Diego Jordano. Profesor de Ecología de la Universidad de Córdoba

"Hay una gran problemática derivada de los usos que se hacen de El Patriarca"

  • El naturalista cree que es necesaria una regulación del acceso a este espacio periurbano, sobre todo para la realización de peroles, y destaca el aumento de la riqueza de especies en la ciudad

El profesor de Ecología de la Universidad de Córdoba (UCO) Diego Jordano (Córdoba, 1958) es un "naturalista por afición y por profesión". Ha trabajado en proyectos de investigación sobre ecología de mariposas, interacciones entre animales y plantas o autoecología y es un gran conocedor del río a su paso por Córdoba y del espacio periurbano de El Patriarca, sobre el que esta semana ha ofrecido una ponencia en el marco del Congreso de la Asociación Española de Parques y Jardines Públicos.

-¿Cómo es la situación de El Patriarca?

-Es un espacio natural que, tras un largo litigio, ya es propiedad del Ayuntamiento. Se inició un proceso de expropiación a principios de los años 80. En ese tiempo ha estado sometido a una situación de abandono. Durante estos años muchos cordobeses han hecho usos muy variados de él. Ahora, una vez que ha pasado a manos del Ayuntamiento, es lógico que haya una ordenación de los usos de ese espacio natural tan valioso y que nos ha costado tanto a los cordobeses y debemos buscar que éstos sean compatibles con la conservación de su valor natural.

-¿Cómo conjugar su uso con su sostenibilidad? Ahora mismo lo primero que hay a su entrada es un montón de basura producida por los peroles que se hacen allí.

-Exactamente. Hay una problemática grande que deriva de los usos variados que se están haciendo. Los hemos investigado y varían mucho en su tipología, en la intensidad y la frecuencia con que se producen y en los impactos que se derivan de ellos. Hay actividades que son sostenibles y en su mayoría tienen que ver con la formación, pero en el otro extremo hay otras que llegan al punto de ser ilegales y habría que controlar. Y entre medias todo un abanico. No se trata de prohibir pero sí ordenar.

-¿Qué tipo de actividades ilegales se están realizando allí?

-No es que sean frecuentes pero cuando visitas aquello con asiduidad a veces lo contemplas. Hemos llegado a ver a gente capturando pájaros con red de libro, algo que está muy regulado y por la captura que estaban haciendo claramente no eran silvestristas. También hemos encontrado trampas, costillas con pájaros insectívoros; y también alguna vez fuegos en la época en la que está prohibido. De hecho, incluso cuando está permitido, realmente en ese lado del río no se puede salvo en sitios acondicionados. Por ejemplo, en el parque periurbano de Los Villares hay unas instalaciones preparadas para hacer fuego con seguridad pero en El Patriarca no, y sin embargo se hace para los peroles. Eso habría que controlarlo. Otro punto es la circulación de algunos vehículos a motor, que a partir de cierta época también está prohibida para evitar riesgo de incendio.

-Hay una gran diferencia entre el mantenimiento de Los Villares y El Patriarca.

-Es cierto, pero son espacios con características diferentes. Los Villares es un parque periurbano consolidado que gestiona la Consejería de Medio Ambiente. El Patriarca es un espacio municipal, pertenece a todos los cordobeses, y ahora la responsabilidad de su mantenimiento recae en la administración local. Eso plantea retos importantes porque hablamos de una superficie de algo más de 50 hectáreas y ahora mismo la gente entra a través de unos antiguos caminos con sus coches y accede casi a cualquier sitio del bosque de El Patriarca para hacer los peroles. La diferencia está en que algunas personas recogen todo y depositan los residuos en contenedores mientras que otras no lo hacen. A veces incluso te encuentras enseres viejos de todo tipo que abandonan allí. La entrada de coches de manera indiscriminada tiene otra repercusión: uno de los momentos de más afluencia es la primavera, la época de reproducción de la mayoría de los animales, lo que implica molestias a los pájaros que están nidificando y afecta también a la vegetación. Hemos llegado a encontrar encinas cortadas para obtener combustible para el fuego. Éste es un uso, el de los peroles, que habría que ordenar. Algo importante sería limitar el acceso: no es recomendable que sea indiscriminado, como hasta ahora, con vehículos a motor dentro del bosque. Hay que tener en cuenta que la extensión de Los Villares es muchísimo mayor y tiene unas bolsas de aparcamiento grandes, infraestructuras preparadas y un área recreativa, con lo cual las partes más valiosas de ese espacio no sufren tanto impacto. En El Patriarca sería deseable llegar a un punto parecido: facilitar el acceso hasta unas bolsas de aparcamiento que estuvieran cerca de la parte sur del bosque pero no permitir que entrasen con los coches más allá.

-Uno de los proyectos pendientes del Ayuntamiento es el Plan de la Sierra. A su juicio, ¿qué debería incluir?

-En mi opinión es muy necesario. Tengo que reconocer que no estoy trabajando en ese proyecto y como su elaboración está en curso no puedo dar muchos detalles. En la Sierra desgraciadamente a lo largo de años se ha producido un proceso de urbanización un poco anárquico que luego se ha tratado de reconducir y en gran medida se han ido solucionando los problemas que se producían en esas urbanizaciones ilegales. Se ha ido ordenando progresivamente pero está claro que habría que hacer algo al respecto para consolidar la situación y que no vuelvan a producirse problemas similares. Sí puedo decir es que El Patriarca es un espacio muy singular porque conserva unos valores naturales y ecológicos enormes estando muy cerca de Córdoba. Hay poco más de cuatro kilómetros desde las Tendillas. Es muy interesante porque por el norte conecta directamente con la sierra, con la ladera de las ermitas. El Patriarca hay que incluirlo en el entramado de parques de los que ya dispone la ciudad y de los que se va a dotar en el futuro. Hacia el este está la Asomadilla y luego hay varios cinturones verdes que van a permitir una conexión, lo que es muy importante desde el punto de vista de la biodiversidad de la ciudad, que es notable y gracias a los parques se ha incrementado mucho. El que haya una conectividad entre los distintos parques puede mejorar los valores de biodiversidad.

-¿Está afectando la expansión de la ciudad por el noroeste a El Patriarca?

-Este espacio está ya al borde de la ciudad pero, por otro lado, se ha dado un proceso muy curioso a lo largo de los años, sobre todo desde finales de los 70 y principios de los 80, y es que hasta cierto punto sus valores naturales han aumentado. ¿Por qué ha ocurrido esto? Porque tradicionalmente esa finca se manejaba para ganadería extensiva. Había vacas y cabras y éstas mantienen muy a raya al matorral. Puedo asegurar, porque lo he visto con mis propios ojos, que ahora en el bosque de El Patriarca hay mucha más cobertura y diversidad de especies de matorral que antes. También hay más regeneración de árboles, que antes estaba casi suprimida por las cabras.

-¿Cómo se encuentra la ciudad respecto a zonas verdes?

-Es difícil decirlo sin comparar con otras ciudades, y no me gusta hacer comparaciones. Como cordobés me siento orgulloso de mi ciudad, me gustan mucho las zonas verdes y creo que desde hace 20 años para acá ha cambiado de forma espectacular no sólo en número, sino la superficie de éstas. Creo que los ciudadanos no son conscientes del esfuerzo que supone a la administración pública no sólo hacer esas zonas verdes, sino conservarlas. Sería justo y muy bonito que todos los cordobeses supiéramos valorar eso porque así contribuiríamos a conservarlo mejor.

-¿Qué retos hay en relación a las zonas verdes?

-Puedo hablar de ellas desde mi modesta opinión, porque no soy experto como tal en zonas verdes. En este tema creo que en los últimos años se ha hecho un esfuerzo muy grande por intentar mejorar la sostenibilidad de las mismas. Durante años hemos estado influidos por estilos que no son propios de nuestra zona geográfica. Es muy bonito ir a Inglaterra y ver esos parques llenos de césped, que allí no tienen mucho mérito porque las condiciones climáticas les favorecen. Aquí nos tenemos que preocupar por el uso del agua. Ojo, cuando decimos agua implica riego y en muchos casos esos riegos exigen energía. Por lo tanto, los cambios en los estilos de jardinería y en la selección de las especies que se utilizan y la elección de algunas más resistentes a la sequía, van a suponer mejoras muy importantes en ahorro de agua y energía y, por lo tanto, van a contribuir a la sostenibilidad. Igualmente, deberíamos pensar en cualquier tipo de estrategia de selección de especies que ayude a reducir los inputs de abonos y sobre todo los productos fitosanitarios.

-¿Y sobre las especies que habitan en esas zonas verdes?

-Igualmente ha sido sorprendente ver cómo a lo largo de los años ha aumentado la riqueza de especies en la ciudad. Algunas que no se veían para nada, ahora las tenemos aquí reproduciéndose. Por ejemplo, tenemos palomas torcaces dentro de la ciudad, anidando incluso en calles de barrios, a poca altura. Eso antes era impensable. Por otro lado, tenemos el privilegio de contar con un tramo de río que atraviesa la ciudad que es un auténtico tesoro. Si nos vamos a comienzos de los años 70, había unos pastizales en la orilla y era una zona de pastoreo para el ganado. El río tenía una contaminación tremenda porque los colectores de la ciudad desembocaban allí. Ahora ha cambiado y es una maravilla. Hay una cantidad de especies de pájaros que en aquella época jamás hubiese soñado que iba a llegar a ver en él. Hay garzas reales e imperiales, martinetes que nidifican aquí, garcillas bueyeras, cormoranes, pájaros moscones e incluso pechiazules. Y algo que es alucinante, que jamás hubiera pensado ver, son las nutrias en el río.

