sociedad | el colectivo presta servicios a los vecinos del campo de la verdad

La rebeldía solidaria del Rey Heredia

  • Acampada Dignidad ocupa el antiguo colegio de manera ilegal desde octubre del año pasado y ha convertido el centro en un espacio reivindicativo que ofrece hasta cien comidas diarias

"Vimos que la puerta era fácil de abrir, se pegó un empujón y se abrió fácilmente". Así es cómo Acampada Dignidad ocupó de manera ilegal y, a sabiendas, el antiguo colegio de Infantil Rey Heredia el 4 de octubre del año pasado. El que relata el episodio es uno de los principales protagonistas de este movimiento y que se ha convertido en el portavoz del Rey Heredia, Rafael Juan. Trabajador de Telefónica y vecino del Sector Sur, Juan siempre ha estado ligado a los movimientos sociales de la capital y, además, "es sindicalista", algo de lo que se enorgullece.

Para entender el efecto que ha tenido esta ocupación ilegal, que ha enfrentado a vecinos, Ayuntamiento y que ha llegado hasta los tribunales, hay que remontarse hasta el año pasado, cuando desde el colectivo Prometeo -al que pertenece Juan- "se plantea a los colectivos sociales que se produzca algo llamativo basado en la desobediencia civil". Como ejemplo a seguir, continúa, se pusieron los Campamentos Dignidad de Extremadura. Poco a poco sus ideas fueron tomando forma y el verano de 2013 fue para ellos el momento de dar a conocer sus intenciones y posiciones por cuatro barrios de la capital: Fuensanta, Sector Sur, Valdeolleros, Cruz Conde y Centro.

Las asambleas se fueron celebrando poco a poco y el mensaje de Acampada Dignidad y del colectivo fue calando entre los vecinos. El verano pasó, llegó el 4 de octubre de 2013 y se celebró una manifestación contra el recorte de las pensiones. En un principio, apunta Juan, estaba previsto que aquella protesta concluyera en la plaza de Andalucía y que allí mismo comenzara la acampada. En este punto, aclara que "una semana antes de la manifestación ya sabíamos que desde enero de 2012 los colectivos del barrio habían pedido el uso del colegio, pero en este tiempo la Junta de Andalucía ni el Ayuntamiento habían respondido".

Por eso, su principal objetivo era ocupar el recinto. Y así fue, en la noche del 4 de octubre de 2013 dieron un simple empujón, la puerta del Rey Heredia se abrió y allí siguen ahora -de manera ilegal- prestando todo tipo de servicios a quien se acerca hasta allí, aunque de manera recíproca, es decir, yo te doy, tu me das. Juan recuerda que en un principio entraron ocho personas -los primeros ocho imputados- y al final de la manifestación fueron alrededor de 400 las personas que pasaron la primera noche ocupando el que fuera uno de los colegios del Campo de la Verdad. "Decidimos quedarnos con tanta ilusión que parecíamos niños", rememora, al tiempo que reconoce que la opción "no es legal, pero merecía la pena".

Al despertar al día siguiente, todos ellos se dieron cuenta que si querían convertir las viejas aulas en una especie de centro social y de resistencia tendrían que trabajar bastante duro. En aquellas primeras horas se encontraron con los desperfectos del propio paso del tiempo: paredes llenas de humedad, rebecas, mochilas infantiles e, incluso, las listas de los últimos alumnos que recibieron clases en el Rey Heredia, un centro que recibía a los pequeños del barrio para su etapa de Infantil y que, una vez acabado ese ciclo, pasaban a Primaria al colegio Fray Albino.

Rafael Juan recuerda que las primeras noches de ocupación el número de personas que se quedaban a dormir llegaba hasta las 60 y que desde el primer momento todo el mundo quiso echar una mano. Así y a través del boca a boca comenzó el lavado de cara del inmueble, que se lazó en 1912. Entre arreglo y arreglo, en el Rey Heredia se han gastado alrededor de 10.000 euros en todos estos meses, que han ido a parar a la pintura, arreglo de deficiencias o a la instalación de una cocina, entre otros.

Las reformas y mejoras del antiguo colegio se fueron haciendo al mismo tiempo que Acampada Dignidad comenzaba a desplegar su objetivo y mensajes entre colegios e institutos de la zona, donde ha calado su mensaje, sobre todo, entre los alumnos. Juan insiste en que la reivindicación principal es que "este centro sea para los colectivos del distrito mediante la acción de la rebeldía".

