La vida por delante | Estreno en Netflix

No sin mi madre

El joven Ibrahima Gueye y Sophia Loren en una imagen del filme.

El joven Ibrahima Gueye y Sophia Loren en una imagen del filme.

Seguramente no estaríamos hablando de esta película de no ser por la presencia estelar, el retorno, quién sabe si la última aparición, de Sophia Loren, a la sazón madre de Eduardo Ponti, el director, el único, quién si no, que ha conseguido que la gran diva del cine italiano salga de su plácido retiro en los últimos años.

La vida por delante le ofrece además un papel a su medida, a su edad (no disimulada) y a su pasado, un cuento post-neorrealista donde caben todos los elementos para que el algortimo de Netflix encuentre a su público potencial en la oferta de la plataforma: un canto amable a la diversidad, la maternidad, la solidaridad y la memoria histórica (Auschwitz resuena muy de fondo y por los pelos en el relato) reconstruido en un Bari multicultural y popular a partir de la novela de Romain Gary.

Los mimbres marcados de la operación, unidos al barniz ocre que embellece y pone distancia, hacen de esta Vida por delante un cuento tan bienintencionado como alejado de toda realidad o complejidad relativa al verdadero trauma de la orfandad, la inmigración, el desarraigo, la delincuencia o la marginalidad en el mundo moderno. Lo justo y necesario para que sus mensajes cándidos funcionen sin fisuras en una historia cargada de empujoncitos y moralejas en la que, en efecto, la Loren termina siendo el principal espectáculo, acarreando con peso y consistencia la experiencia y el sedimento de tantos personajes interpretados a lo largo de su carrera como único aliciente de un filme destinado a caer en el saco de la intrascendencia.