Loco por la múscia

¿Qué está pasando con el Bachillerato Artístico?

  • El nuevo decreto ha logrado unir a docentes, familias y alumnos por la sinrazón y el desatino de que los estudiantes tengan que cursar ahora nuevas asignaturas

Alumnos se manifiestan por el bachillerato musical.

Alumnos se manifiestan por el bachillerato musical. / El Día

Recientemente ha ocurrido un hecho que ha cambiado las “reglas del juego” en algo tan importante para las enseñanzas artísticas de toda España, como es la publicación del Real Decreto 984/2021, de 16 de noviembre, por el que se regulan la evaluación y la promoción en la Educación Primaria, así como la evaluación, la promoción y la titulación en la Educación Secundaria Obligatoria, el Bachillerato y la Formación Profesional.

Normalmente, un texto legislativo de esta índole levanta algunas ampollas en ciertos sectores, contenta a otros y muchas veces pasa sin pena ni gloria perdiéndose en las profundidades de una estantería, en cualquier biblioteca, en la sección donde se guardan los BOE, esperando pacientemente a ser consultados algún día. Pero este, no.

Este decreto ha logrado unir de forma enérgica y fehacientemente palpable a docentes, familias y alumnos por la sinrazón y el desatino que conlleva conminar a los estudiantes que cursan su Bachillerato Artístico a cambiar y/o cursar unas nuevas asignaturas que curiosamente no se imparten en todos los institutos del país y de los que nada se dijo al inicio de curso cuando se planificaron, como corresponde, los planes de estudio y las metodologías que se impartirían este curso en el que nos encontramos.

Valorar el significado y consecuencias sociales de esta medida solo es posible atendiendo a las diversas opiniones que genera. Si conversas con las familias, cuyos hijos desean simultanear sus estudios de bachillerato con los artísticos para tener la posibilidad de acceder a una carrera universitaria no artística pero sí tener un título que les permita abrir su futuro profesional por si la opción universitaria no da los frutos deseados, esto es una debacle sin parangón.

En el caso de los docentes, algunos ven peligrar su trabajo dada la desmotivación y el abandono que puede provocar entre los alumnos la imposibilidad de continuar los estudios artísticos al tener que decidir entre su futuro universitario o el musical y/o danzario.

Esta situación es una muestra del poco interés que tiene el legislador en este tipo de enseñanzas, lo cual redunda en la poca educación social que se tiene ya sobre la importancia del arte en nuestras vidas a diario.

Con la misma opinión sobre el poco interés o importancia que se la da a estas enseñanzas en la sociedad nos encontramos a otro sector docente que considera que una educación y un mayor reconocimiento al artista, socialmente hablando, haría que se entendiese mejor que si deseas estudiar una carrera artística, tus asignaturas no sean, en principio, compatibles con unos estudios de Física, Medicina, Derecho u otra carrera universitaria alejada de los Conservatorios Superiores; sino que tus asignaturas en el Bachillerato vayan dirigidas a superar unas pruebas de accesos a las Enseñanzas Artísticas Superiores donde ciertas materias pasan a un segundo plano de cultura general, más que de utilidad para estas enseñanzas musicales y/o danzarias.

Si miramos nuestro entorno europeo o nuestra historia con estas enseñanzas, veremos que existe una diferencia evidente entre quienes quieren dedicar su vida al arte y quienes desean una educación artística complementaria.

El Bachillerato Artístico tiene un sentido que es muy claro: inducir y conducir a los estudiantes que pretenden estudiar una carrera superior de música o danza, al igual que los alumnos que realizan un Bachillerato de Ciencias sueñan con carreras de Biología o Medicina, entre otras y los que realizan el Bachillerato de Humanidades ya tienen su idea de estudios superiores decantados hacia las especialidades afines a la rama humanística del saber.

En esta diatriba enconada acerca de lo que ocurre, es obvio reconocer por un lado que las enseñanzas artísticas se entroncan con múltiples asignaturas de los estudios ordinarios, como la Lengua, las Matemáticas, los idiomas, la Educación Física y la Geografía, entre otras.

Y por el otro lado, podemos añadir, sin dudas, el hecho de que el libre pensar no surge de la nada y no es un acto espontáneo por el hecho natural de avanzar en edad y madurez, sino por medio del desarrollo que nos da la educación; y en ella las artes son un pilar fundamental.

La idea muy arraigada de que se pueden simultanear los estudios artísticos con otros universitarios es muy lícita, y es real hacerlo posible, siempre y cuando tengamos claro que unos estudios superiores de artes requieren tanto o más esfuerzo y dedicación que cualquier otra especialidad de Ciencias o Humanísticas.

Hoy más que nunca, los encargados de la gestión en la educación deben ser conscientes de la urgente necesidad de diferenciar las posibilidades de los estudios de arte acordes a las demandas lógicas de una sociedad del “auto titulado” primer mundo.

Un sistema donde coexistan dos tipos de centros de enseñanzas artísticas bien definidos y bien marcados en sus finalidades es lo más acertado. Por un lado, unas escuelas de Música y Danza donde el alumno pueda cumplir su sueño, y el de sus familiares, de complementar sus enseñanzas generales con las artísticas y donde obtenga una titulación que reconozca su esfuerzo, a semejanza de las profesionalizadoras, pero que no permita el acceso a estudios superiores artísticos, es lo más acertado. Así podremos realizar cualquier tipo de estudios sin temores ni presiones.

Por otra parte, debemos tener los conservatorios, que como su nombre indica y la acepción es fácil de encontrar en la RAE, son centros de especialización y eso es llanamente entendible como que el alumno que estudia en un conservatorio esta cursando una carrera y, como tal, la exigencia requiere de un tiempo de dedicación y de una entrega más allá de toda duda, incompatible con otros estudios de excelencia.

La enseñanza artística es ineludiblemente imprescindible para la formación de nuestros profesionales del futuro. Desproveer a las actuales generaciones de estas capacidades y conocimientos es condenarlos a la globalización, al uso de productos culturales ajenos y a quitarles una formación humanística.

Pero pretender creer o hacer creer que se puede ser excelente en ambos ámbitos, es un lujo solo reservado a unos pocos seres con un talento o don especial y las leyes y normas se basan en la generalidad, no en casuísticas especiales. Una persona educada artísticamente es un ser que piensa, siente y observa su tiempo y el futuro de forma intensa, con emoción y creatividad.

Esta nueva norma a destiempo en el curso escolar no es lo más correcto y la interpretación social que se le ha dado no puede ni debe soslayar la posibilidad de educar con una visión ampliada. Pensar lo contrario sería un gran error.

Me reitero en la expresión de la activista y cantante Annie Lennox cuando dijo que “creo que la música es la plataforma más fenomenal para el pensamiento intelectual”. Continuaremos profundizando en próximos artículos sobre este tema tan apasionante como importante para nuestra sociedad.

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