Opinión

Valeria Delgado ya no puede cantar

Vídeo de Valeria Delgado en Youtube.

Ya hay culpable de las aglomeraciones vividas en el Centro de Córdoba durante el pasado sábado. Se llama Valeria Delgado, tiene 21 años y lleva desde 2018 arrastrando un micrófono y un pequeño amplificador entre Cruz Conde y Las Tendillas intentando animar las mustias tardes de una ciudad culturalmente raquítica. Sin decir su nombre, como la política moderna hace ahora, sugiriendo, mirando de reojo, el Ayuntamiento la ha apuntado con el dedo acusador como responsable de la fiesta navideña de Las Tendillas surgida de manera espontánea y que reunió a varias decenas de personas.

El vídeo del momento, viralizado en redes sociales, carne de cañón de comentarios crueles, muestra a hombres y mujeres de todas las edades cantando y danzando, con el telón de fondo de una ciudad a rebosar en la que muchos llevan bolsas en la mano y parecen fuera de sí. El cogobierno ha concluido que la responsabilidad de lo vivido es de esta música callejera que lleva dos años intentando, sin éxito, saltar al terreno profesional. Así que la solución adoptada no ha sido otra -para perplejidad de muchos- que suspender el permiso para que los músicos puedan actuar en las calles y las plazas.

Ya hay culpable. Las consecuencias se verán en próximos fines de semana porque sin las canciones de Valeria, seguro (modo irónico), las aglomeraciones no volverán a repetirse en la ciudad. No hay duda.

El concierto más memorable de Valeria, el que la ha dejado muda muy a su pesar, plantea muchos interrogantes y un sinfín de cuestiones que deberían llevar a la reflexión. Como el papel de la Policía en este entuerto. La joven asegura que las patrullas estuvieron allí, que pasaron hasta en tres ocasiones y que se limitaron a pedirle la documentación. Todo estaba en regla y el concierto, que duró dos horas, continuó. La gente cantaba y danzaba, reclamaba más canciones. Y Valeria se las dio. Todos participaron.

Por allí, asegura Vox, estuvo incluso una concejala del PP, y el partido ya ha pedido explicaciones al alcalde, José María Bellido. Aunque se desconocen detalles fundamentales: si la edil pasó de puntillas y solo miró de reojo, estupefacta, o si acaso movió un pie al ritmo de Mariah Carey, abrió ligeramente los labios y entonó un poco la canción. Es la diferencia entre su culpabilidad o su inocencia.

Y una última circunstancia, tal vez la más inquietante: la capacidad embriagadora de Valeria y su atuendo navideño, su diadema inocente con cuernos de reno, para movilizar al Centro a miles de personas cual flautista de Hamelín, a bailar su música y corear sus letras. De ser así como sugiere el Ayuntamiento, obviando el alumbrado navideño, las terrazas llenas y las tiendas hasta arriba que había a su alrededor, el caso debería revisarse. Porque la joven, en ese caso, debería tener un papel central en esta ciudad. Ser teniente de alcalde de Cultura. Ponerse al frente del Instituto Municipal de Artes Escénicas (IMAE). Organizar tal vez el Festival de la Guitarra. Pero Valeria, que ha pedido perdón aunque no tenga por qué hacerlo, ni siquiera puede cantar.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios