I Hate New York | Crítica

Nostalgia del 'underground'

Amada Lepore y Sophia Lamarco, protagonistas del documental 'I hate New York'.

Amada Lepore y Sophia Lamarco, protagonistas del documental 'I hate New York'.

Avalado por los hermanos Bayona, este documental del ubetense Gustavo Sánchez se ha rodado en condiciones bastante artesanales a lo largo de diez años (2007-2017) siguiendo a cuatro destacados personajes de la comunidad transexual neoyorquina: la diva y reina de la noche Amanda Lepore, su otrora amiga y ahora competidora de origen cubano Sophia Lamar, Chloe Dzubilo, figura del underground y activista comprometida, y su pareja la cantante y artista T(ara) de Long.

Con un formato de seguimiento e interlocución en momentos íntimos y públicos de su vida cotidiana, con testimonios contextualizadores de otros personajes del entorno, aderezada con músicas electrónicas de Arca o Sakamoto, I hate New York pretende erigirse en un alegato en favor de la libertad, un canto a una ciudad de acogida tolerante con la diferencia y reivindicar y dar voz singular a una comunidad tantas veces estigmatizada o ridiculizada. También, en lo que se me antoja lo más ambiguo y tal vez contradictorio de este retrato coral, rememorar con cierta nostalgia los años del verdadero underground lejos de toda atención mediática o corrupción comercial, al tiempo que celebrar la paulatina normalización e integración social de un colectivo marginado, como lo confirma la boda legal entre dos de nuestras protagonistas.

Pero tal vez lo más interesante sea comprobar cómo el trabajo del tiempo, esos diez años desde el arranque del proyecto hasta su montaje final, trasciende los meros cambios físicos, las distintas derivas personales o las transformaciones sociales o culturales para inscribirse en la tragedia a través de la muerte, indudable golpe de efecto emocional que resitúa todo el relato y lo pone en una nueva perspectiva.