defensa

Punto y final a medio año de emotiva espera

  • La Brigada Guzmán el Bueno X completa la vuelta de sus más de 300 efectivos en misión a Letonia tras la llegada el pasado 13 de julio de los 150 primeros

Las pequeñas Carmen y Marina sostienen unas pancartas caseras en las que se puede leer Bienvenido papi, mientras que una de las personas mayores que están con ellas se arranca con una estrofa del Bienvenidos de Miguel Ríos para matar los nervios. Esperan a Miguel Ángel Cuadrado, quien junto a otros 155 efectivos de la Brigada Guzmán el Bueno X (BRI X), con sede en Cerro Muriano, vuelven de la misión que comenzaron hace seis meses en Letonia. Los efectivos de la BRI X partieron en dos rotaciones de 335 efectivos a mediados del pasado mes de enero para dar el relevo en ese país a la Brigada Badajoz. Se trataba de la primera vez que efectivos de la Brigada participaban en una misión disuasoria de la OTAN, iniciativa que nació después de que los jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Atlántica, en la última Cumbre de Varsovia, acordaran desarrollar los acuerdos de Gales poniendo en marcha una respuesta concertada frente a las amenazas que pueda sufrir el Flanco Este de la Alianza -o lo que es lo mismo, Polonia y los países bálticos-.

No es la primera misión de Miguel Ángel. "Es la tercera misión", cuenta Mayca Delgado, su mujer y madre de Carmen y Marina. "Ha estado dos veces en el Líbano ya", añade. "Nunca se acostumbra una a estar seis meses sin él y sobre todo por nuestras hijas; porque es la primera vez que se va de misión con dos hijas. Eso es lo más complicado, sobre todo para él", relata. "Te gratifica saber que se va a ayudar a los demás", puntualiza.

Nervios a flor de pie también los de Ascensión Moyano, que espera a su marido, Manuel Antonio Ruiz, quien ha cumplido su cuarta misión. Ella en un primer momento se planteó ir a recogerlo a Sevilla, donde los efectivos de la Brigada han aterrizado a las 08:00, para posteriormente dirigirse en autobús hasta Córdoba, donde llegan aproximadamente a las 10:30. Se abren las puertas del bus y el primero en salir es Manuel Antonio, quien se funde en un beso con Ascensión. Debido a la misión a Letonia, como relata ella, él se ha perdido la graduación y el 18 cumpleaños de su hija Noelia, mientras que la familia se ha perdido el 50 cumpleaños de él. Frente a "perderte la vida tu familia, ganas experiencia, ganas compañeros...", cuenta Manuel Antonio, quien la primera vez que partió en misión fue a Bosnia. "Esta ha sido una misión totalmente distinta en la que hemos convivido con eslovenos, polacos, letones, canadienses...hemos trabajado como lengua madre el inglés, que ha supuesto un esfuerzo grande para nosotros, pero los retos están para eso, para superarlos", comenta para insistir en que "es la primera vez que hemos estado en los países bálticos, es la primera vez que se despliega con vehículos pesados y carros de combate Leopard y esta experiencia llena, llena mucho".

Tampoco es la primera misión para el subteniente Pedro Brenes. "Es la séptima; está saliendo en misión desde 1994, año en el que fue a Bosnia por primera vez", apunta María José Troya, su mujer, quien recibe a su marido junto a dos de sus tres hijos, Ismael y Pedro. "La primera vez que se fue mi padre tenía dos años y ahoya tengo 26. Esas idas las he ido viviendo de manera diferente; no es lo mismo cuando eres pequeño", relata con la voz entrecortada Ismael. "Lo sigue llevando fatal", añade la madre. "Cuesta mucho pasar sin él las navidades, la Semana Santa, pero bueno", destaca Pedro. "Esperemos que esta sea la última a la que vaya, porque ya le queda poco para irse a la reserva", apunta María José. Desde aquella primera vez en 1994 las comunicaciones entre los militares en misión y sus familias han cambiado "una barbaridad", relata ella. "Ahora nos hemos comunicado por vídeo-llamada todos los días, mientras que antes había que estar pendiente del teléfono a una hora establecida y había días en los que no se podía hablar porque no había línea. En la misión a Bosnia, por ejemplo, era complicadísimo", cuenta María José. "Es duro estar seis meses sin la familia -relata Pedro Brenes- pero allí tienes a otra familia; lo que se lleva uno es ese contacto personal. Cada misión es diferente y piensas que a la vuelta todo será mejor". "Parece que la familia de los militares somos como las de los toreros, que nos hacemos a esto y...", dice María José.

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