Antonio Erencia | Presidente de Adián en Córdoba

“El profesor es algo más que un colega, es un guía que acompaña al alumnado”

  • Es el nuevo responsable de la asociación de directores de Secundaria de Córdoba

  • Defiende la labor de los docentes y su labor con los estudiantes por su "enorme responsabilidad"

Antonio Erencia, durante la entrevista concedida a 'el Día'.

Antonio Erencia, durante la entrevista concedida a 'el Día'. / Miguel Ángel Salas

Fue alumno, profesor y es el director del instituto de Secundaria Ategua de Castro del Río desde hace ya casi dos décadas. Antonio Erencia (Castro del Río, 1963) es el nuevo máximo responsable de la Asociación de Directores de Institutos de Andalucía en Córdoba (Adián), un cargo que afronta con responsabilidad en un curso educativo que comienza de nuevo marcado por la pandemia del coronavirus.

–Es el responsable de Adián en la provincia de Córdoba, ¿cuál es el trabajo de esta entidad?

–Es una asociación que surgió hace 25 años y que intenta canalizar las dudas e inquietudes que nos van surgiendo en el cargo directivo. También cumple una función espectacular porque nos acerca a todos, nos permite conocer distintas realidades, tener opiniones también distintas sobre el devenir diario de los institutos, comentar la normativa que va surgiendo y nos sirve de interlocutor con la Consejería de Educación. Es una herramienta imprescindible.

–¿Cómo ha llegado al cargo?

–Estoy todavía asentándome. Llevamos los meses del verano y ,es cierto que aunque siempre he estado vinculado con la asociación nunca había ocupado un cargo de esta responsabilidad.

–¿Qué retos se ha puesto al frente de Adián?

–En principio, prefiero continuar con la línea que ya iniciaron la propia delegada de Educación, Inmaculada Troncoso, que fue coordinadora provincial, y la directora del instituto La Fuensanta, María Ángeles Baños. Creo que vamos a intentar mantener durante el curso la formación del director y de los equipos directivos, que es fundamental. Por supuesto, mantenemos los lazos cordiales que siempre nos han unido con la administración educativa y colaboraremos con ellos en lo que nos pidan y solicitaremos también su colaboración.

–Ha hecho referencia a que uno de sus retos en mantener la formación, ¿por qué es fundamental?

–Es fundamental porque no se puede estar en un cargo directivo sin estar permanentemente al día de los cambios normativos, que son bastantes frecuentes en nuestra profesión, y también de todas las actividades y recursos que utilizan nuestros centros. La idea de la formación es que aprendamos todos de todos porque puede resultar bueno y positivo.

El responsable de Adián en Córdoba. El responsable de Adián en Córdoba.

El responsable de Adián en Córdoba. / Miguel Ángel Salas

–Actualmente, la función quellevan a cabo los directores de institutos de Secundaria se ha convertido en la combinación entre gestión y liderazgo. ¿Cómo es posible compaginar ambas facetas?

–En ocasiones, con dificultad. A nadie se le oculta que ser director es un cargo muy complejo de llevar a cabo y que requiere un perfil adecuado de la persona que se enfrenta a esta responsabilidad. Efectivamente, el director es, por una parte, una persona que tiene que velar porque la normativa se cumpla, pero por otra parte es un jefe de personal. Es un jefe de equipo y, por lo tanto, su preparación es fundamental.

–A ello se suma la incansable tarea de la burocracia que hay que llevar a cabo en un instituto, una de las grandes críticas del profesorado. ¿Cuál es la postura de Adián al respecto?

–Desde Adián siempre hemos defendido la reducción de la carga burocrática. Lo que ocurre es que esta carga burocrática y, a pesar de todos los esfuerzos que ha hecho la administración, es difícil de solucionar. Tenemos una carga burocrática que es excesiva.

"Siempre hemos defendido la reducción de la carga burocrática"

–A pesar de ello lleva casi dos décadas de director del mismo centro, ¿cómo lo ha llevado?

–Tengo una difícil respuesta para esta pregunta porque lo primero que se me viene a la cabeza es que esto es imposible sin un magnífico equipo directivo que te acompaña y apoya y que te suplementa y sustituye cuando tu no llegas a los sitios que quieres llegar; sin equipo es imposible. También hace falta el apoyo del claustro de profesores y del consejo escolar del centro. Cuando ves que la labor que haces en el instituto tiene frutos y que hay empatía entre todos los que participamos y que te sientes muy realizado en lo que estás haciendo, habría que explicar por qué no seguir en el cargo más que por qué lo dejas a pesar de todo.

