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La hora del pragmatismo

  • El conjunto blanquiverde recibe a un rival directo con la necesidad de ganar y convertir en hechos el progreso mostrado en las últimas semanas

  • El once de Gijón tendrá continuidad

Las muchas o pocas buenas maneras que el Córdoba ha mostrado en las últimas semanas deben traducirse en puntos desde ya. A nadie se le escapa que el conjunto blanquiverde ya no es aquel equipo descosido y endeble que arrancó la temporada dando tumbos. Pero no es menos cierto que el progreso que a los de Sandoval se le ha visto en las últimas jornadas no se ha traducido de momento en una suma significativa de puntos. Por eso, el CCF sigue siendo colista y tiene que reaccionar antes de echarse demasiada tierra encima, más aún si el rival de turno es un igual, uno de esos equipos llamados a pelear durante toda la temporada por el objetivo de la salvación. Sea con mejor o peor fútbol, el triunfo cordobesista es obligado ante el Extremadura, en un partido cargado de alicientes y al que el Córdoba llega en un buen momento.

Y es que partiendo de la base de que el tropezón copero no debe afectar lo más mínimo, el punto de partido de los de Sandoval debe ser el buen despliegue mostrado en Gijón, con la única pega de una incesante falta de mordiente ofensiva que tendrán que corregir los blanquiverdes para superar al correoso conjunto de Juan Sabas, otro equipo cargado de motivos para pensar que los resultados no le están haciendo justicia a los méritos expuestos en lo que va de campeonato.

Sucede que en el fútbol los méritos no siempre van aparejados a los puntos y hay partidos en los que por encima del merecimiento importan los puntos. El de esta tarde en El Arcángel sin duda es uno de ellos. Lo es por el condicionante meramente deportivo que dice que si el CCF es capaz de sumar los tres puntos abandonará el farolillo rojo y se acercará mucho a la zona de salvación. Y lo es también por todo lo que envuelve a un rival en el que trabaja -algunos en primer plano y otros desde un discreto segundo plano- el equipo de Luis Oliver, el mismo que abandonó la entidad cordobesista el pasado verano.

Rencillas internas a parte, a nadie se le escapa que una victoria ante el conjunto de Almendralejo supondría un revulsivo tremendo para un Córdoba que ya ha coqueteado demasiado tiempo con irse a más de un partido de distancia de los puestos de permanencia, algo que le obligaría a ir ya a remolque de lo que hagan sus rivales más directos.

Pero no parece tarea sencilla superar a un Extremadura nuevo en la categoría pero con armas muy a tener en cuenta. Algunas, como recordó Sandoval ayer en el caso de Roberto Olabe, objetos de deseo del CCF en el pasado mercado estival. Y es que cuando Oliver todavía ejercía como mandamás del Córdoba en la planificación deportiva, los fichajes de Zarfino, Chuli o Enric Gallego -máximo artillero de la categoría- se dieron por hechos.

Con todos esos condicionantes, el partido se presenta como la oportunidad perfecta para que el conjunto blanquiverde tome aire y vea las cosas de forma más relajada. Eso sí, para lograr ese anhelo, el Córdoba tendrá que ser más pragmático que nunca.

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