sanidad | XVI Semana del Donante

"El trasplante era cuestión de vida o muerte, no había otra opción"

  • El Reina Sofía es el único hospital andaluz que realiza injerto pulmonar, una intervención a la que se han sometido Félix Barragán y Antonio Caro, que padecían una fibrosis pulmonar idiopática

Las vidas de Félix Barragán y Antonio Caro estaban ligadas a una bombona de oxígeno de la que dependían las 24 horas del día. La fibrosis pulmonar idiopática que ambos padecían les hacía estar muy cansados: andar, ducharse o vestirse era un suplicio para estos dos pacientes del Reina Sofía. "El trasplante era cuestión de vida o muerte, no había otra opción", asevera Félix. Gracias a la solidaridad de dos donantes y de sus familias, han tenido una segunda oportunidad y han podido empezar de nuevo.

Año tras año, Félix sufría muchas bronquitis, neumonías, sus resfriados duraban todo el invierno, tenía fiebres y tomaba muchos antibióticos. Acudió a hacerse una prueba y le dijeron que podía ser del tabaco porque era fumador. Entonces "no estaba muy mal pero los dos últimos años antes del trasplante no podía ni dar un paso". "Todos los inviernos para mí han sido horrorosos, menos éste", señala este sevillano que llegó derivado al Reina Sofía, único centro de Andalucía que realiza trasplante pulmonar.

"Ya puedo coger a mi nieta; eso hasta que no lo pierdes no sabes lo que es", indica Antonio

"Pasé de tener bronquitis a una fibrosis pulmonar idiopática de género desconocido", indica Félix. Ya en Córdoba lo pusieron en lista de espera para el trasplante, que llegó hace 13 meses, y desde entonces está "perfecto", salvando algunos problemas del postoperatorio.

Antes de la intervención su vida era "más o menos normal pero con 24 horas enganchado al oxígeno": llevaba la bombona en casa, en el coche... "y a pesar de ello no podía ni dar dos pasos". Cuando lo llamaron porque había un posible órgano para él, el 10 de abril de 2017, un Domingo de Ramos por la noche, sintió "un miedo horroroso": "Estaba preocupado tanto porque me llamaran como porque no lo hicieran porque hay muchas probabilidades de salir adelante pero también hay algunos que se quedan en el camino".

Nada más llegar entró en quirófano, al día siguiente lo volvieron a intervenir por un problema en el drenaje y al mes y medio salió del hospital y ha ido todo tan bien que "ya no me acuerdo de que solo tengo un pulmón". Su vida ha cambiado tanto desde el trasplante que "ni me lo creo" y se siente "agradecido eternamente a los cirujanos y a todo el personal del Reina Sofía, que es mi segunda casa".

La mujer de Félix, Elisa Ariza, apunta que ellos viven en un quinto piso y, antes de la operación, "como hubiese un problema con el ascensor él no podía subir a casa, se tenía que quedar abajo hasta que lo arreglaran; eran 24 horas con oxígeno y eso ya era horrible". El último año antes del trasplante empeoró de forma muy rápida: "el invierno de 2016 fue horrible, ya no sabían ni qué tratamiento ponerle", añade Elisa. Lo pasó tan mal que decía que "no podía aguantar así otro invierno más".

"Yo aún no me creo que esto haya ocurrido porque cuando pienso que le han quitado un pulmón, se lo han puesto de otra persona que había muerto pero a él le iba a dar la vida... Son momentos de mucha confusión y no te crees que te esté ocurriendo, parece una película de ciencia ficción", manifiesta Elisa. "Qué logro y qué fenómenos son, para nosotros son como dioses porque le han salvado la vida", añade.

En todo este proceso la familia es una parte fundamental en este proceso. "Estamos muy sorprendidos y contentos de ver cómo ha evolucionado en tan poco tiempo, parece que no le han hecho nada y no ha tenido ningún tipo de problema", apunta la mujer de Antonio, que ya siempre lleva en el bolso tarjetas de donante para repartir porque "donar es algo que no nos cuesta nada cuando nos ocurre alguna desgracia y no podemos seguir viviendo, y qué satisfacción más grande si eres familiar del donante saber que tu ser querido va a ayudar a que otra persona tenga una segunda oportunidad". Por eso, "deberían inculcarlo desde la guardería para que lo asimilemos desde pequeños".

También llegó derivado al Reina Sofía, en su caso desde Marbella, Antonio Caro, que esta misma semana ha acudido al hospital a revisión tras ser trasplantado de pulmón el pasado 8 de febrero. "No daban con la enfermedad que tenía y pasó al menos un año y medio hasta que me diagnosticaron", indica este marbellí que entonces tenía 59 años. Empezó con una medicación que le retardaba el avance la fibrosis pulmonar idiopática y a los dos años ha sido posible el trasplante.

Hace 30 años que Antonio dejó de fumar y, de hecho, los especialistas le han dicho que su enfermedad no se debe al tabaco y una de las causas que barajan es que, debido a una hernia de hiato tenía reflujo y al dormir los fluidos gástricos podrían haber llegado a la tráquea y dañar los pulmones. La peor noticia que recibió fue "cuando me dijeron que esto no tenía arreglo pero que la única solución era un trasplante, y ya te agarras ahí y piensas que por qué no va a salir bien".

Él "hacía vida normal hasta que me detectaron la enfermedad y, poco a poco, fui perdiendo calidad de vida: me cansaba, me asfixiaba con cualquier esfuerzo como ducharme, secarme o vestirme", por lo que necesitaba estar continuamente enganchado a la bombona de oxígeno. Lo metieron en la lista de espera para el trasplante, que "me ha cambiado la vida al 100%". Antes "no podía hacer nada, no podía coger ni a mi nieta", apunta.

La llamada fue después de comer y "me vine de Marbella muy tranquilo pensando que no me lo iban a hacer porque me habían contado que te llamaban varias veces antes de la definitiva". Sin embargo, el órgano fue para él. Su pareja, Adela Pilar de la Cruz, estaba recogiendo a su nieta de la guardería cuando Antonio le dio la noticia por teléfono: "Fue un momento de muchos nervios pero, madre mía, qué ilusión", asegura Adela, que solo pensaba en que "iba a volver a vivir porque él no tenía vida; era meterse en el baño y llorar porque no podía hacer algo tan sencillo como ducharse ni secarse".

Aunque solo hace cuatro meses de la intervención, los cambios son destacables: "ya salgo, ando y puedo coger a mi nieta; eso hasta que no lo pierdes no sabes lo que es". "Ya es independiente, no depende de mí y cada día va a mejor", concluye Adela.

Después de su experiencia, esta pareja manifiesta que "hay que ser solidarios con los demás porque la donación es otra oportunidad de vida que se le da a otras personas".

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