Crónica de la investidura de José María Bellido

Otra jornada para la historia

  • Podemos da el discurso más correcto y Vox el más agresivo

  • El día se vivió con nervios y besos y abrazos

Isabel Ambrosio cede el testigo al ya alcalde José María Bellido

Isabel Ambrosio cede el testigo al ya alcalde José María Bellido / Juan Ayala

El salón de plenos del Ayuntamiento de Córdoba estaba preparado para las grandes ocasiones. La casa de todos los cordobeses se abre cada cuatro años para uno de esos momentos históricos, el que supone investir a un nuevo alcalde, en este caso a José María Bellido como el noveno regidor de la democracia. Sin embargo, el trasiego propio de personalidades y autoridades se hizo esperar, sobre todo porque la llegada del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, retrasó un poco todo el protocolo.

Hubo que esperar, por tanto, para ver a los primeros invitados, que fueron llenando tanto el salón de Plenos como las salas habilitadas para seguir el acto. Como siempre, representantes de todas las administraciones e instituciones, como la subdelegada del Gobierno, Rafaela Valenzuela, el delegado del Gobierno de la Junta, Antonio Repullo, además del consejero de Salud, Jesús Aguirre. No se puedo hacer la foto completa de los exalcaldes y el nuevo regidor porque hubo ausencias. Justificada la de Herminio Trigo, de viaje, pero sin ningún sentido la de Rosa Aguilar, que prefirió asistir a la investidura de Juan Pérez en Lucena.

Sí estuvieron el obispo, Demetrio Fernández, el rector de la Universidad de Córdoba, José Carlos Gómez Villamandos o el presidente de la Confederación de Empresarios e Córdoba (CECO), Antonio Díaz. Los representantes de los sindicatos CCOO y UGT no estuvieron –se marcharon– porque consideraron que no era adecuado que el lugar que les dejaran fuera el patio adyacente al salón de Plenos, y no el salón en sí.

Con todos colocados, arrancó la sesión como establece la normativa y la sesión dejó algunas anécdotas, como no puede ser de otra manera. El secretario del Pleno, Valeriano Lavela –que vive de manera muy intensa sesiones como la de ayer–, tuvo un desliz cuando se saltó el orden de los partidos más votados en el juramento del cargo de concejal y, después del PSOE, se pasó directamente a IU, a pesar de que era el turno de los ediles de Ciudadanos.

El momento de la toma de posesión, sí que dejó para otras curiosidades. Los ediles pueden elegir entre jurar o prometer el cargo. Los populares juraron y los socialistas prometieron. Hubo también quien se saltó el protocolo. La portavoz de Podemos, Cristina Pedrajas, prometió “por los derechos de los cordobeses” mientras que los ediles de Vox juraron “por España”. La edil de IU Alba Doblas lanzó una retahíla en defensa de la República y en memoria de las víctimas del franquismo.

Poca improvisación hubo después, cuando había que votar al candidato. El PP y Cs apoyaron Bellido, mientras que Vox se abstuvo “por imperativo ideológico”. Después, cada grupo votó a su cabeza de lista por lo que nadie logró más votos que Bellido, que fue proclamado alcalde. Lo que viene después, prácticamente calcado a lo de hace cuatro años, aunque con distintos protagonistas. La ya ex regidora Isabel Ambrosio aguantó el tipo al cederle a Bellido el bastón de mando, quien estaba exultante. Ahora a una le toca acostumbrarse a la nueva situación y a otro adaptarse lo más rápido posible a las exigencias que requiere una responsabilidad así.

Ya con Bellido presidiendo el Pleno como alcalde llegó el turno de las intervenciones de los grupos. La portavoz de Podemos, Cristina Pedrajas, se estrenó en el Pleno del Ayuntamiento con una nota bastante alta. Quizá el mejor discurso de la jornada aunque por momentos parecía que formaban parte del gobierno al enlazar compromisos que no dependen de ellos, ya que tendrán un papel muy limitado en este cogobierno. Sin embargo Pedrajas situó a Podemos como “la voz de los que tienen menos voz” e hiló un discurso muy marcado en lo social. Lo dicho, de lo mejor del día.

En el extremo ideológico de la formación morada está Vox y su portavoz, Paula Badanelli, protagonizó un discurso también completamente opuesto al de Pedrajas. Demasiado agresivas sus palabras en un contexto que no era el adecuado, pero quizá quiso responder a las expectativas de lo que, según ella, esperan de Vox. Toda una declaración de intenciones la del partido de Santiago Abascal, que le dijo en la cara a Juanma Moreno que es presidente gracias a ellos y reivindicó el papel que va a jugar su formación en estos cuatro años.

El portavoz de IU –por el momento–, Pedro García, quiso sacar pecho de su gestión y pidió a Bellido que no haya pasos atrás en asuntos que han dependido directamente de IU como la Ronda Norte, las obras de Mi barrio es Córdoba o el centro cívico del Muriano. También reivindicó las medidas vinculadas a la memoria histórica, sobre todo el cambio del callejero, toda vez que el acuerdo programático de PP y Cs ya contempla renombrar a Cruz Conde, Vallellano o la plaza de Cañero.

La que será primera teniente de alcalde, Isabel Albás, tuvo una intervención que a ratos parecía improvisada. La edil de Cs replicó prácticamente los mensajes de la campaña. A saber: “hay que poner a los cordobeses en el centro de las políticas” o “el dinero tiene que estar en el bolsillo de los cordobeses para que se lo gasten donde quieran, en la peluquería o donde quieran”.

La ya ex alcaldesa, Isabel Ambrosio, aprovechó su discurso también para reivindicar su gestión, a pesar de que nombró algunos asuntos que mejor no debería haber recordado, como la logística o el plan de climatización de colegios, donde no se ha hecho absolutamente nada. Ambrosio fue una de las primeras en salir del Ayuntamiento una vez concluida la sesión, un momento que no tuvo que ser especialmente agradable para ella.

Y Bellido empezó nervioso pero fue cogiendo confianza. No es fácil hablar desde ahí. Se echó de menos un discurso algo menos técnico pero es marca de la casa. “Todos” fue, sin duda, la palabra más repetida durante su intervención, en la que también abogó por el diálogo.

Y después, besos, abrazos, fotos y algo de mareo colectivo el que se vive en el pasillo de Capitulares. Otra jornada para la historia.

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