Córdoba

La meteorología frustra un año más el lucimiento de las estaciones de penitencia

  • El paso de la Virgen del Mayor Dolor en su Soledad recorre sin parar el trayecto entre la Torre de la Malmuerta y la puerta de San Cayetano · El estreno del nuevo palio de la Virgen de la Paz y Esperanza fue la incorporación más destacada

El mal tiempo ha vuelto a estar presente en la Semana Santa de Córdoba. Si la del pasado año se caracterizó por quedarse en su casa prácticamente la mitad de las hermandades, en esta ocasión no se ha llegado a ese límite pero sí ha llegado a afectar considerablemente a tres días de esta celebración.

La Semana Santa de 2012 pasará a la posteridad por dos hechos concretos: la imprecisión de las predicciones meteorológicas y por la llegada de la Hermandad de la Piedad hasta la carrera oficial. Por lo demás, este año se ha caracterizado por unas temperaturas más bajas que en años precedentes y por las consecuencias de la crisis, algo que se ha materializado en el número de estrenos de las cofradías.

Aunque la posibilidad de agua fue una constante todas las jornadas, la aparición de la lluvia, en momentos no recogidos en las previsiones meteorológicas, marcó tres días de la Semana Santa. El Domingo de Ramos y el Lunes Santo se salvaron a partir del mediodía por una mejoría del tiempo que aunque la deseaban las propias hermandades no estaba contemplada con antelación.

El Martes Santo, en cambio, los episodios de lluvia se hicieron presentes a primera hora de la tarde y una vez entrada la madrugada. Esto hizo que las dos cofradías que primero debían ponerse en la calle, El Prendimiento y La Santa Faz, decidieran suspender su estación de penitencia por el agua que en esos momentos hizo su aparición sobre Córdoba. A partir de las 17:00 mejoró la situación, lo que hizo que la Hermandad de la Agonía plantara la cruz de guía en el Arco de las Bendiciones y a partir de ese momento La Sangre y El Buen Suceso decidieran iniciar su estación de penitencia.

El desarrollo de esta jornada quedó alterado en los horarios, ya que los aplazamientos solicitados a la Agrupación de Hermandades provocó un ligero desconcierto en un público que en todo momento acompañó a estas tres procesiones.

El cambio vino en la media noche, cuando el tiempo empeoró de forma repentina. La cofradía del Cister salía de la Catedral y la del Buen Suceso se encontraba en su interior. Cuando el agua comenzó a apretar, la primera de ellas decidió cumplir con el itinerario previsto y seguir hacia adelante después de proteger las imágenes titulares. El trayecto comprendido entre la calle Cardenal González y la plaza de Capuchinos se cumplió en un tiempo record gracias al esfuerzo del cortejo de nazarenos y de las cuadrillas de costaleros.

El Buen Suceso se lo pensó durante unos minutos. Mientras tanto, el paso de misterio quedó resguardado en la galería porticada Este del Patio de los Naranjos, ante la Puerta de Santa Catalina, mientras la Virgen de la Caridad aún estaba bajo el Arco de las Bendiciones. Alrededor de la 01:00 de la madrugada decidieron ingresar los dos pasos en el interior de las naves catedralicias, puesto que la predicción meteorológica no les daba mejores perspectivas para las horas siguientes en que debía llegar a la parroquia de San Andrés.

El Miércoles Santo, en cambio se desarrolló con toda normalidad. Con unas temperaturas más bajas de las habituales en estas fechas, las seis hermandades salieron a la calle. La primera de ellas a una hora inusualmente temprana, las 14:00, justificada en la longitud del recorrido que debía cubrir, casi diez kilómetros. En esta ocasión, el tiempo fue benigno y permitió que los cofrades de Las Palmeras cumpliera su viejo anhelo de hacer estación de penitencia como el resto de hermandades cordobesas. Después de llevar 40 años con una procesión que en la mayoría de los años no salía de los límites del barrio, salvo en algunos que llegó hasta Ciudad Jardín, estos nazarenos de habito burdeos llegaron a una carrera oficial en la que fueron profusamente ovacionados en señal de bienvenida.

Otro hito que marcó este Miércoles Santo de 2012 fue el estreno del esperado nuevo palio para el paso de la Virgen de la Paz y Esperanza. La pieza, bordada en su totalidad en hilo de plata por Talleres Salteras con orfebrería de Hermanos Zamorano, lució desde el momento en que le dio la luz del día, resaltando el diseño realizado por Jesús de Julián. En este nuevo palio detaca el San Rafael que preside el techo, realizado por Álvaro Vizcaíno según diseño de Rafael Jódar.

El Jueves Santo volvió a repetirse una situación similar a la del Martes Santo. La ausencia de riesgo de precipitaciones en las primeras horas de la tarde permitió que la jornada se iniciase con total normalidad. Conforme llegó la noche, Se complicó la situación de tal manera que las cinco hermandades que estaban en la calle -Las Angustias aún no había salido y suspendería su procesión- tomaron soluciones de emergencia, como recortar el recorrido o volver directamente al templo.

Las cofradías del Nazareno, Sagrada Cena y Jesús Caído había cubierto ya la carrera oficial y buscaron la forma más rápida de regresar a sus sedes canónicas, mientras las de la Caridad y Esparraguero optaron por desandar lo andado y poner rumbo de nuevo hacia la parroquia de San Francisco y los Padres de Gracia, respectivamente.

El Jueves Santo es el día que mayor concentración de público se produce en las calles de Córdoba y estas alteraciones hicieron que se produjesen algunas aglomeraciones, en puntos como en la calle Diario de Córdoba que, pese a su anchura, no era capaz de contener tanto a los pretendía ver al Señor de la Caridad como a los que regresaban después de haber contemplado la procesión en su primer tramo.

Con el anuncio de la suspensión de Las Angustias se suponía que la única cofradía de la Madrugada cordobesa, La Buena Muerte, tampoco plantaría su cruz de guía en la plaza de San Ignacio de Loyola, como finalmente ocurrió. Con un Jueves Santo frustrado en su ecuador por la lluvia sólo quedaba la opción de visitar los templos para contemplar los pasos en su interior.

Mientras tanto, el paso de la Sagrada Cena avanzó por Ciudad Jardín sin concesiones al trabajo de los costaleros. El único objetivo era ganar metros para llegar a la parroquia de San Álvaro lo antes posible. El cortejo de Jesús Nazareno discurrió por celeridad por las calles de San Agustín y se recogió en su sede canónica sin que llegase a afectarle el agua.

La procesión de Jesús Caído acortó su recorrido y fue castigada por la lluvia cuando se encontraba en las inmediaciones de San Cayetano. El primer paso subió la cuesta y se puso a resguardo mientras la Virgen de la Soledad avanzó por la plaza de Colón buscando el resguardo del arco de la torre de la Malmuerta. Allí cogió fuerza la cuadrilla y desde ese punto hasta lo más alto de la cuesta lo hizo del tirón, sin parar un solo momento, bajo una lluvia débil aunque insistente y entre el aplauso cerrado de los centenares de espectadores que no querían dejar en ningún momento de acompañar el cortejo.

Por último, el Viernes Santo ha hora y media de diferencia entre la salida de la Hermandad de los Dolores y las dos siguientes, La Soledad y el Descendimiento, fue decisiva para la resolución de la jornada. Los pronósticos que barajó la cofradía servita no se correspondieron con lo que fue una realidad poco después. Del riesgo de "chubascos débiles y aislados" se pasó a un chaparrón de considerables dimensiones que no causó daño alguno en el cortejo puesto que los pasos se protegieron convenientemente a la caída de las primeras gotas.

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