Tres son los puntales sobre los que asienta la actividad del centro: la alimentación, la educación, mediante clases de apoyo, y "cubrir una parte de la sanidad alternativa", describe. También deja bien claro que lo que ofrecen no es caridad, es decir, "el que recibe tiene que dar porque queremos crear solidaridad". Esto significa, por ejemplo, que aquel que acuda a comer, como contraprestación tiene que fregar o participar de manera desinteresada en algunas de las actividades que se ofrecen.

Quien se encarga de la comida -el comedor está abierto de lunes a viernes a partir de las 13:30- es Victoria Romero, una jubilada del barrio de Fray Albino. A sus 68 años y una vida laboral entre fogones, decidió involucrarse de manera personal en el proyecto. En un principio, relata, sólo iba dos veces por semana, aunque al final acude lunes a viernes. El horario es como si el de un trabajo remunerado se tratara, ya que Victoria se presenta todas las mañanas a esos de las 08:00 al comedor y no se va hasta bien pasadas las 16:30. "Me ofrecí y aquí estoy", sentencia, al tiempo que explica cómo se puso en marcha la cocina o dónde se encuentran los ingredientes para preparar las casi cien comidas que prepara cada día. "Aquí viene gente de toda clase a comer y también hay quien se lleva la comida en tupers", resume y destaca que también hay muchos cordobeses que "no vienen por vergüenza" y, por eso, es ella quien les acerca la comida. Victoria es de esas mujeres a la que no le duelen prendas en asegurar en que en su vida ha pasado "hambre y fatiga" y que ahora cobra una pensión de 360 euros, con la que se tiene que apañar todo el mes. "Me gusta ser solidaria y estaré aquí hasta que el cuerpo aguante", concluye, no sin antes recordar que "lo que más nos hace falta es aceite", a pesar de que son muchas las personas y comercios de la zona los que llevan alimentos de manera desinteresada hasta el Rey Heredia, a los que Victoria agradece su actitud. En este punto, Rafael Juan asegura que para comer en este emplazamiento "hay lista de espera" y que, además, hay unas normas que cumplir. Por ejemplo, si algún usuario falta durante tres días seguidos, "al cuarto se le borra".

En el caso de la educación, en el Rey Heredia ofrecen clases de apoyo a los más pequeños y adolescentes del barrio. De ello se encargan profesores titulados que tienen su puesto de trabajo en algún centro educativo de la capital. Estas clases de refuerzo llegaron antes de que abriera el comedor, recuerda Juan, quien añade que para impartirlas primero se centraron en conocer las necesidades que tenían los alumnos de la zona. Así las cosas, ahora estos reciben clases de música, informática e idiomas, como alemán o inglés.

La sanidad era el tercer puntal del Rey Heredia y, según su portavoz, en el antiguo colegio se ofertan talleres médicos, todos en horario de tarde. A estos se suman talleres de relación, yoga, meditación y también fisioterapia. Charlas sobre la renta básica, la reforma laboral, las pensiones o la factura de la luz son otros de los puntos que se abordan de manera periódico en el centro. Para poder ofrecer todos estos servicios, los integrantes de Acampada Dignidad disponen de hasta 11 salas, que van desde una enorme biblioteca, hasta una ludoteca, una despensa o un aula de informática, entre otros.

Junto a los tres ejes vertebradores citados, la comunicación juega también un papel importante para los que defienden la utilidad de esta ocupación ilegal y así nació, por ejemplo, Radio Dignidad, desde la que Alejandro Castellano -uno de los que forman parte de este medio que se puede escuchar en internet- ofrece una variedad programación, que va desde temas de alimentación a la música jazz, alternativa o programas en los que se abordan las inquietudes de los jóvenes. Castellano recuerda que el llegó al Rey Heredia "de cocinero y acabé en la radio" y no desaprovecha la oportunidad para subrayar que el estudio del que disponen -una de las antiguas aulas del colegio- ha recibido el nombre de Alberto Almansa, periodista de Canal Sur que ha fallecido recientemente y quien les ayudó en esta tarea.

Un día y otro no son iguales en este centro, aunque el objetivo que mantiene Acampada Dignidad es el mismo desde el principio: que los colectivos del barrio sean los que gestionen finalmente el centro y ofrezcan servicios a los vecinos. Rafael Juan avanza que ya tienen el documente preparado con todas sus aspiraciones para que el Ayuntamiento ceda la instalación y subraya que en el mismo momento que se cierre "Acampada Dignidad, se va". Ahora sólo tienen que esperar a la decisión final del Ayuntamiento, porque ellos, mientras tanto seguirán de ocupas en el Rey Heredia.

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