Juicio a Bretón

El jurado declara culpable a José Bretón de matar y quemar a sus hijos

  • Los nueve miembros consideran probado por unanimidad que el acusado suministró tranquilizantes a los menores y los mató de una forma "violenta" por venganza a su mujer.

El Jurado Popular declaró este viernes a José Bretón culpable, por unanimidad, de la muerte de sus dos hijos, Ruth y José, y de quemarlos en la hoguera que hizo en la finca de Las Quemadillas el 8 de octubre de 2011. Según el veredicto, que se emitió ayer después de 72 horas de deliberación, el acusado cometió estos hechos como venganza a su exmujer, Ruth Ortiz, después de que ella decidiera poner fin a su relación matrimonial. Ahora es el magistrado, Pedro Vela, quien debe dictar sentencia y fijar la pena que cumplirá el acusado dependiendo de si califica los hechos como homicidio o asesinato, según la apreciación o no de la alevosía en la conducta de José Bretón. El Ministerio Fiscal y la acusación particular volvieron a solicitar, antes de que el juicio quedase visto para sentencia, una pena de 40 años de prisión, mientras que la defensa pidió la absolución de su cliente. 

Los nueve miembros del Jurado -siete mujeres y dos hombres- accedieron a la sala de vistas a las 13:00 para dar lectura del veredicto, formado por 21 puntos (17 probados por unanimidad), con el que argumentaron su decisión de declarar culpable a José Bretón de la muerte de sus propios hijos y de la simulación de un delito de detención ilegal o secuestro de los menores. El portavoz del Tribunal Popular fue desgranando cada uno de los puntos y argumentando su decisión en los testimonios y pruebas periciales que han tenido lugar durante las tres semanas que ha durado la vista oral. 

Los miembros del Jurado, que dieron lectura del veredicto en presencia del acusado, consideraron probado que José Bretón ideó en septiembre de 2011 la muerte de sus dos hijos, Ruth y José, de seis y dos años, como "venganza" a su mujer después de que ella decidiera finalizar su relación sentimental. La personalidad "refractaria a la frustración" y su "carácter rencoroso" fue lo que llevaron a Bretón a preparar su truculento plan. Para argumentar este punto los miembros del Jurado aludieron a varias de las declaraciones que los testigos aportaron en el juicio centradas en el carácter del acusado. Entre ellas, la de la madre de los pequeños, Ruth Ortiz, quien afirmó en sala que su exmarido le refirió en diversas ocasiones "que no se iba de este mundo sin matar a nadie". 

Después de decidir acabar con la vida de sus hijos, Bretón ideó todos los detalles de su plan. Según el veredicto, el lugar más adecuado sería la finca que sus padres tenían en Las Quemadillas, ya que allí tenía "absoluta privacidad y tenía disposición de ella en todo momento". La fecha para dar muerte a sus hijos sería el 8 de octubre de 2011, aprovechando que ese día estaría con los pequeños conforme al acuerdo al que había llegado con Ruth Ortiz. 

Desde la ruptura matrimonial y hasta el día indicado, prosigue el veredicto, Bretón visitó a un médico psiquiatra que ya lo había tratado en el año 2007 después de un intento de suicidio a causa de una ruptura sentimental. De este modo, el acusado consiguió que le recetara unos tranquilizantes (Orfidal y Motiván), que adquirió el 29 de septiembre en una farmacia para "poder adormecer e incluso matar a sus hijos con toda facilidad". Al mismo tiempo, según considera probado el Tribunal Popular, también hizo acopio de leña y combustible, que adquirió en una cooperativa de Huelva. Según la argumentación del Jurado, existen documentos gráficos que muestran montones de ramas secas y troncos de leña junto a la hoguera, así como los ticket de la compra de 271 litros de gasoil, una cantidad "excesiva" en relación al consumo del vehículo del acusado. Parte de este combustible, según el Jurado, lo trasladó el acusado desde Huelva a Córdoba en garrafas el 7 de octubre, día en el que recogió a los niños de la casa de su abuela materna Obdulia para pasar con ellos el fin de semana. La abuela se extrañó de que Bretón colocara las maletas de los niños en el asiento del copiloto, pero según el Jurado, el acusado lo hizo para ocultar las garrafas que tenía guardadas en el maletero. Al llegar a la capital cordobesa, para los nueve miembros del Jurado, también queda probado, que el acusado se dirigió a la finca de Las Quemadillas para dejar allí el combustible, mientras que los pequeños se quedaron en la casa de su hermana Catalina. 

