El comensal | Crítica

Plomo sobre plomo

Susana Abaitua y Ginés García Millán en una imagen del filme.

Susana Abaitua y Ginés García Millán en una imagen del filme.

Tras La línea invisible, Patria y Maixabel, sigue abierta la veda para las ficciones sobre los estragos de ETA y ese escurridizo y ambiguo propósito de “cerrar heridas” en la sociedad española. El regreso de Ángeles González-Sinde, sin rodar desde 2008 (Una palabra tuya) y después de su paso sin pena ni gloria por el Ministerio de Cultura, viene de la mano del libro de Gabriela Ybarra, nieta del industrial Javier de Ybarra secuestrado y asesinado en 1977, una novela autobiográfica sobre el trauma familiar contado a través de su mirada y la de su padre.

Como Maixabel, la cinta se parte en dos con la fecha del cese de la acción armada de la banda terrorista (2011) como punto de inflexión desde el que narrar los acontecimientos y lugar desde el que iniciar también un doble proceso de duelo que incluye la enfermedad y la muerte de la madre (Ozores) de nuestra protagonista (Abaitua) y esposa del hijo del empresario (García Millán). El comensal se abre así a un torpe y errático mecanismo narrativo de ida y vuelta que intenta hilvanar los dos tiempos en busca de una catarsis liberadora. Todo pasa por hacer un nuevo ejercicio de memoria histórica que revele a las nuevas generaciones lo que fue el terror de ETA en los años de plomo de la Transición y cómo éste afectó a las vidas íntimas de las familias que se vieron extorsionadas, golpeadas por la muerte y expulsadas de sus lugares de residencia.

Todo tan didáctico como explícito, tan encorsetado como artificioso y falto de verdadera emoción, en parte por culpa de la clásica puesta en escena meramente ilustrativa, trufada de muletas, subrayados y desfallecimientos, y también por una cuestionable dirección de actores que, a excepción de Adriana Ozores en un personaje apenas dibujado, no brilla precisamente por la credibilidad, el naturalismo o la fluidez. El conjunto se resiente además de un cierto estancamiento y una innecesaria dilatación que hacen de este un filme bastante menor dentro de los que han abordado el terrorismo y sus secuelas en nuestro cine reciente.