Andalucía

El Rafi asegura que disparó al aire para evitar una agresión a su familia

  • El presunto asesino de José Cortés, para quien el fiscal pide 21 años de prisión, asegura que intentó evitar un linchamiento a su madre y a sus hermanos

"Sinceramente, no sé cómo mi hermano y mi madre están vivos". Rafael C. H., conocido como el Rafi, negó ayer durante el juicio por la muerte de un vecino de Bujalance que disparara a bocajarro a la víctima -José Reyes, de etnia gitana- e insistió en que lanzó un tiro al aire para que los familiares del fallecido dejaran de agredir a su madre y sus hermanos. "De mi familia había tres, y de la otra eran 200", relató ayer ante el tribunal. La Fiscalía Provincial de Córdoba solicita para el delincuente 21 años y seis meses de prisión por asesinato, tenencia ilícita de armas y atentado a los agentes de la Guardia Civil que lo intentaron detener.

El crimen tuvo lugar el 9 de noviembre de 2008 en la barriada de Santiago de la citada localidad, en un momento en que el presunto asesino, que nunca había cometido delitos de sangre, se encontraba fugado del centro penitenciario de Córdoba y, por tanto, en busca y captura. El día de autos, sobre las 15:00, se produjo un altercado entre miembros de su familia y del finado, una trifulca que se reprodujo por la tarde. El Rafi aseguró que no participó en el primer incidente, aunque reconoció que sí estuvo en el segundo. "Había estado matando liebres y llegué del campo a las cuatro con un amigo. Fui a mi casa a ver a mis padres, y mis hermanas me contaron que las habían denunciado. Me metí en mi habitación y me tomé unos tranquimazines. Estaba fumándome un porro cuando oí ruido en la calle, mi madre y mis hermanas gritando", relató.

El Rafi, según su versión, bajó en ayuda de sus familiares. "Saqué una pistola, apunté hacia arriba y disparé. Mi propósito era salvar a mi familia, no matar a nadie. Estaban apaleando a mi madre, que lleva 14 años en una silla de ruedas", relató. Aseguró que escuchó otros disparos además del suyo, y acto seguido vio a José Reyes, que estaba enzarzado en una disputa con su madre, en el suelo. La fiscal le preguntó si lo auxilió: "¿Ayudarlo yo? ¿Por qué?", le respondió. En lugar de asistirlo, regresó a su casa hasta que anocheció. "Estaba en búsqueda y captura, no me podía quedar", dijo. Así que puso rumbo junto a su pareja a un cortijo de Andújar, donde se enteró del fallecimiento de su vecino, con quien aseguró que "nunca" antes había tenido problemas. "No es verdad que yo le disparara a la cabeza. Si eso es verdad, que a mi madre le entre un cáncer malo ahora mismo", dijo. "Vengo a demostrar que no soy un asesino", insistió con convicción.

El procesado reconoció que sabía que la pistola que utilizó -una 20 milímetros- era de balas y no de fogueo. "Me la dio otro a cambio de dos escopetas. Yo quería la pistola porque nunca había tenido una", justificó. Del arma intentó deshacerse cuando la Guardia Civil lo sorprendió en Andújar, y su acto reflejo fue arrojarla a una chimenea encendida, aunque los agentes la aprehendieron y los peritos realizaron un análisis de balística cuyas conclusiones serán expuestas hoy ante el tribunal.

Buena parte del interrogatorio se centró en la adicción del procesado a los estupefacientes. El letrado de la acusación particular le planteó que en el procedimiento no consta su asistencia a ningún centro de desintoxicación. El Rafi lo negó: "Hasta hace un mes he consumido droga dura. Caballo, base, rebujito... Y desde que tengo uso de razón tomo porros. Estuve tres meses en Nueva Frontera, pero como estaba en busca y captura me tuve que ir. Y luego un año y medio en Proyecto Hombre", dijo. El Rafi dijo que "nunca ha sufrido una sobredosis", pero sí que en varias ocasiones sus "colegas" le han tenido que dar "algunas guantás" para hacerlo reaccionar.

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