-¿Cuidamos bien de nuestro río?

-Ahora mismo la situación es bastante buena. Se ha hecho un esfuerzo y desembolso tremendo en la depuración de aguas residuales, que ha contribuido a mejorar mucho la calidad del agua del río, lo que se refleja en la biodiversidad que hay ahora en él. Ahora el río se vive mucho más, se ha rescatado, se ha integrado en la ciudad, y desde el punto de vista urbanístico también ha cambiado por completo; es una zona de mucho atractivo. Los Sotos de la Albolafia están calificados como monumento natural y se aplican medidas de gestión para preservar sus valores naturales. Bien es cierto que hay opiniones para todos los gustos. No hace mucho se hicieron unas tareas, que en principio era un proyecto para controlar ciertas especies de vegetación, sobre todo especies alóctonas y hacer un aclareo selectivo donde había más densificación por rebrotes. Luego a la hora de la verdad la actuación fue bastante drástica y lo peor es que no se pudo, como estaba previsto, sacar la madera de la isla, y se hicieron quemas in situ. Por suerte estos ecosistemas de bosque de ribera son muy agradecidos y se regeneran con facilidad.

-¿Cree que hace falta un cambio en el Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) o el urbanismo actual ya respeta la sostenibilidad?

-Los PGOU está previsto que se renueven con cierta periodicidad porque las ciudades van creciendo. Es cierto que desde el inicio de la crisis económica ese crecimiento se ha ralentizado mucho, pero es un hecho que la ciudad no se detiene, y por tanto es lógico que el plan se revise. En esas revisiones es importante que se tengan en cuenta criterios medioambientales.

-¿Qué cambios urbanísticos se podrían hacer en Córdoba enfocados a las altas temperaturas?

-Las ciudades funcionan como una isla térmica, es decir, absorben radiación, son capaces de acumularla muy rápidamente y luego ese calor también lo liberan de forma rápida. Cuando sustituyes superficies más naturales por calles pavimentadas, plazas adoquinadas, superficies duras y asfaltadas, estás incrementando ese efecto de isla térmica. Al aumentar la superficie de la ciudad, aumenta el problema. Cuando tienes espacios verdes la situación varía porque en ellos desde el suelo se está evaporando agua y con ese agua se está yendo calor latente a la atmósfera, de forma que la superficie no se calienta tanto y contribuye a mejorar el ambiente térmico. Si a eso le añades el sombrero de los árboles, el efecto es mucho más notable. En cuanto a edificaciones, hay estilos y materiales constructivos que no ayudan mucho. Ahora parece que hay un interés enorme en hacer la ciudad más habitable mejorando las técnicas constructivas. En Europa por ejemplo están en auge las cubiertas verdes y aquí hay investigaciones activas. Por otro lado, hay un grupo de población que tiene una esperanza demasiado ciega en que todos los problemas los resuelvan la ciencia y la tecnología; y gran parte de la solución pasa por las conductas individuales; cómo me comporto, cómo consumo mis recursos, cómo manejo los desechos que produzco… Todo eso tiene un efecto.

-¿Son los ciudadanos conscientes de la importancia de la ecología y la sostenibilidad?

-No suficiente. Me encantaría que fuese así y animaría a que todos hiciésemos lo posible para ello. Ahora mismo estamos en una situación de desbordamiento de información y, por otro lado, la gente siente que cada vez tiene menos tiempo. Con esto, muchos prefieren invertir su tiempo libre en cosas más entretenidas o que les den una satisfacción más a corto plazo. Por otra parte, las miras de los políticos son los periodos de elecciones y los cuatro años de gobierno, lo que sitúa sus objetivos muy a corto plazo. Lo terrible es que en muchos de los retos importantes que tenemos desde el punto de vista medioambiental lo que nos jugamos no es nuestro futuro, sino el de nuestros hijos. Hace falta solidaridad para pensar a medio y largo plazo, hacer sacrificios y tomar decisiones duras ahora teniendo miras en lo que va a ocurrir dentro de 20 años. Hay cuestiones medioambientales que son esenciales y, por la experiencia que tengo, la gente en general ni las conoce. Incluso estudiantes que llegan a mi asignatura.

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