Córdoba

Más que guardianes de singulares tesoros

  • El papel de los 55 controladores va mucho más allá que el de ser meros contadores de visitas; suelen ejercer de cicerones de la Fiesta e incluso de guías en los recintos

"¡precioso, niña!", "es maravilloso"... Turistas llegados desde Valencia se despiden de Beatriz Portal entre alabanzas al patio de Céspedes, 10 -en la Judería- el recinto de la familia Torrealba, el único de los que se puede visitar en la Fiesta de los Patios desde el que se ve la torre de la Mezquita-Catedral. Beatriz, estudiante de Inglés, ya está acostumbrada a que le lancen piropos al patio que le ha tocado guardar durante la Fiesta como si fuera un miembro más de la familia Torrealba, como si fuera una más de la casa. "Me suelen decir que es una suerte y una bendición poder vivir en un sitio como éste", cuenta. "Cuidado con el escalón", insiste la joven de 26 años a otro nuevo grupo que va a entrar al patio mientras se esmera en pulsar el contador de visitas que esconde en una de sus manos.

Lleva contabilizadas más de 200 ya en apenas una hora. No para de pulsar, mientras atiende a otro turista, en este caso británico, que mapa en mano le pregunta cómo llegar a otro patio cercano. Ejerce de cicerone, mientras sigue pulsando, hábito que controla a la perfección desde el mismo día inicio de la Fiesta, el pasado 1 de mayo. "Ese día es el que más visitas tuvimos; pasaron por aquí más de 3.400 personas. Y el pasado sábado también superamos las 3.000", detalla.

Beatriz es el primer año que se decide a ser controladora. "Estoy en paro y estos ingresos me sirven para pagar los estudios", relata. Unos ingresos que son menores de los esperados. Tan sólo cobrará a cinco euros la hora, aunque ella, como el resto de compañeros, prefiere no hablar del asunto.

Rosa María Moreno -de 31 años, licenciada en Química y que "de momento" imparte "clases particulares"- tiene un poco más de trabajo que Beatriz. A las puertas del patio de La Palma, 3, el de Manuel Cachinero, deja entrar a la gente en grupos de "unos 25". "Es el primer año que trabajo en los Patios y no me esperaba tanta afluencia de gente y tanta afluencia de extranjeros", dice. "Los extranjeros en general y los japoneses en particular suelen ser muy amables", añade. Como ocurre con Beatriz, muchos de los que pasan por allí creen que el patio es de ella. "Te dicen, muy bonito, que tengas mucha suerte en el concurso", apunta.

Ella, como el resto de sus compañeros, se ha preocupado por aprender todos los detalles posibles del patio que le ha tocado en suerte. "He hablado con el dueño para conocer esos detalles mejor", relata. "Siempre hay quien te pregunta por una planta en particular o por cualquier otro motivo y ahí estamos nosotros para despejar esas dudas. Además, te preguntan mucho cuél es el patio más bonito que pueden visitar, que les oriente sobre cuáles son los más cercanos que pueden visitar y siempre los mando a Isabel II, 1", comenta.

El patio de La Palma, 3 tiene muchos detalles para contar, un patio en el que destacan las esculturas en bronce, hierro o latón de Manuel Cachinero. Como tiene muchísimo para contar el patio de Alfonso XII, 29, el de Jacinto Muñoz e Inmaculada Zafra. A sus puertas está Mercedes Raigada -de 25 años y administrativa en paro-. Mercedes cuida a los visitantes hasta tal punto de que suele insistir a quien llega que "mejor esperar la entrada en la acera de enfrente, donde no da el sol", además de ser la perfecta cicerone que "si me preguntan qué patio pueden visitar, si vienen de Siete Revueltas los mano a La Palma y viceversa, o a Isabel II, porque quieren hacer completas las rutas". "Solemos aconsejar qué patios visitar entre la dueña y yo", dice.

En Siete Revueltas, 1 quien controla las visitas es Inmaculada Criado -de 30 años y a quien acaba de cumplirle un contrato en el Ayuntamiento de su municipio, Montoro-. Inmaculada ya se ha acostumbrado a que mucha de la gente que acude a este recinto de la Asociación de Amigos de los Patios Cordobeses le pregunte el porqué de que el arcángel San Rafael les reciba -en forma de estatua- con un sombrero cordobés en la cabeza. "Hay a quien le gusta y a quien no, pero siempre preguntan", sostiene la montoreña. Inmaculada también se ha empollado la historia del patio. "Me suelen preguntar que por qué le llaman la Casa de las Campanas a este edificio y yo les contesto que porque antiguamente había aquí una fundición, pero también que tiene arcos de estilo mudéjar... Total, que es un patio señero".

También es señero Tinte, 9, donde quien guarda la puerta es Luisa Cubero -de 25 años, estudiante de Quiromasaje-. Luisa explica a un grupo de visitantes que ese patio nada tiene que ver con el de la calle Manuel Soro Tinte, premiado en el concurso que es el hermano pequeño del de los Patios, el de Rejas y Balcones. Esa equivocación es algo que se repite desde que se ha fallado el certamen. "Vienen buscando la reja y cuando no la encuentran me preguntan que donde está", relata. Luisa también es primeriza en estas lides y, como Rosa María Moreno, controla uno de los patios que suele tener a diario una importante afluencia de visitantes. "En el caso de que, por ejemplo, venga un grupo de niños, los dejo pasar de diez en diez o de 12 en 12", apunta. "Siempre hay gente, y suelo intentar que en el patio no haya más de 14 personas para que puedan disfrutar mejor del mismo", añade Luisa antes de comentarla a uno de los turistas que le ha preguntado por Tinte, 9 que "este patio es uno de los más antiguos del concurso y uno de los más premiados; además pertenece a una casa del siglo XVIII".

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