El XXXIV Concurso de Agrupaciones Carnavalescas ya tiene finalistas. La deliberación del jurado, presidido por el histórico autor de la fiesta Pedro Funes, consideró en la madrugada de ayer que en la noche soñada del próximo viernes estén presentes un total de seis chirigotas, cinco comparsas y un coro. El único cuarteto participante se queda fuera tras bajar considerablemente su nivel en semifinales con respecto a su magnífica puesta de largo en la primera ronda del concurso.

Como dice el dicho popular "para gustos, colores" y el certamen de agrupaciones, como todos los concursos, también entiende de ello y obviamente nunca llueve al gusto de todos. Siempre hay unos con careta alegre y otros con careta triste, siempre hay quien espera estar en lo más alto y quien lo conquista casi sin esperarlo.

El jurado es quien puntúa, quien sitúa más arriba o abajo de la tabla clasificatoria, no los que acompañan y corean al grito de "campeones, campeones", de quienes van a verte y se salen del teatro cuando cantan otras agrupaciones.

Tampoco hay que olvidar que lo que se puntúa es lo que se presenta este año, no el pasado, y en esta edición del certamen se pone de manifiesto que muchas agrupaciones locales han pisado las tablas con más nombre y peso histórico que con un repertorio a la altura de la calidad que están trayendo comparsas y chirigotas de la provincia y de otras tantas de capitales que visitan el carnaval cordobés.

Eso, al menos, es lo que se deduce de las sensaciones vividas durante las fases preliminares y semifinales. Esa es la reflexión a la que ha llegado el jurado, salvo las sorpresas que también las hay y es la reflexión a la que se debe llegar de cara a los próximos años. La ciudad goza de magníficos autores que atesoran una calidad exquisita en sus composiciones y quizás ha llegado el momento de exigir más. No mirar a otros carnavales, a otros coliseos, mirar a las tablas del Gran Teatro y rebuscar en el ingenio y la sabiduría para presentar al aficionado lo que verdaderamente demanda.

Córdoba tiene su sello propio y eso gusta cuando se canta bien y por derecho, tal es el caso de la comparsa de Miguel Amate, Piedra escrita, que en su vuelta apuesta por una musicalidad que reivindica el estilo de la comparsa tradicional e histórica de la ciudad de Córdoba, en el que no hacen falta grandes alardes de voces para conjugar un repertorio elegante y exquisito de principio a fin.

Tal es el caso, en esta misma modalidad, de la comparsa de Pozoblanco La incorruptible, que no es que sean la sorpresa de este concurso, sino que recogen en él lo que han venido sembrando en las últimas ediciones. A estas dos grandes comparsas se suman Luna llena, de Rafael Cámaras; El comedor, de Marcos Monje, y Filigrana, que viene de Fernán Nuñez.

La modalidad de chirigotas es la que goza de una mayor vitalidad en el concurso y aunque se han quedado fuera agrupaciones de gran nivel como la chirigota de San Lorenzo, Los Rodríguez; la chirigota de Cañete de las Torres o la chirigota ganadora el pasado año, las que han pasado a la gran final tendrán la oportunidad de luchar por los premios y harán el deleite del aficionado ante la batalla de coplas . Eso sí, más que sumar en el contexto general de las actuaciones, muy igualadas, puede que el factor sorpresa en las letras a presentar en pasodobles y cuplés sean la clave para estar más arriba o abajo de la clasificación final.

La suerte está echada, que ganen los mejores.