Obituario | la sonrisa del cine, el teatro y la televisión se apaga a los 66 años

Verónica Forqué, una actriz con luz propia

Verónica Forqué (Madrid, 1955-2021).

Verónica Forqué (Madrid, 1955-2021). / EFE

Cuando apenas empezábamos a a digerir la marcha inesperada y dolorosa de Almudena Grandes, nos tropezamos ayer con que Verónica Forqué, también ella sexagenaria y luchadora, había sido encontrada sin vida en su casa madrileña.

En los últimos tiempos, la actriz había dado muestras de sufrir depresiones o algún tipo de trastorno mental, y nadie más que ella conocerá su lucha interior y la causa, si es que ha sido voluntaria, por la que ha decidido abandonarnos a los 66 años de edad.

Nacida en Madrid en 1955, hija del director y productor José María Forqué y de la escritora Carmen Vázquez Vigo, vivió siempre entregada en cuerpo y alma a una profesión a través de la cual ha sabido divertir y conmover a varias generaciones de espectadores. Era alegre, luminosa, serena, coqueta y dueña de una vivísima inteligencia con la que, en muchas ocasiones, le gustaba jugar a hacerse la ingenua.

Con su 'hija' Nadia de Santiago en 'Ali'. Con su 'hija' Nadia de Santiago en 'Ali'.

Con su 'hija' Nadia de Santiago en 'Ali'.

Su carrera en el cine comenzó en 1971 con Mi querida señorita, de Jaime de Armiñán y, aunque su padre fue uno de los principales responsables de sus primeros éxitos, dirigiéndola en películas como Madrid, Costa Fleming (1975), El segundo poder (1976) o El canto de la cigarra (1980), fue Pedro Almodóvar quien hizo que nos enamoráramos literalmente de su personalidad en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? y, más tarde, en Matador (1986)y en Kika (1993), por la que ganaría su cuarto Goya.

También con Manuel Iborra (con quien estuvo casada hasta 2014 y es el padre de su única hija, María) rodó películas como Orquesta Club Virginia (1992), El tiempo de la felicidad (1997), Clara y elena (2001) o La dama boba (2006).

En 'Bajarse el moro' de Colomo. En 'Bajarse el moro' de Colomo.

En 'Bajarse el moro' de Colomo.

Pero Verónica Forqué no ha sido solo la hija o la esposa de un director. Ni siquiera una chica Almodóvar. Su inmenso talento, especialmente para la comedia, ha dado sabrosos frutos con otros muchos directores. Entre ellos trabajó en La guerra de papá de Antonio Mercero (1977), Los ojos vendados, de Carlos Saura (1978), Se infiel y no mires con quién (1985), El año de las luces (1986) de Fernando Trueba, La vida alegre (1987) o Bajarse al moro (1989), de Fernando Colomo.

En 1993 protagonizó¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?, de Manuel López Pereira, donde encarnaba el papel de una reina del porno y, al año siguiente, trabajó a las órdenes de Fernando Fernán Gómez en Siete mil días juntos (1994). En 1998 consiguió un doblete en los Premios Goya, como mejor protagonista y mejor actriz de reparto, por la citada La vida alegre y por Moros y cristianos de Luis García Berlanga.

En los últimos años se ha puesto a las órdenes de directoras como Clara Martínez Lázaro (Hacerse mayor y otros problemas, de 2018) o Ángeles Reiné (Salir del ropero, de 2020). Siempre generosa, contribuyó en 2012 al debut como director de largometrajes del sevillano Paco R. Baños en Ali, donde daba vida a la madre de Nadia de Santiago.

Con una presencia más esporádica, también en el teatro demostró sus muchas aptitudes. Entre sus mayores éxitos escénicos se encuentran la versión teatral de Bajarse al moro, por la que su director, José Luis Alonso, recibió el Premio Nacional de Teatro en 1985; Las sillas, de Ionesco, dirigida por José Luis Gómez en 1997, y la inolvidable ¡Ay Carmela! (1987) de José Sanchis Sinisterra, por la que recibió el Premio de Teatro Ercilla y el Ojo crítico segundo milenio, de RNE y TVE.

'Kika' de Almodóvar, su cuarto Goya. 'Kika' de Almodóvar, su cuarto Goya.

'Kika' de Almodóvar, su cuarto Goya.

En los últimos años, cuando debido a su edad madura le costaba más conseguir papeles femeninos de envergadura, amén de hacer sus pinitos como directora de escena, con montajes como Adulterios, de Woody Allen, la actriz disfrutó mucho subiéndose a los escenarios. De hecho, en 2019 afirmaba que, en los momentos de depresión "fue el teatro el que me devolvió la vida; siempre he sido más feliz en el escenario que fuera de él".

La última vez que la vi fue en el Teatro Central de Sevilla, justo antes de la pandemia (en enero de 2020). Interpretaba, magníficamente, el papel de la madre en una familia que luchaba por mantenerse en pie. Era en Las cosas que sé que son verdad, una pieza del escritor australiano Andrew Bovell que dirigía Julián Fuentes Reta. La actriz obtuvo por dicho papel el premio Max a la mejor actriz protagonista, además de su tercer premio de la Unión de Actores. Entre otros reconocimientos, Veronica Forqué posee el Premio Feroz de Honor 2018 a toda su carrera y la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes desde 1999.

Pese a su triste final, yo la recordaré siempre alegre y serena, como cuando nos encontramos allá por 1987 en un avión casi vacío de Frankfurt a Delhi; ella camino del Ashran de Sai Baba (un gurú que hablaba de amor y de paz) en Puttaparti, yo a Kerala, a hacer una inmersión en las danzas del sur de la India.

Amante de la meditación y de la vida espiritual, Verónica me dijo: "¿Por qué no te vienes a ver mi santito?" Y yo, más tarde, descreída, fui. Allí compartimos días estupendos (también con su añorado hermano Álvaro) y puedo asegurar que su luz era mucho mayor al natural que en la pantalla o la escena. Descanse en paz.

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