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Un gobierno feminista

  • Política. El nuevo Ejecutivo presidido por Pedro Sánchez incluye a más mujeres ministras que hombres, un claro ejemplo de que algo se está moviendo y un logro de los últimos movimientos

Carmen Calvo, en su primera comparecencia con otros miembros de su Ejecutivo.

Carmen Calvo, en su primera comparecencia con otros miembros de su Ejecutivo. / efe

Un Gobierno galáctico, efectista, de gestos, feminista. Todos esos adjetivos se han utilizado en las crónicas de los últimos días para calificar al Ejecutivo formado por Pedro Sánchez. Pero hay una cuestión a la que se da especial relevancia, el hecho de que haya más mujeres ministras que hombres. 11 sobre seis, una mayoría que sobrepasa la paridad exigida por ética y vergüenza y que sitúa a este Gobierno como el que más mujeres tiene de Europa. Se puede considerar éste un gesto más, pura estrategia política para ganarse a un colectivo, el femenino, que ha iniciado su propia revolución imparable, algo que ya nadie puede negar. Tras la multitudinaria manifestación del pasado 8 de marzo fuimos muchas las que dijimos que ya no se podía mirar hacia otro lado, que esto no es cuestión del aburrimiento de unas pocas y que hay que tomar medidas para posicionar a la mujer donde le corresponde. Este sitio no es por encima del hombre, que nadie se equivoque, es a su lado, pero con la capacidad de ocupar los mismos puestos que él, sin complejos y en las mismas condiciones.

Durante mucho tiempo ha habido argumentos contrarios a la paridad o las listas cremallera. La oposición a esta medida bajo el argumento de que había que buscar a la gente válida independientemente del género vuelve a esconder un lado machista, el de pensar que no hay suficientes mujeres capaces para ocupar ciertos puestos. Creer que había que buscarlas y forzar una fórmula matemática para insertar a la fuerza la presencia femenina. Pues no, no era tan difícil. Las mujeres están ahí, trabajando, tomando decisiones, asumiendo responsabilidades, dirigiendo, contribuyendo a mejorar las cosas. Sólo era cuestión de mirar un poco más allá.

Ahora habrá que estas expectantes y vigilantes, claro que sí. Como con cualquier miembro del Gobierno. Habrá sido un gesto, claro, puro marketing político, vale. No somos idiotas, pero se agradece esta visibilidad a la mujer, ministras que pueden convertirse en modelos para otras muchas mujeres. No es ni más ni menos que representar con justicia el peso que el colectivo femenino tiene en la sociedad, en la población.

Y como mano derecha del presidente del Gobierno y encargada de liderar las políticas de Igualdad estará una cordobesa, Carmen Calvo. La egabrense ya hablaba de feminismo cuando nadie lo hacía, cuando no era una moda o un movimiento imparable. Desde su juventud se ha definido como feminista y ha impregnado todo su discurso desde esta perspectiva. Calvo ya ha dicho en su primera comparecencia que el principal reto es mantener la seguridad de las mujeres, que no tengamos más peligros que los hombres al salir a a la calle. "¿Dónde están Ada Colau, Oltra, Carmena, Susana Díaz, Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría? ¿Dónde están esas mujeres con mando en plaza que cuando hay una asesinato no le dicen a sus compañeros hombres que salgan con un crespón negro y condenen el asesinato? A mí no me sirve ninguna. ¿Para qué las queremos? No todo tiene que ser la cuota, también hay que hacer algo y ellas no lo están haciendo". Esto dijo la ya vicepresidenta en una entrevista en este periódico en octubre de 2016. No todo es la cuota se puede ir más allá y contar más mujeres. Que ellas, además, dirijan departamentos de responsabilidad.

Ahora tiene el poder de cambiar las cosas y tendrá que hacer frente a una de las grandes demandas del movimiento feminista: más presupuesto al Pacto por la Violencia de Género. Sería positivo, además, que todo el movimiento que se ha liberado a favor de la igualdad sea encauzado con medidas concretas a través del Gobierno. Algo está cambiando, más allá de cualquier ideología. Esto no es un logro de Pedro Sánchez, sino de todas las que han estado empujando desde hace décadas, las que han ido dando pasos, las que no se han callado y las que siguen pensando que todavía nos queda mucho por hacer.

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