Premios para todos los gustos, galardones para las mejores agrupaciones a criterio del jurado, y que este año ha estado presidido por Pedro Funes. Los hombres y mujeres que han puntuado en todas las fases del concurso no lo tenían fácil a la hora de dictaminar los puestos de más arriba y abajo que las comparsas y chirigotas ocuparían al acabar la Gran Final. No era fácil porque, se quiera reconocer o no, la calidad de esta edición no ha estado a la altura del segundo certamen más participativo de cuantos se celebran.

Se pide respeto a la prensa a la hora de escribir sus crónicas y críticas en las páginas de periódicos y web digitales que han seguido el concurso, quizás pretendiendo que se calle la verdad que envuelve lo que se escucha en el teatro. Carnaval es libertad de todos y para todos. Por una parte se critica duramente la Ley Mordaza y por otra se pide silencio a los medios ante lo que escuchan.

Mordaza no hubo a la hora de animar a todos y cada uno de los grupos que tomaron parte en la última noche de coplas, un público entregado de principio a fin que y que supo saborear el buen hacer que todos los grupos ofrecieron para jugarse con su repertorio la clasificación final. Unos arriesgaron más y otros, en cambio, pecaron de prudentes.

En comparsas, la veteranía de Miguel Amate con su Piedra Escrita fue clave para alzarse con el primer premio y desde que arrancaron las primeras estrofas de la presentación ya se sabía a lo que venían. Realizaron la mejor actuación de todas las fases y tuvo la recompensa del triunfo final. El segundo premio se fue para la comparsa de Rafael Cámaras, Luna Llena, que, en su línea de los últimos años, también supo competir en la noche más reñida. A la comparsa de Pozoblanco, La Incorruptible, le faltó interpretar un repertorio más acorde para una noche de premios, aún así alcanzó la tercera posición. Tras ella, El Comedor, de Marcos Monje, una comparsa que gusta escuchar y que aunque no estuvo en los puestos de más arriba, si que ofreció algunos de los momentos más destacados de la noche. Filigrana, de Fernán Nuñez, cerro la clasificación en la modalidad de comparsas con el quinto premio.

En chirigota triunfó el ingenio, la coreografía, las buenas letras, música y la afinación de Las del Canal-illo, la chirigota femenina de Suso, agrupación que sabe que una final es mucho más que un mero pase puntuable y buscó el contacto con el público durante todo su repertorio, clave en una noche como estas. Le siguió la chirigota conocida como la de Los Mayas que este año se presentaban bajo el nombre de Los Trápalas, chirigota que con una mezcla de juventud y veteranía en sus filas ha conquistado el segundo galardón de la modalidad y que disfrutarán al máximo por sus años de trabajo y sacrificio para llegar a estar arriba.

Hasta Almodóvar se fue el tercer premio de chirigotas con En un país multicolor, una divertida agrupación que ya apuntaba maneras en anteriores ediciones. Mientras el cuarto premio se va para la localidad onubense de Villarrasa con los reyes magos de La chirigota más esperada, el quinto lo ocupa la chirigota de José Vacas El día que yo me jarte. Esta chirigota, a priori, se entendía que podía luchar por los máximos premios por la calidad que un año más ha presentado, esta vez con un tipo muy trabajado de madres y que han exprimido al máximo en todo su repertorio. Cierra la clasificación de la modalidad El Nervios, la chirigota de Antonio Navajas, que al igual que Vacas, luchaban con un tipo que daba mucho juego y el público disfrutaba con ellos. Donde no había duda era en la modalidad de coros, con el único participante, La gran fiesta. Un coro no al uso, sino adaptado a lo que Córdoba ya supo reconocer al autor del mismo, David Amaya. Ahora toca la calle y, anoche, Córdoba ya disfrutaba de sus agrupaciones de plaza en plaza.