"Este es el arranque extraoficial de la campaña electoral". El director de ETEA-Loyola, Gabriel Pérez Alcalá, definió así el encuentro de candidatos organizado el jueves por El Día en una ocasión excepcional que permitió confrontar los proyectos políticos con los tres cabezas de lista presentes. El aspirante por IU y actual alcalde, Andrés Ocaña; el candidato del PP, José Antonio Nieto, y la opción del PSOE, defendida por Juan Pablo Durán, ofrecieron tres miradas distintas, tres versiones diferentes de una ciudad que en los próximos años se propone el reto de despegar. Hoy, este periódico realiza un extenso resumen del acto que se puede ver también en Vive Una Televisión. Fue además el primer debate político de envergadura que se retransmite en directo por la red social Twitter bajo el hastag #Debateenetea.

El encuentro propuesto por este periódico -el primero y, hasta ahora, el único al que se han comprometido los tres candidatos- proponía intervenciones independientes. Cada aspirante fue interpelado sobre una veintena de cuestiones de todo tipo formuladas por los asistentes, con la premisa de que sólo disponían de 59 segundos para la respuesta para así dar mayor agilidad a sus intervenciones. El encargado de lanzar las preguntas fue el director de este periódico, Luis Javier Pérez-Bustamante.

El primero en subir al estrado fue Durán, y les siguieron Ocaña y Nieto. Excepto algunas cuestiones comunes, cada uno se enfrentó a un bloque diferente sobre asuntos políticos, economía o sobre temas tan variados como el turismo, el deporte o la cultura. No hubo opción a réplica y el minuto de respuesta se cumplió escrupulosamente, por lo que los candidatos despojaron sus respuestas de adornos superfluos y acudieron a lo esencial.

Como curiosidad, los tres participantes fallaron en una pregunta que los habría dibujado como personas a pie de calle. Durán no supo responder el recorrido de la línea 2 de Aucorsa, una de las más utilizadas por comunicar Fátima con el Hospital Reina Sofía; Ocaña desconocía el precio de una hora de la zona azul -dijo un euro, cuando lo correcto era 1,10-, y José Antonio Nieto no supo el precio de la entrada al museo Julio Romero de Torres  -cuatro euros-.

El primero en subir al estrado fue Durán, quien no respondió a la pregunta de si quiere ser presidente de la Diputación y la aplazó para el día  después de las elecciones. Mantuvo un tono en el que combinó el realismo de la situación con el optimismo con el que hay que afrontar el futuro. Además, expuso sus propuestas para contener el gasto en el Ayuntamiento, generar puestos de trabajo a través del apoyo al autoempleo o ampliar la oferta turística de la ciudad. Al menos en el debate, rehusó entrar con confrontación con el resto de candidatos "porque la gente está cansada de discusiones bizantinas que no llevan a ningún sitio y que hacen que nos vean a los políticos como el tercer problema nacional".

Le sucedió Ocaña, quien se empeñó en mostrarse optimista. El alcalde abogó por "adecuar" el precio de los servicios municipales a su coste, dijo que gravaría las 10.000 viviendas libres de la capital para fomentar el mercado de alquiler y defendió el plan Urban Sur como primer paso para crear una industria cultural en la ciudad. Sobre la Semana Santa, renunció a llevar la Carrera Oficial al entorno de la Mezquita-Catedral y, al ser preguntado sobre la situación por la que atraviesa el Córdoba, negó un posible rescate con dinero municipal. El actual alcalde también apostó por dotar de servicios básicos a las parcelas ilegales de la Sierra y, sobre su futuro político, confesó que no tiene intención de seguir en el Ayuntamiento en el caso de que IU no consiga gobernar. 

Nieto cerró el debate, aunque fue el primero en realizar su turno de conclusiones. Apostó por no adjudicar el contrato del Palacio del Sur si finalmente es licitado ante las dudas que suscita su financiación. El alcaldable popular aseguró que realizará una auditoría de las cuentas municipales si consigue gobernar así como un plan de austeridad y un programa de captación de inversiones. Prometió no subir impuestos e incentivar sectores concretos al no poder reducir los tributos. Abogó por una Capitalidad "de todos y sin siglas" desde la lealtad política y propuso fomentar la confianza de la ciudad para recuperar el vigor social y económico.