Córdoba

Meteorología pormenorizada

  • José Carmona, meteorólogo dependiente de Aemet en el aeropuerto cordobés, muestra cómo se realizan las mediciones de temperatura

Como cada aeropuerto, el de Córdoba también cuenta con una estación meteorológica propia, en este caso dependiente de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), cuya función es la de hacer mediciones de temperaturas, presión atmosférica y altitud a la que se encuentran las nubes e informes pluviométricos y recopilaciones de toda información térmica que sea necesaria para que el despegue y aterrizaje de los aviones no suponga ningún peligro para los pilotos. Los datos que se obtienen de estos análisis, algunos horarios y otros diarios, también son aprovechados por la Aemet para dar a conocer sus previsiones meteorológicas y registrar efemérides climatológicas, como la que se dio el pasado lunes 6 de julio, cuando los termómetros situados en la garita del parque meteorológico del aeropuerto llegaron a marcar 45,2 grados, la temperatura más alta en lo que va de siglo.

Juan Carmona, meteorólogo destinado por Aemet en el aeropuerto cordobés, abre las puertas de su lugar de trabajo a El Día y enseña, uno por uno, los aparatos de medición térmica que utiliza y los programas informáticos de los que se vale. "Todos los utensilios que conforman el parque meteorológico están caracterizados por su dureza -necesitan muy poco mantenimiento-, fiabilidad y precisión", asegura Carmona.

El parque meteorológico está formado por la garita, una estructura similar a un pequeño hórreo, fabricada con madera y situada a una distancia de 1,50 metros del suelo con una orientación Norte-Sur. El interior de la misma contiene dos termómetros -uno de máximas, que se activa a primera hora del día, y otro de mínimas, que se activa cuando el sol está cayendo-; un termohigrómetro -mecanismo giratorio de relojería que es sensible a la humedad y cambio de temperatura-; y un tubo evaporímetro piché que, como su propio nombre indica, mide la evaporación del agua. De ésta infraestructura es de donde se obtienen los datos más importantes que más tarde servirán para elaborar y dar predicciones meteorológicas. Las revisiones en la garita se hacen tres veces al día -a las 09:00, 15:00 y 20:00- y los datos que aporta son recogidos en el cuaderno de observación, que es enviado mensualmente a la delegación territorial que la agencia meteorológica tiene situada en Sevilla.

Carmona, a menudo, no sabe ni la hora en la que vive. Literalmente. Y es que, a diferencia de la inmensa mayoría de la población, él y sus compañeros se rigen por el horario solar. Exigencias de la profesión.

Además de los instrumentos que constituyen la garita, el parque también contiene un "termómetro de mínima" que está anclado a un soporte metálico y que se encuentra en el suelo. Éste indica una temperatura similar al que hay en el interior del falso hórreo y, según afirma el meteorólogo, "el pasado día 6 de julio sucumbió ante el enorme bochorno que hizo en la ciudad y, entre las 17:00 y 18:00, no registró ninguna temperatura ya que, al pasar de los 50 grados centígrados el mecanismo da error". "Ni éstos aparatos diseñados para medir temperaturas altas pueden con la calor cordobesa", exclama.

A su vez, el recinto cuenta con un pluviógrafo y pluviómetro sencillo para medir las precipitaciones, un anemómetro que calcula la intensidad de las rachas de viento y un evaporímetro diferente al anterior. En esta ocasión se trata de un pequeño tanque circular repleto de agua que, además de medir la evaporación, contiene otros dos termómetros -de máxima y de mínima- sumergidos para calcular la temperatura de dicho líquido. "El tornillo limnimétrico que se utiliza para medir la evaporación tiene una precisión muy buena, de décimas de milímetro. Una pasada", comenta Carmona.

Además del parque meteorológico, las dos cabeceras situadas en la recta de despegue del aeropuerto contienen sendas estaciones meteorológicas similares a la anterior. Todos los datos meteorológicos, una vez contrastados, se incluyen en el informe Metar, que ha de elaborarse cada hora. En él se describe la cantidad y altura de las nubes, en el caso de que las haya; la intensidad del viento, que es medida en nudos; y, lo más importante, la presión atmosférica que ayuda a los pilotos a regular su altímetro. Un mal cálculo de la presión conlleva a una mala regulación del altímetro y, lo más probable, a un accidente.

El de José Carmona es un trabajo minucioso, en el que la meticulosidad a la hora de manejar las cifras es esencial. Una labor no muy conocida y frecuente pero imprescindible para el sector de la aviación ya que cualquier cálculo erróneo puede desembocar en una catástrofe aérea como, lamentablemente, ha sucedido en más de una ocasión.

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