Ojos de fuego | Crítica

Regreso correcto a un King de los 80

Stephen King regresa a los cines con esta versión de 'Ojos de fuego'.

Stephen King regresa a los cines con esta versión de 'Ojos de fuego'. / D. S.

No creo que ningún autor vivo (y muy pocos fallecidos) haya sido adaptado más veces al cine que el prolífico Stephen King. Más de cien veces desde que De Palma lo llevó por primera vez a la pantalla con Carrie allá por 1976. Y en muchos casos con grandísima fortuna. Si estableciéramos un ranking de calidades tendríamos en primerísimo lugar y fuera de competición El resplandor de Kubrick (1980), porque es una de sus mejores novelas y sobre todo porque Kubrick es Kubrick. Tras ella estaría el primer nivel de muy buenas películas entre las que destacaría La zona muerta (Cronenberg, 1983), Cuenta conmigo y Misery (Reiner, 1986 y 1990), Eclipse total (Hackford, 1995), Verano de corrupción (Singer, 1998) y la excelente trilogía de Darabont, el más creativo, tras Kubrick, adaptador de King con Cadena perpetua, La milla verde y La niebla (1994, 1999 y 2007). Tras ellas hay adaptaciones estimables de artesanos del terror como Hooper (la miniserie El misterio de Salem’s Lot, Phantasma II y Alianza macabra, 1979 y 1995), Romero (Creepshow y La mitad oscura, 1982 y 1993) o Carpenter (Christine, 1983).

Ojos de fuego no pertenece ni al primer y excelente grupo, aunque no carece de interés. Pongámosla en el segundo. El siglo XXI no ha sido especialmente feliz en adaptaciones de King. La novela Ojos de fuego se publicó en 1980 y ha sido filmada anteriormente dos veces. La primera en 1984 por el mediocre Mark L. Lester con un reparto excepcional (Drew Barrymore, Freddie Jones, Martin Sheen, George C. Scott, Art Cartney, Louise Fletcher) pero un mediano resultado. La segunda en 2002 para televisión por el también mediocre Robert Iscove y un reparto más bien extravagante que unía a la actriz televisiva Marguerite Moreau con Malcolm McDowell y Denis Hopper. Esta tercera incursión –producida por la factoría Blumhouse– no mejora ni empeora la versión del 84 y es superior a la de 2002. La dirige el prometedor, tras su original debut con The Vigil (2019), Keith Thomas. Para narrar la historia de la joven que posee el don de dominar el fuego como arma de autodefensa (excelente trabajo de Ryan Kiera Armstrong, quizás lo mejor de la película), perseguida por una siniestra agencia gubernamental que quiere servirse de su poder y protegida por sus padres (Zac Efron y Sydney Lemmon), Thomas escoge la versión del 84 como referencia, quizás dentro del generalizado revival del cine de los 70 y los 80, enfriándola con una densificación estilística que busca unir intensidad, elegancia, un cierto distanciamiento y la concentración casi claustrofóbica que hizo la fortuna de The Vigil. El resultado es correcto, a ratos interesante, pero no logra incluirse en el top de adaptaciones de King pese a que se agradezca su contención tanto en el tratamiento como en el metraje. Un detalle simpático es que la música sea del director y compositor John Carpenter, ayudado por su hijo Cody Carpenter, como homenaje a su figura y reparación de su apartamiento de la versión de 1984 que en principio debía dirigir.         

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