Durante los preparativos del crimen, José Bretón, incluso, hizo un experimento con sus dos sobrinos mientras que los llevaba al colegio. El objetivo del acusado, tal y como plasma el veredicto, era observar el comportamiento de los menores para ofrecer una coartada verosímil de la pérdida de los niños en el parque. Para "dar mejor cobertura" a la simulación de extravío de los niños, Bretón les propuso a sus hermanos acudir en la tarde del 8 de octubre a la Ciudad de los Niños, aunque sin concretar una hora concreta. A la abuela paterna de los menores, Antonia Gómez, el acusado le dijo que no comería ese día en casa porque había quedado con unos amigos, hecho que nunca ocurrió. 

Bretón tenía muy claro qué pasos tenía que dar el 8 de octubre. Así, después de pasar la mañana en la casa de sus hermana junto a los niños y a sus sobrinos, se dirigió a la vivienda de sus padres a las 13:30. Allí recogió su coche, subió a los pequeños y se dirigió a la finca de Las Quemadillas. En el camino hizo una parada, tal y como avalan los informes periciales que analizaron el móvil del acusado, donde, según considera probado el Jurado, le suministró un número indeterminado de tranquilizantes para facilitar el "adormecimiento total y/o la muerte" a los pequeños. 

José Bretón llegó a la parcela a las 13:48. En ese momento telefoneó a su exmujer, Ruth Ortiz, pero la llamada fue infructuosa. Fue entonces cuando decidió seguir adelante con su macabro plan. Según está probado en el veredicto, Bretón conforme a lo que ya tenía previsto y meditado, preparó una especie de "pira funeraria" entre varios naranjos, un lugar nuevo sin visibilidad desde el exterior. Sobre ella colocó los cuerpos de sus hijos, sin que el Jurado pueda determinar si estaban ya sin vida o todavía no habían fallecido, junto con la mesa metálica con el tablero en posición vertical, que cubría prácticamente el cuerpo de los menores. Gracias al uso de 250 kilos de leña y alrededor de 80 litros de gasoil, Bretón avivó una gran hoguera que, tomando como base los informes del Infoca, alcanzó hasta los 1.200 grados, logrando un efecto similar al de un "horno crematorio". Esta temperatura provocó que las partes blandas de los cuerpos desaparecieran rápidamente quedando únicamente los restos óseos. En este punto, los miembros del Jurado se centraron en el informe elaborado por el antropólogo Francisco Etxeberria, que expuso en la sesión oral del pasado 3 de julio. El experto, tal y como aludió el Jurado, confirmó que los restos eran de origen humano y que pertenecían a dos niños de 6 y de 2 años, las mismas edades que tenían Ruth y José el día de su desaparición. 

El acusado, mientras tanto, según quedó ayer probado, permaneció junto a la hoguera hasta las 17:30, alimentándola con gasoil para conseguir la calcinación de los cuerpos de sus dos hijos. Para cometer estos hechos, según expresó el portavoz del Tribunal Popular en sala ante la presencia de la madre de los pequeños, Ruth Ortiz, el acusado "se prevalió de su condición de padre y de su mayor fortaleza física, confianza de los niños y autoridad sobre ellos". Por ello, y tal como determinó Etxeberria, para el Jurado la muerte fue "violenta" y "homicida". Además, consideraron probado que los restos óseos analizados por todos los peritos proceden de la hoguera que Bretón hizo en la finca y que, por tanto, puede concluirse racionalmente, ante la falta de la prueba de ADN, que proceden de los cuerpos sin vida de Ruth y de José. 

Después de cometer el horrendo crimen, Bretón cogió su vehículo y se dirigió al entorno de la Ciudad de los Niños. Allí, como confirmó el Jurado, llegó a las 18:01 y se intercambió varios mensajes telefónicos con su hermano para hacerle creer que estaba con los niños. Cuando consideró que había transcurrido un tiempo suficiente para hacer creíble la ficticia desaparición, llamó de nuevo a su hermano, sobre las 18:18, comunicándole que había perdido a los niños. Sobre las 18:41 dio aviso al 112 para denunciar la pérdida de los menores. Hasta dos horas más tarde, tal y como queda probado en el veredicto, no acudió hasta la comisaría de la Policía para denunciar los hechos, a pesar de que conocía perfectamente que había dado muerte a sus hijos. 

Tras la lectura del veredicto, el presidente del Tribunal, Pedro Vela, será el encargado de dictar la sentencia. La Fiscalía y la acusación particular piden la máxima pena para el acusado (40 años de prisión), mientras que la defensa la libre absolución. Todo apunta a que el fallo se conocerá antes de que finalice el mes de julio.

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