse liberado, soltándose básicamente por los costados. Los desdoblamientos de los laterales y el buen hacer de Javi Galán iniciaron un bombardeo al área cadista que encontraba casi siempre respuesta en el muro tejido por delante de Cifuentes. Con todo, el meta amarillo se llevó un primer susto a un pase interior de Esteve al que dio continuidad Rodri no encontrando portería por un pelo. Luego, la estrategia dio protagonismo a Borja Domínguez y el volante valenciano con el mismo final, aunque hubo que esperar al tiempo de prolongación del primer periodo para ver la primera gran oportunidad del choque: Rodri enganchó de chilena un envío de Borja en la frontal del área pequeña, pero el cancerbero visitante realizó un paradón para mantener las tablas.

Esa inercia al intermedio continuó en el arranque del segundo periodo. De nuevo la pelota parada dio réditos al Córdoba, aunque el testarazo de Domingo Cisma, solo en el área, no encontró puerta. El conjunto blanquiverde estaba suelto, ya no sufría para superar la presión cadista y acumulaba nuevamente llegadas de todos los colores. Sin precipitación con el balón, sabiendo qué hacer en cada momento, y encontrando la verticalidad de Javi Galán, los de Carrión empezaron a sumar méritos, aunque como en otras tantas ocasiones faltaba la guinda de la definición. Así fue hasta que la pelea que desde el inicio tenía Rodri con Sankaré le sirvió para sacar al colegiado un penalti más que riguroso que el pichichi cordobesista no perdonó para poner el 1-0.

El CCF había hecho lo más difícil, sobre todo viendo los números defensivos recientes del Cádiz. Pero una vez más no supo jugar con el viento a favor. Pese a dos intentos de Sankaré en dos balones colgados que el grupo volvió a defender con la mirada, Carrión mantuvo la misma apuesta valiente y por ahí se desangró el equipo. El paso adelante de los amarillos, enrabietados tras la expulsión de Álvaro Cervera, se encontró con un regalo de Rodas, una pérdida que la visión de Álvaro García y la definición de Ortuño convirtieron en el empate. Ahí comenzó otro partido, con los locales cada vez más temerosos, sin capacidad de reacción incluso con los cambios, y un conjunto cadista que comenzaba a percibir el miedo de su enemigo y estaba decidido a matarlo. Y lo hizo con dos goles de Ortuño y Aitor García ya en el tramo final, dos tantos ante las facilidades de una defensa blanda, flotante, sin las concentración ni intensidad necesarias para competir en una liga que normalmente encuentra en esa fortaleza atrás el camino más corto hacia el éxito. Ese que el CCF se empeña en regatear.

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