Festival de los Patios

Una puerta al corazón de la primavera

  • El Palacio de Viana se alza como un centro de interpretación de los patios y presenta un recorrido con protagonismo del agua, la vegetación y la arquitectura

"Aposentaos bajo la corona / del áspero ciprés húmedo y verde. / Quedaos, brasa líquida, / entre mis brazos, arca de las aguas. / Blanca sonrisa niña, / duerme en el sueño de los atanores / entre el perfume de la hierba humilde / mientras vela la casa el mote heráldico: / Padecer por vivir". Pablo García Baena dedicó esta poesía al Patio de la Madama, uno de los que componen el laberinto vegetal que forma el Palacio de Viana. Estos versos están incluidos en la edición de 1995 de Viana, patios de poesía; en la que participaron los también componente de Cántico Mario López y Vicente Núñez, que loaron a la primavera en el Palacio y al Patio de Recibo, respectivamente.

El agua, la vegetación y la arquitectura de funden de forma perfecta en los recintos de este monumento, que luce su exuberancia en primavera. La costilla de Adán, árboles frutales, glicinias, begonias, clivias, calas, nenúfares, gitanillas, geranios o cinerarias son algunas de las joyas que se pueden apreciar a lo largo del recorrido por este histórico edificio.

Árboles frutales, calas, nenúfares o clivias son algunas de las plantas que se pueden ver

Una gran palmera corona el Patio de Recibo, el primero que se encuentra el visitante una vez se introduce en las entrañas de Viana. A través de pasillos que han sido testigos de mil y una historias, se llega al Patio de los Gatos, el patio de vecinos documentado más antiguo de Córdoba, según reza en el cartel de presentación de este espacio.

El itinerario sigue por el Patio de los Naranjos. En él se abren las primeras bocas de asombro: "¡Mira, el estanque tiene peces!", gritaba con asombro una joven. Mientras, una familia corre para que nadie le quite el sitio con el objetivo de hacerse una foto delante de la primera fuente que recibe al visitante. "Que se vea todo el patio", indican al fotógrafo escogido para tal fin. Con toques que recuerdan a los jardines hispano-musulmanes, este rincón de Viana posee un ambiente intimista en el que la protagonista es el agua y el uso combinado de plantas y árboles frutales.

A partir de este momento, en el recorrido todo son platos fuertes. El camino lleva hasta el Patio de la Reja, diseñado para verse desde fuera del Palacio y en cuyo centro hay una fuente rodeada de macetas. Tanto es así que desde el exterior una mujer pregunta a una visitante: "Niña, ¿a este patio cómo se entra?", tras lo que la joven explica que forma parte del Palacio de Viana y da indicaciones sobre cómo llegar.

También intimista y sobrio es el Patio de la Madama, con una arquitectura de cipreses que enmarcan a la ninfa de su fuente central. Rosal de pitiminí, pensamientos, jazmín, buganvilla, violetas y un mandarino conforman el adorno floral de este espacio del monumento.

La dedicación que conlleva estos patios-jardines se aprecia en la zona de la alberca, donde está el invernadero que abastece de plantas a todo el Palacio para que en cualquier época del año muestre su esplendor vegetal. Y más si es primavera.

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