–La próxima semana comienzan las clases en Secundaria, ¿qué perspectivas hay en el que ya es el tercer curso en pandemia?

–Nosotros partimos hace dos cursos de una situación absolutamente increíble, original y nueva.

–¿Original?

–Original en cuanto que no tenía precedentes ninguno en la enseñanza desde que la conozco. Nos fuimos un 14 de marzo de 2020 y la idea que transmití al claustro fue que volveríamos después de Semana Santa, pero todos estábamos equivocados. Nos cogió con la segunda evaluación terminada y, a nosotros incluso con la salida del Camino de Santiago del alumnado de segundo de Bachillerato preparada. De pronto, hubo que hacer un método docente nuevo. Volvimos después de Semana Santa y ya sabíamos que la situación no iba a revertir en un tiempo breve y todo se reconvierte en muy pocos días. No solo fue una necesidad de medios, como se explicó en aquella época, sino un cambio de mentalidad, que es algo más complejo. Nos pilló a todos en un proceso de aprendizaje en el que todos tuvimos que adaptarnos, desde la administración, los centros, las familias, los alumnos… Pero terminamos el curso con los medios que teníamos a nuestro alcance. Es cierto que la Administración estuvo trabajando todo ese verano y los medios llegaron.

–¿Y cómo fue el pasado curso tras ese aprendizaje forzoso?

–Hemos tenido un curso dentro de la normalidad de todo lo posible. Nuestro nivel de contagios fue muy bajo a nivel de centro y sufrimos los vaivenes de los repuntes que tenía el covid a nivel de municipio porque al final el instituto es un pequeño reflejo de una sociedad de 8.000 habitantes. Pusimos en marcha las medidas que establecía la autoridad sanitaria de aislamiento, mascarillas y el centro se transformó por completo porque los espacios que teníamos dedicados a espacios comunes como el salón de actos o la biblioteca se convirtieron en aulas para albergar a cupos mayores que no podíamos desdoblar. El profesorado, las familias y el alumnado hicieron un trabajo extraordinario. Creo que solo la gente implicada puede valorar realmente ese cambio radical en la docencia.

–Y ahora comienza un nuevo curso marcado también por la pandemia.

–Creo que llegamos con mejores perspectivas porque hemos aprendido y el protocolo es ya conocido. El centro va a cambiar muy poco y vamos a intentar retomar algunas actividades extraescolares que la pandemia imposibilitó como nuestro certamen de Literatura o hacer el Camino de Santiago y dar mayor normalidad. Esperamos tener un curso con la mayor tranquilidad posible.

Un momento de la entrevista. Un momento de la entrevista.

Un momento de la entrevista. / Miguel Ángel Salas

–El curso se ha iniciado con un refuerzo extraordinario de las plantillas docentes y de limpieza, tras los acuerdos con los sindicatos, tanto de la mesa de la red pública como de la red concertada, ¿es suficiente?

–Tenemos que ver en qué se concreta ese acuerdo en el profesorado. Todo el personal que viene a los centros es bienvenido porque siempre es necesario. El año pasado tuvimos una dotación muy aceptable, pero no se aún cómo se va a desarrollar este año porque los cupos covid están sin cargar aún en los centros.

–En Primaria se están pidiendo que haya dos docentes por aula, ¿sería factible este mismo reparto en Secundaria?

–Nosotros, con tener una ratio adecuada por alumno nos consideramos satisfechos. Lo que pedimos en las aulas ordinarias es tener una ratio que nos permita tener garantías sanitarias para nuestros alumnos y profesores.

–La bajada de la ratio es una demanda histórica por parte de los sindicatos, a su juicio, ¿cuál sería la adecuada en Secundaria, que está establecida en 30 alumnos?

–Ahora mismo está en 30 pero puede llegar a 33, que es una ratio elevada para las características que tenemos de alumnado y de uso de medios digitales en el aula. Habría que trabajar por bajarla. Una ratio de 30 es aceptable en Bachillerato porque es un alumnado mayor y causan muy pocos problemas de convivencia y es elevada para los tiempos que tenemos en Secundaria.

