“Salí de mi país por la guerra y llegué a España hace dos años”, concretamente a Gerona. Así llegó Mustafa Al Katib, refugiado sirio, a España, donde recibió ayuda de Cruz Roja. En Alepo sólo le queda su madre, ya que “hace siete años cayó una bomba en mi casa y murieron mi padre, mi mujer y mis niños”, confiesa.

Aún así, nunca pierde la sonrisa y subraya que “Cruz Roja me ha ayudado con la nueva vida, el nuevo idioma y sobre todo con mi sueño”, la fotografía digital.

Mustafa es uno de los encargados de los talleres incluidos dentro de la jornada que Cruz Roja organizó ayer, en el Paseo de la Victoria, con motivo del Día del Refugiado. Allí, no tiene reparos en asegurar que tiene “muchos talentos”, y entre ellos se encuentra la fotografía digital, que le ayuda a vender sus obras por internet, además de trabajar en la ciudad.

Historias como la suya son las que la institución humanitaria busca dar a conocer, especialmente para facilitar la concesión de alquileres y su integración dentro la sociedad a la que llegan.

Mustafa Al Katib, junto a sus obras.

La presidenta de Cruz Roja en Córdoba, Cándida Ruiz, ha acudido a la celebración y ha recordado que la jornada tenía el objetivo de “sensibilizar a la población sobre los retos de las personas que llegan de fuera y las dificultades que encuentran a la hora de la integración”.

Por su parte, el encargado de comunicación de Cruz Roja, José Luis Hitos, ha recordado que Cruz Roja atiende actualmente a 361 refugiados “a los que ayudamos con la acogida y con los pisos de alquiler”, al igual que con ayudas económica para manutención y psicológica. Por ello, ha destacado que “el número total de refugiados en Córdoba es mayor”, ya que la asistencia de Cruz Roja cubre los dos primeros años.

Sobre el perfil de estas personas, Hitos ha apuntado que “ha cambiado, si bien hace unos años venían más personas de Siria, ahora son provenientes de centro América y Sudamérica”, especialmente de Venezuela, país del que huyen de la delincuencia y pobreza.

Entre las actividades que han tenido lugar se encuentra el juego de las preguntas que nadie debería hacerse, que consistió en rehacer el recorrido de una persona que huye de su país y también las preguntas que se ve obligado a hacerse para llegar hasta países como España.

Otra de las actividades han incluido unas gafas de realidad virtual que acercó al público cómo es sobrevivir en un campo de refugiados. Además, había talleres dirigidos que incluían la aplicación de tatuajes de henna, ceremonias del té, bailes salvadoreños, peinados de trenzas y una exposición de fotografía digital.