Cine | Crash

Algo pegado al salpicadero

  • Continúa la celebración del 25 aniversario de ‘Crash’ de David Cronenberg con un nuevo lanzamiento doméstico para coleccionistas repleto de extras

James Spader y Holly Hunter, en una escena de ‘Crash’ (1996).

James Spader y Holly Hunter, en una escena de ‘Crash’ (1996). / A Contracorriente Films

La edición del Festival de Cannes de 1996 se saldó con una polémica que quedó velada en su momento pero que no tardó en convertirse en verdadera comidilla del mundo cinéfilo. Tal y como confesaron posteriormente algunos miembros del jurado (entre los que se encontraban el director Atom Egoyan, la actriz Nathalie Baye y el escritor Antonio Tabucchi), la decisión del mismo respecto a la Palma de Oro concedía el máximo galardón del certamen a Crash, de David Cronenberg. Sin embargo, la opción mayoritaria del jurado encontró la frontal oposición de su presidente, Francis Ford Coppola, quien hizo valer su derecho al veto para anular la votación. Ante la negativa en redondel director de El padrino, se le concedió finalmente a Crash el Premio Especial del Jurado, que conceden los miembros del mismo sin la intervención del presidente. La Palma de Oro fue finalmente para Secretos y mentiras, de Mike Leigh, mientras que Lars von Trier se llevó el Gran Premio del Jurado por Rompiendo las olas. Según se filtró más tarde, Coppola se limitó a señalar que una película como Crash no podía ganar la Palma de Oro, si bien no pocos cineastas consideraron el palmarés una oportunidad perdida para hacer valer la libertad creativa de los cineastas por encima de las exigencias de la industria (así es: en los años 90, mucho antes de que aparecieran las plataformas, todavía se debatía sobre estas cuestiones). El fallo del jurado valoraba la “audacia y originalidad” del filme como méritos para el Premio Especial, pero puede decirse que el tiempo le ha dado la razón a Coppola: escenas como la que presenta a James Spader acariciando una cicatriz que luce Holly Hunter como si de una vulva se tratase resultan, veinticinco años después, difíciles de digerir para un público no pequeño. En cualquier caso, pocas películas obedecen al título de culto con el entusiasmo de Crash: la reposición en las salas el pasado enero abrió una celebración por el 25 aniversario irremediablemente deslucida en un trance bien duro de la pandemia, aunque la celebración continúa. A Contracorriente Films acaba de poner a la venta una edición doméstica para coleccionistas en formato UHD 4K y con, atención, siete horas de material extra. Así que hay para recrearse a gusto.

David Cronenberg, con James Spader a sus espaldas, en el rodaje de la película. David Cronenberg, con James Spader a sus espaldas, en el rodaje de la película.

David Cronenberg, con James Spader a sus espaldas, en el rodaje de la película. / M. G.

En Crash, David Cronenberg adaptaba con escalofriante fidelidad la novela del mismo título publicada por el escritor británico J. G. Ballard (1930-2009) en 1973. Respecto a la novela, el crítico de The New York Times la despachó con esta afirmación:“Es el libro más repulsivo con el que he tenido ocasión de cruzarme”; con lo que el punto de partida resultaba, cuanto menos, arriesgado aunque, por otra parte, en absoluta cohesión artística con la enfermiza mirada al mundo de David Cronenberg. Tras haber narrado el fin del mundo en distopías diversas, lo mismo a base de civilizaciones sumergidas, sequías agudas y extraños fenómenos que convertían en cristal cualquier rastro de materia orgánica, Ballard decidió escribir una historia centrada en la sinforofilia, una parafilia en la que la excitación sexual procede de la contemplación de desastres trágicos. En Crash, un hombre (llamado James Ballard) y una mujer que se conocen en un accidente de tráfico (en el que la mujer pierde a su marido) comparten una relación basada en la excitación sexual que les producen las colisiones automovílísticas que presencian y en las que participan, hasta extremos aterradores aunque con un final extrañamente luminoso y redentor. La crítica consideró además que Ballard se había apartado definitivamente de la ciencia-ficción, género contra el que el mismo autor se había mostrado esquivo, si bien el propio novelista manifestó que su novela, “una exageración propia de una época exagerada”, advertía de “los riesgos que entraña la fascinación por la tecnología”. Si se trataba de demostrar que es posible escribir ciencia-ficción desde la renuncia a la anticipación y desde el más absoluto presente, Ballard dio en el blanco.

La película ha sido restaurada en formato UHD 4K con siete horas de material extra

Resultaba hasta cierto punto previsible que, tras adaptar El almuerzo desnudo de William Burroughs en 1991, David Cronenberg hiciera lo propio con Crash, novela deudora de la anterior en diversos sentidos. Lo que resultaba menos previsible es que el resultado fuera un filme tan insobornablemente explícito, repleto de sexo y más sexo en vehículos destrozados, chatarra, instrumentos ortopédicos, goma quemada, golpes a mansalva y una imaginación malsana. Pocas películas han demostrado el poder del cine a la hora de conducir a lugares incómodos. Ahora, hay material de sobra para desquitarse en casa. Si es que a alguien le quedan ganas.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios