Cómics

No es tan fiero el león como lo pintan...

  • 'Leo Verdura' (1986), de Rafa Ramos, es un león vegetariano muy manso, cuyas historietas se narraron en el suplemento infantil de prensa 'El Pequeño País' hasta el cierre de la revista

Detalle de la portada del volumen.

Detalle de la portada del volumen.

El refrán No es tan fiero el león como lo pintan significa que una persona o situación en realidad no es tan terrible como otras personas piensan o dicen que es. Precisamente, este refrán describe a la perfección al protagonista de una de las últimas novedades en cómics de 2020: el tomo integral de Leo Verdura, creado por Rafa Ramos (1943-2000).

El protagonista de Leo Verdura es un león vegetariano en cuyas aventuras podemos encontrar mensajes como el respeto por el medio ambiente, la tolerancia ante lo que resulta diferente, el pensamiento crítico y valores como la amistad y la familia... Se trata de una serie de historietas de corte humorístico y temática ecologista que se inició como tira cómica en blanco y negro bajo el título Felis, el león vegetariano (la primera entrega, por error, Félix), publicada semanalmente en el ejemplar dominical del periódico El País desde el 26 de enero de 1986.

A partir del 7 de agosto de 1988, la tira se convirtió en historieta de una página en color, pasando a publicarse hasta 2009 en el suplemento de historietas El Pequeño País con su título definitivo de Leo Verdura, al tiempo que se popularizaban la objeción de conciencia, el vegetarianismo y la lucha feminista. El personaje es una caricatura de todos esos estereotipos de la época. Y ahora, por primera vez, gracias al buen hacer de Norma Editorial, se publica un volumen que recoge todas las tiras de esta serie del autor Rafa Ramos, coincidiendo con el veinte aniversario de su fallecimiento.

Leo Verdura vive de ensaladas y de rugir para que los turistas puedan sacarle fotos al fiero rey de la sabana. Pero, Leo, fiero, lo que se dice muy fiero, no es. Solamente quiere que le dejen en paz. No obstante, Leo es padre de familia, y su esposa Katya le causa no pocos quebraderos de cabeza debido a las reticencias que tiene con respecto a traer carne a casa para ella y para sus hijos, los gemelos Stanley y Livingstone, a los que habría que sumarles un bebé gorila del que la pareja cuida como hijo adoptivo. También forma parte del elenco de la serie el leopardo Raad, amigo de Leo que tiene las funciones de hacer de apoyo para desarrollar las diversas situaciones y dar replica a las disquisiciones del león.

Hablar de Leo Verdura es hablar de su creador, Rafa Ramos, responsable de las tiras de este personaje junto a su mujer, Nieves Eguiluz, encargada de poner el color a las aventuras de este auténtico icono de la historieta española, demostrando que la historieta infantil podía ser tan inteligente, refinada y subversiva como los tebeos destinados al público adulto.

La edición, con casi 500 páginas a todo color, vienen acompañadas de un prólogo escrito por el dibujante Mikel Santos Belatz. Al final del volumen, encontramos páginas con bocetos y material adicional con el que haremos un repaso cronológico de los trabajos del autor, por ejemplo en la serie Hazañas Bélicas, cabecera en la que se transforma para adquirir un tono hiperrealista y muy detallado, muy similar al usado en otros títulos como Relatos de Guerra, Hazañas del Oeste, Historia de Navarra, Amaya o Galax, su incursión en la ciencia-ficción, utilizando diferentes estilos, hasta el punto de que su trabajo en otros títulos resultaría totalmente irreconocible para los lectores de Leo Verdura.

Reencontrarse con Leo Verdura supone un genial repaso a uno de los mejores cómics juveniles que se publicaron en las páginas del suplemento de El País, constatando lo bien que ha envejecido el enfoque de los temas que trata y el arte mismo de la obra.

Leo Verdura trata a sus jóvenes lectores como adultos, plasmando algunos temas sociales en sus viñetas, pero siguiendo el calendario escolar anual: los gags recurrentes sobre las notas, el verano, Navidad, etc..., acompañaban semanalmente a sus fans, le daban una gran coherencia interna al cómic y le guiñaban el ojo al lector de una forma muy inteligente. A pesar de los años transcurridos, apenas un par de chistes pueden provocar actualmente rechazo, lo cual es muy meritorio teniendo presente cómo han cambiado muchas sensibilidades en dos décadas.

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