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Crepúsculo esmeralda

  • El volumen recopila algunos de los hitos más importantes de la historia del policía espacial, desde la muerte de Superman al funeral de Jordan

Green Lantern, el policía espacial.

Green Lantern, el policía espacial.

Se dice que los 90 fueron una mala época para el cómic de superhéroes, y no es cierto. Es verdad que durante la segunda mitad de la década de 1980 se publicaron algunos de los títulos más celebrados de toda la historia del género, que autores como Frank Miller y David Mazzucchelli alcanzaron niveles de calidad insuperables, que fueron los años del desembarco en América de una generación irrepetible de escritores británicos (los Moore, Morrison, Gaiman y Milligan, por citar solo cuatro) y que la bonanza del mercado dio paso a un periodo de especulación editorial y una escalada de ventas que poco o nada tiene que ver con criterios puramente artísticos y sí con estrategias comerciales. Pero en los 90 hubo también espacio dentro del género para joyas creativas de primer orden: Los Invisibles, Marvels, Kingdom Come, Enigma, Supreme, etcétera. Esta especie de esquizofrenia ha de mirarse en perspectiva, y da cuenta de la vitalidad de unos años excitantes en los que se alumbraron propuestas tan antagónicas como Spawn y Madman.

En lo que a DC se refiere, y dejando de lado el prestigioso sello Vertigo, que nació y dio entonces sus mejores títulos, a poco que uno rasque se topa con obras de gran calado como el Starman de James Robinson, la JLA de Grant Morrison o El Espectro de John Ostrander, en las que los guionistas son los auténticos protagonistas. Lo mejor de este material va regresando poco a poco a librerías gracias al interés de ECC, que ha encontrado una mina en el pasado reciente de la editorial de Superman y Batman. En esta línea se enmarca el rescate del Flash de Mark Waid, del que se han publicado ya cinco gruesos tomos recopilatorios. El más reciente, Punto muerto, incluye los números 108 a 121 de The Flash, los 9 a 11 de Impulse, el 1 de The Flash Plus y el 1 de DC Universe Holliday Bash, en los que Waid, asistido por dibujantes como Óscar Jiménez, Humberto Ramos o Paul Ryan, sigue enriqueciendo el universo del velocista con una efectiva mezcla de elementos nuevos y tradicionales. La muerte de Barry Allen en Crisis en Tierras Infinitas hizo que el papel de Flash recayese en Wally West, y Waid desarrolló su personalidad con solidez, arropándolo con las aventuras de otros velocistas como Jay Garrick, Johnny Chambers o Jesse Quick, secundarios de lujo para una serie que es puro dinamismo.

De esos mismos años, aunque en un escalón cualitativo inferior, es el Green Lantern de Ron Marz, con quien el manto del policía espacial pasó de Hal Jordan al joven Kyle Rayner. La muerte de Green Lantern recopila algunos de los hitos más importantes de esta larga etapa, comenzando con las postrimerías de la muerte de Superman y terminando con el funeral de Jordan. Además de los episodios de Marz, la recopilación incluye colaboraciones de otros guionistas como Dan Jurgens, Geoff Johns y Karl Kesel, y el apartado gráfico lo completa un elenco de hasta diez dibujantes. Es la oportunidad perfecta para asomarse a un periodo convulso e injustamente valorado que merece una segunda lectura.

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