"Habría que bajar la ratio en Secundaria"

–Alude al Bachillerato y en los últimos años ha ido perdiendo alumnado frente a la Formación Profesional, ¿a qué cree que se debe esta tendencia?

–Es cierto. Es un fenómeno que se viene manteniendo en el tiempo. La nueva Ley de Formación Profesional (FP), que está en fase de borrador, aboga por favorecer un incremento de las tasas de FP porque en España siguen siendo particularmente bajas en relación a la Unión Europea. Creo que la rápida salida laboral que tiene el ciclo, la posibilidad de trabajar con el grado medio con 18 años y las posibilidades de encontrar un puesto de trabajo explican en buena medida que esta vía única que teníamos antes del Bachillerato, que conduce a la Universidad se haya visto mermada. Además, yo auguro que el futuro seguirá yendo por ahí.

–¿Eso no le quita validez al Bachillerato?

–No le quita validez. Además, creo que los departamentos de orientación de todos los centros hacen una labor magnífica en este sentido porque tratan personalmente a cada alumno y saben sus expectativas. Es verdad que teníamos una inflación de alumnos universitarios y hay que buscar otras salidas distintas al alumnado que luego lo que hace en muchos casos es fracasar en la Universidad. El ciclo formativo ofrece posibilidades laborales, ofrece continuar en el grado superior y también un puente a la Universidad para aquellos chavales que quieren seguir profundizando en sus estudios.

Antonio Erencia. Antonio Erencia.

Antonio Erencia. / Miguel Ángel Salas

–Y todo ello, después de unos años en los que la bajada de la natalidad es constante y ya se está dejando sentir en los centros superiores.

–En mi centro, por ejemplo, se ha notado espectacularmente. Ha tenido más de 700 alumnos y ahora estamos sobre 500. Es una realidad a la que tenemos que enfrentarnos. Si no se puede trabajar directamente sobre la natalidad, sería bueno que se aprovechara este descenso de la natalidad para mantener el esfuerzo en educación y las unidades en cada centro. Perder población es un fracaso, un factor negativo que, a la postre, incide en el desarrollo de los pueblos. Las administraciones tienen que trabajar seriamente para fijar población, hacer más atractiva la vida en el medio rural y que nuestros jóvenes no tengan que trasladarse para encontrar futuro y trabajo fuera del pueblo.

–Volviendo a la enseñanza, ¿el profesor tiene que ser colega del alumnado?

–Evidentemente que no. El profesor es el profesor, es algo más que un colega, es un guía, una persona que acompaña al alumnado durante muchos años y que va a modelar, incluso, su futuro profesional. Es un referente para el estudiante y su labor es infinitamente más compleja y complicada que la del término colega que, además, ni significa amigo íntimo. La educación es seria y el profesor tiene una responsabilidad enorme.

–¿Cree que el profesorado ha perdido la figura de autoridad frente a la clase?

–En algunas ocasiones quizás sí. Desde mi experiencia profesional de la docencia no tengo constancia personal de esa pérdida de autoridad. Nosotros no podemos intentar repetir roles del pasado que correspondían a una sociedad que ya no existe. Lo que tenemos ahora en nuestras aulas es el reflejo de las familias de lo que vemos todos los días. La educación debe de amoldarse siempre al tiempo que le toca vivir, no podemos pretender que vuelva la tarima; hay una gran diferencia. Es cierto que labor de un profesor requiere reconocimiento social, que no digo que no lo tenga, sino que requiere su reforzamiento porque es una labor fundamental para el presente y el futuro de las sociedades en las que estamos.

–La enseñanza cuenta ya con otra ley. ¿Hasta cuándo va a aguantar el sistema educativo que cada vez que haya un cambio de Gobierno se apruebe una nueva norma?

–Es cierto, desgraciadamente la educación parece un arma arrojadiza y cada gobierno se siente impelido a tener que dejar su huella e impronta educativa. Tenemos una nueva ley y veremos en su desarrollo completo cómo nos afecta. Desde las escuelas e institutos lo que hacemos es adaptarnos como siempre y cumplir la normativa que nos mandan intentando sacar lo mejor de la misma y siempre pensando en el beneficio de nuestros alumnos.

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