La agónica victoria ante el Tamaraceite alimentó una de las estadísticas más llamativas del Córdoba CF en la presente temporada. En una campaña aciaga y con una irregularidad tremenda, el conjunto blanquiverde presenta unos números mucho mejores lejos de El Arcángel que los que ha conseguidos en su feudo, convertido en el lastre que ha provocado el fracaso en el intento de ascender a Segunda División, pero llamado también a ser la vía de salvación para el curso.

Se trata de una versión desconcertante del Córdoba, que en los últimos lustros había acostumbrado a su afición a ser un equipo sufridor lejos de El Arcángel, y que tenía en su hogar su principal fortaleza, el terreno donde edificar sus objetivos con resultados mucho mejores que los obtenidos a domicilio.

En esta extraña temporada, en la que los equipos han perdido el calor directo de su afición en la grada, la mutación de esa estadística en el conjunto blanquiverde sigue llamando la atención y a la vez explica muchos de los males que han llevado al proyecto a recibir un varapalo importante, que en esta segunda fase el equipo trata de aliviar con la clasificación para la Primera RFEF.

Y es que al ganar en Tamaraceite, el Córdoba confirmó una tendencia que viene marcando durante toda la temporada, y que lo ha convertido en uno de los rivales más peligrosos como visitante de todo el Grupo IV de Segunda División B. El conjunto cordobesista sacó 15 de los 27 puntos de la primera fase que disputó lejos de El Arcángel, con un bagaje nada desdeñable de cuatro victorias, tres empates y solo dos derrotas. A esas cifras hay que sumar los tres puntos logrados el pasado domingo para un total de 18 sumados de 30 posibles. En porcentaje, un 60%. Unos registros que no se le recuerdan a los blanquiverdes en su historia más reciente.

Con ese buen rendimiento fuera de casa, ¿cómo es posible que el Córdoba se haya quedado sin pelear por el ascenso a Segunda a las primeras de cambio? Un vistazo a los datos como local ofrecen la explicación de manera sencilla. El equipo de Pablo Alfaro -y antes de Juan Sabas- acumula un horroroso 12 de 27 en los 9 partidos que ha jugado este curso en El Arcángel. Unos números malísimos, ni siquiera discretos, porque de ser medianamente aceptables el equipo estaría en la actualidad peleando por objetivos más ambiciosos.

Esos 12 puntos son un bagaje muy pobre y que resulta doloroso si se tiene en cuenta que equivalen a solo tres victorias, con tres empates y tres derrotas. Todo ello en un subgrupo en el que los cordobesistas partían como claros favoritos. A la hora de la verdad, el Yeclano, el Sevilla Atlético y el Betis Deportivo se marcharon de Córdoba con los tres puntos, mientras que el Real Murcia, el Recreativo Granada y el UCAM Murcia arañaron un punto. En total, el 56% de los puntos en liza volaron del territorio blanquiverde.

Obligados a corregir esa tendencia

Ahora, con el Córdoba ya eliminado de la carrera por el ascenso a Segunda, las opciones de los blanquiverdes para amarrar su presencia en la Primera RFEF pasan por recuperar esa fortaleza perdida en casa. La tarea empieza este domingo ante la Balona, que además es el rival más directo por esa segunda plaza, pero tendrá que ir más allá.

Si el equipo de Pablo Alfaro es capaz de, al menos, no volver a perder en su feudo, tendrá mucho territorio ganando, considerando que saque adelante al menos dos de sus partidos en El Arcángel y sea capaz de empatar el otro. Ese empujón extra se antoja clave, pues lejos de su estadio el Córdoba no termina de convencer con su fútbol, pero sí se muestra más fiable en cuanto a resultados se refiere.

Una estadística desconcertante, que tampoco se puede interpretar como positiva a la vista de las consecuencias que ha traído al equipo. Y es que el Córdoba CF de la presente campaña ha perdido ese respeto que El Arcángel infundía a sus rivales, algo que todavía está a tiempo de corregir para que llegado el mes de mayo la temporada se pueda cerrar de forma tranquila.