Llenos de gracia | Crítica

La hermana Machi y los huerfanitos

  • La popular actriz encarna a una monja poco ortodoxa capaz de redimir a un puñado de huérfanos rebeldes a golpe de balón y mano blanda. 

La hermana Machi y los huerfanitos.

La hermana Machi y los huerfanitos.

Misma tipografía y mismos colores en el cartel, Carmen Machi omnipresente, niños huérfanos y algo picarones, fútbol, humor de sacristía, nostalgia noventera (de Caminero a Marta Sánchez) y mensajes edificantes. La comedia veraniega española apuesta sobre seguro en su intento de atraer a la familia completa a las salas y Llenos de gracia no es excepción, al contrario, asume el molde con tanta candidez como confianza en las prestaciones de unos chavales deslenguados, pajilleros y a la postre domables y angelicales y una Machi que sigue aquí en su papel de madre superiora y fumadora capaz de redimir al más díscolo de los rebeldes.

Lo mejor que se puede decir de la película que dirige Roberto Bueso (La banda) es que sus niños y lo que dicen parecen casi de verdad, incluso en su calculado diseño multicultural de manual de corrección contemporánea. Alguno hará carrera en el cine o las series y la mayoría podrá contar que salió en una película taquillera. Lo peor, por no hacer demasiada sangre, lo encontramos en el desgastado y previsible molde argumental (partido a partido, lección a lección) y en ese falseamiento de la cordialidad y el buen ambiente en una institución de la iglesia frente a la demonización de los hospicios laicos, licencia sin la que la caricatura y el buen rollo redentor no funcionarían en esta comedia de digestión ligera e ilusiones de campamento de verano.