Fiesta de los Patios

Paciencia, colas, calor... y flores

  • Miles de personas pasan por los recintos en una jornada de esperas y altas temperaturas en la que los barrios del Alcázar Viejo y Santa Marina son los que más visitantes reciben

Mochila, sombrero, mapa, botella de agua e incluso paraguas, pero no para la lluvia sino para resguardarse del sol que ayer hizo que las temperaturas superaran los 30 grados. Con ese kit, y con mucha paciencia, miles de personas se echaron a la calle en el primer sábado de la Fiesta de los Patios para disfrutar de los tesoros que guarda el medio centenar de recintos que este año entra en concurso, a los que hay que sumar la docena que no participa en el certamen. Los más previsores hacían cola desde antes de las 11:00 -hora de apertura- para entrar los primeros en el patio elegido.

La ruta del Alcázar Viejo es, como cada año, la más demandada y, en consecuencia, la que sufre más colas. "Hemos venido en el peor día", indicaba una mujer a su acompañante mientras esperaba para entrar en uno de los recintos de la calle Martín de Roa. Mientras tanto, un hombre explica que "antes la cola llegaba hasta el final de las escaleras". Se refería a la plataforma de madera que forma una de las vías de acceso al Alcázar Viejo y que llega desde Campo Santo de los Mártires hasta Martín de Roa 7 y 9. Entre los más mañaneros estaban Victoria y Enric, una pareja de Barcelona que este fin de semana visita la ciudad para conocer la Fiesta de los Patios. Esta joven tiene raíces cordobesas y, aunque no es la primera vez que viaja a Córdoba, nunca había estado en mayo. Antes de las 11:00 ya aguardaban en uno de los recintos de la calle San Basilio para luego descubrir el de Postrera, donde ya vivieron una espera de unos 20 minutos, y con la intención de dedicar la tarde a las zonas de Santa Marina y San Agustín y San Lorenzo.

Rozando las 14:00 continuaban las colas, que algunos grupos amenizaban con unas cervezas bien frías. A punto de cerrar, la de Martín de Roa, 2 llegaba hasta la esquina de San Basilio, mientras que la situada en el número 14 de dicha calle se aproximaba al Arco de Caballerizas. "Ahora sí que vamos a comer", aseveraba Lorenzo, un visitante de Madrid, al salir de uno de los patios. Acompañado por toda su familia, destacó "la dedicación que supone cuidar de tantas plantas" y también "la amabilidad de los propietarios que abren sus casas para que entren en ellas los turistas".

La locura de los Patios se extendió a los restaurantes, en los que ayer era casi imposible comer sin haber hecho reserva, o los hostales de la Judería, muchos con carteles de "lleno / full" colgando de sus puertas.

La jornada fue intensa en todas las zonas pero con especial incidencia en Santa Marina y San Agustín, donde recintos como Marroquíes, 6 figuran entre los más demandados. Su particular y clásica estructura hace que este patio de viviendas familiares y talleres de artesanía sea uno de los que más visitas recibe. De hecho, por la tarde la espera era de unos 40 minutos, un tiempo a pie quieto que se olvida al entrar a estos espacios, micromundos que demuestran que la paciencia conlleva un tiempo pero tiene su recompensa.

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