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¿Cómo le ponemos el cascabel al gato?

  • Urbanismo. La Gerencia aprueba iniciar una innovación del Plan del Casco para ponerle freno a la gentrificación que amenaza al Centro Histórico y que poco se podrá aplicar en este mandato

Un par de turistas caminan con maletas por el Casco Histórico de Córdoba.

Un par de turistas caminan con maletas por el Casco Histórico de Córdoba. / el día

El término gentrificación -proveniente del inglés gentry (alta burguesía)-, que tan de moda esta hoy en día en Córdoba, se refiere en general al proceso de transformación de un espacio urbano deteriorado o en declive -que no es el caso de esta ciudad- a partir de la reconstrucción o rehabilitación edificatoria con mayores alturas que las preexistentes, lo que provoca un aumento de los alquileres o del costo habitacional en estos espacios. Esto a su vez, como efecto dominó, trae consigo que los residentes tradicionales abandonen el barrio y que se sitúen en espacios más periféricos, lo que produce que este nuevo espacio termine por ser ocupado por clases sociales con mayor capacidad económica que les permita afrontar estos nuevos costos. Este proceso tiene especial relevancia en los últimos años en los países capitalistas y principalmente en ciudades con importante potencial turístico y relevancia económica.

Esa temida gentrificación también puede llegar a Córdoba ¿para quedarse? y amenazar al Casco Histórico, un espacio declarado Patrimonio de la Humanidad que ya vive histérico después de que los usos turísticos le estén ganando el pulso a los usos residenciales. Esa amenaza puede ser aún mayor si proliferan como setas en el mismo los alojamientos y pisos turísticos -la zona de Alcázar Viejo, por ejemplo, es poco menos que un gran hotel, según algunos- y desde que han crecido las viviendas de esa índole que tienen menos papeles que una liebre. Los ejemplos de otras ciudades en las que el turismo es también una importante fuente de riqueza como Madrid o Barcelona se convierten en fantasmas que hacen pensar que en Córdoba se podría vivir una especie apocalipsis turístico en el que se dispararán los alquileres hasta precios prohibitivos y se ofertarán infraviviendas no sólo a turistas.

A la hora de buscar las fórmulas del más vale prevenir para sanar este problema la pregunta que hay que hacerse no es ¿quién le pone el cascabel al gato?, sino ¿cómo le ponemos el cascabel al gato? La Gerencia Municipal de Urbanismo acaba de aprobar el inicio de la innovación del Plan Especial de Protección del Casco Histórico con el objetivo de atajar este problema. Y lo ha aprobado gracias al voto de calidad de su presidente, Pedro García (IU), ya que IU y el PSOE votaron a favor de la misma, mientras que el PP, Cs votaron en contra, y Ganemos Córdoba se abstuvo, al no estar ni unos ni otros de acuerdo con las formas en las que se va a acometer -el presidente se vio obligado a ese voto de calidad tras el sí de cinco miembros del consejo rector de Urbanismo y el no de otros cinco-. Todo ello después de que García intentara en un primer momento, sin éxito una vez más, que en esa innovación se incluyera la suspensión cautelar de licencias (por un tiempo máximo de un año y para aquellas que todavía no estén en trámite) para cambiar el uso de viviendas a otros usos, y para aquellos apartamentos turísticos que no reúnan las condiciones de habitabilidad que se le exige a cualquier vivienda. El único grupo que se posicionó a favor de la moratoria, pero pidiendo un periodo de tiempo de aplicación más corto para que no afectara al próximo mandato y que no sólo afectara a las zonas propuestas por la Gerencia -la Judería, Ribera-Corredera y sus entornos-, sino a todo el Casco Histórico, fue Ganemos Córdoba, grupo que con razón, al igual que el resto se quejó de la poca falta de diálogo de IU a la hora de proponer la innovación. Para algunos, como el viceportavoz municipal del PP, Salvador Fuentes, esta medida no era otra cosa que "intentar matar moscas a cañonazos y que las moscas se queden vivas".

Es complicado ponerle el cascabel a este difícil gato, sobre todo si no se llega a un acuerdo sobre cómo afrontarlo. Es complicado ponerle el cascabel a un gato que es la principal fuente económica de la ciudad y que da de comer a muchísimas familias sin acabar de alguna forma afectando al sector. Lo que está claro es que muchas de las fórmulas por las que han optado otras ciudades para combatir la gentrificación a Córdoba no le valen. Vamos tarde. A la Federación Al-Zahara y al Consejo del Movimiento Ciudadano les duele ya la boca de alertar de que -más que gato- viene el lobo mientras el tiempo pasa y en el Casco Histórico los usos turísticos siguen ganándole el pulso a los residenciales. A este mandato municipal apenas le dará tiempo de diseñar medidas contra ese lobo y todos conocemos cómo acaba ese cuento.

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