'En guerra con mi abuelo' | Crítica

De Niro se sigue auto parodiando

Robert de Niro, en una escena de 'En guerra con mi abuelo'.

Robert de Niro, en una escena de 'En guerra con mi abuelo'.

O De Niro es un avida dollars, como Breton llamó a Dalí, o el hombre tiene unas cargas familiares inasumibles que le obligan a trabajar en lo que sea, o es un estajanovista de la actuación que no puede vivir lejos de una cámara. El caso es que su filmografía, desde que empezó a autoparodiarse en Una terapia peligrosa (1999) y Los padres de ella (2000), ofrece pocos títulos a la altura de su talento. En los 20 años de este siglo solo destacarían The Score, El buen pastor (que también dirige) y El irlandés (con todos los reproches que algunos hacemos al reiterativo Scorsese). Poca cosa para dos décadas.

Esta otra comedia en la que repite el personaje de gruñón que pertenece a otro tiempo -en este caso un abuelo que tras enviudar invade la habitación de su nieto con gran disgusto de este- se suma a la línea de comedia basada en la autoparodia en la que De Niro se ha y/o lo han encasillado. Amable y ligera, se deja ver si no se exige mucho y se tiene el corazón bien dispuesto para la Navidad.

La dirige Tim Hill, habitualmente dedicado a la animación (Garfield 2, Alvin y las ardillas, Bob Esponja: un héroe al rescate), como si no hubiera cambiado de registro. Dado que en la película aparece también el grandísimo Christopher Walken a uno le entra una inmensa nostalgia de los tiempos en que les unían películas como El cazador. Pero, insisto, casi estamos ya en Navidad, la película es amable en su liviandad y algunos chistes meta cinematográficos sobre el glorioso pasado del propio De Niro le ponen algo de pimienta. En fin… Mejor esto, por su falta de pretensiones y su voluntad de agradar, que la hueca fatuidad en falso blanco y negro de la tan alabada Mank. Muy duros serían los estudios y los Mayer, Goldwyn o Thalberg que Fincher caricaturiza, pero no habrían hecho con un actor tan grande como De Niro lo que el Hollywood de hoy, el mercado y él mismo han hecho.   

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