Próxima | Crítica

Mujer, madre y astronauta

Eva Green, en una imagen de 'Próxima', de Alice Winocour.

Eva Green, en una imagen de 'Próxima', de Alice Winocour.

La perspectiva femenina y el discurso feminista se adentran poco a poco en relatos y ámbitos hasta ahora exclusivos para el hombre, y esta Próxima de Alice Winocour (Augustine, El protector) es una buena muestra de ello. Se trata aquí de poner el foco en Sarah, una mujer astronauta del Programa Espacial Europeo que finalmente va a salir en una expedición a Marte, y hacerlo no desde la épica aventurera o la trascendencia existencial propias del género, sino desde la prosa y la rutina de la preparación y lo cotidiano y, sobre todo, desde la condición de una madre cuya preparación física y psicológica para la odisea extraterrestre tiene como principal escollo emocional la gestión de la separación y la despedida de su hija.

Próxima se debate así entre el retrato de una mujer fuerte y decidida en un mundo masculino, retratado en ocasiones con ese exceso rayano en la caricatura hostil, y el particular duelo anticipado ante la ruptura del vínculo materno-filial, todo ello entre imágenes concretas, toscas incluso, y apenas sublimado por una música de Ryuichi Sakamoto que nos recuerda que las estrellas y planetas están ahí fuera aunque los problemas y conflictos siguen siendo íntimos y personales.

Eva Green sostiene con cierta fortaleza a su personaje, mientras a su alrededor, sus compañeros de expedición (con Matt Dillon al frente), su comprensivo ex-marido (Eidinger) o la psicóloga de la Agencia (Hüller) intentan equilibrar las relaciones con una hija (Zélie Boulant) que se impone como el personaje más redondo e interesante de la función.

Destinada a ocupar su lugar singular entre las cintas de género espacial sin salir de la Tierra, Próxima señala demasiado sus intenciones reivindicativas y su gran tema pero se olvida de trascenderlos desde la forma o la puesta en escena.