Cómics

Bajo la superficie

  • La variedad y el alcance de lo que tenemos hoy en las librerías son impresionantes y podemos acceder a cosas que antes ni soñábamos

Detalle de la portada de 'Maganta'.

Detalle de la portada de 'Maganta'.

En el club de lectura de cómic que coordino desde hace ya una década, el de la Biblioteca Central de Córdoba, ofrecemos historietas de diversas clases, estilos, temáticas y nacionalidades. El objetivo es proporcionar una visión lo más amplia posible del medio, y es algo que, año tras año, los miembros del club han valorado positivamente.

Uno de los comentarios más repetidos, y que más me satisface, vendría a ser algo así como: "Me gusta haber leído este cómic porque nunca me habría llamado la atención si lo hubiese visto en la librería, lo habría pasado por alto y me habría perdido algo realmente interesante".

Y bueno, lo anterior me sirve para señalar que el enorme torrente de novedades deja en el olvido no pocas obras de mérito. No es que sean invisibles, es que están tapadas por la actualidad, el ruido mediático y la urgencia.

Allá por los 80, cuando comencé propiamente a coleccionar cómics, el escaparate de novedades lo componían 30 o 40 cómics en total (entre álbumes, revistas para adultos y tebeos de grapa), por lo que resultaba relativamente sencillo (y mucho menos caro) estar al día de lo que iba saliendo.

¿Era mejor aquello que esta superabundancia? Obviamente, no. La variedad y el alcance de lo que tenemos hoy en librerías son impresionantes, y podemos acceder a cosas que en esa época ni soñábamos. El lado negativo es que ahora hay tanto que corremos el riesgo de ahogarnos.

Pensando en esto, me viene también a la cabeza esa escena del principio de El retorno de las Ti-Girls, la novela gráfica de Jaime Hernández, en la que Maggie y Ángel van al Salón Mensual del cómic y la primera se agacha, levanta el trapo que cubre una mesa y se pone a rebuscar en las cajas de tebeos que hay debajo. "Todo el que tiene dos dedos de frente -dice Maggie- sabe que el oro se encuentra cavando hacia abajo".

Así que, si me lo permiten, les voy a recomendar una novela gráfica que igual no acapara los focos, pero que bien merece que la busquen y le echen un vistazo. Es de Astiberri, una editorial que suele ser garantía de calidad y que apuesta frecuentemente por obras y autores con menos proyección mediática. El título en cuestión es Maganta, el regreso a la historieta de la alicantina Lola Lorente.

Lorente obtuvo en 2012 el premio a la autora revelación del Salón del Cómic de Barcelona con Sangre de mi sangre, un bello y perturbador relato lleno de aristas, sobre el difícil paso a la edad adulta, en el que destacaban una estética muy personal, la atmósfera enrarecida y la indagación psicológica de los personajes. La autora tardó cuatro años en componer aquella propuesta y ahora ha empleado casi diez en este otro "trabajo de orfebrería", como lo define la propia Astiberri.

Ahondando en un estilo gráfico alucinante, Maganta narra el regreso forzoso de la protagonista a su pueblo y al prejuicioso ambiente familiar, donde tendrá que enfrentar las habladurías, la soledad y la neurosis del fracaso. Un tebeo potente y con personalidad propia que recomiendo a todo lector inquieto.

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