LAS BRUJAS | CRÍTICA DE CINE

Regresan las brujas de Roald Dahl

Anne Hathaway ofrece una excelente interpretación.

Anne Hathaway ofrece una excelente interpretación.

El siempre desconcertante, atractivo y políticamente incorrecto Roald Dahl conoció un inmenso éxito tanto con sus guiones para cine y televisión (entre ellos dos basados en obras muy distintas de Ian Fleming: Solo se vive dos veces y Chitty Chitty Bang Bang) y sobre todo con sus estupendos libros infantiles, a veces situados en la frontera con lo adulto por su carácter oscuro, que tuvieron, y cómo esta película demuestra siguen teniendo, populares adaptaciones cinematográficas, casos de Gremlins, James y el melocotón gigante, Charlie y la fábrica de chocolate, El gran gigante bonachón, Matilda o esta Las brujas dirigida por el más que estimable Zemeckis, el maestro del cine fantástico desde la ya lejanas Regreso al futuro y ¿Quién engañó a Roger Rabbit? hasta Polard Express y Cuento de Navidad pasando por Forrest Gump; con Guillermo del Toro como coguionista, y este y Alfonso Cuarón como coproductores.

Buenos talentos sumados que dan un resultado más que interesante. Ni mejor ni peor que su precedente versión producida y en parte diseñada por el genial Jim Henson y dirigida por el outsider Nicholas Roeg, extraordinario director de fotografía de Lejos del mundanal ruido de Schlesinger o Petulia de Lester y creativo pero sumamente desigual director de Performance, Walkabout, El hombre que cayó a la Tierra o el considerado clásico moderno del cine de terror Amenaza en la sombra. Un director interesante pero sobrevalorado cuya versión de la novela de Dahl, su único trabajo claramente comercial, disgustó tanto al escritor por cambiar el final que prohibió que en adelante sus obras fueran llevadas al cine.

La comparación entre ambas es interesante. La versión de Roeg, sobre todo en su arranque, tiene más fuerza perturbadora. Después cae un poco -con relación a la materia tratada- en peluches Barrio Sésamo. Y cuenta con la presencia siempre poderosa de Anjelica Huston. La versión de Zemeckis es más fiel a la letra de Dahl, pero menos a su espíritu por su carácter de entretenimiento familiar. Lo que no deja de ser curioso al estar Guillermo del Toro de por medio. En ningún momento se siente el escalofrío que produce el relato inicial de la abuela aleccionando a su nieto sobre el odio que las brujas sienten por los niños y los peligros que representan al estar infiltradas como mujeres normales en la cotidianidad. Con el desasosegante detalle de la niña que acaba atrapada en un cuadro. Y quizás le sobre -por sospecha de oportunismo políticamente correcto- la transformación del niño inglés y la abuela noruega -lo que tiene su importancia por corresponderse a la biografía de Dahl- en afroamericanos que viven, no en Inglaterra, sino en los Estados Unidos de las luchas por los derechos civiles de los años 60 (aunque hay que agradecerle que gracias a ello tengamos una muy buena interpretación de Olivia Spencer). También la desculpabilización de la mujer como bruja entra en lo políticamente correcto y evita las críticas de misoginia que sufrieron tanto la novela de Dahl como la película de Roeg, Anne Hathaway hace una excelente interpretación en un registro por completo distinto al de la Huston, pero válido aunque menos agresivo.  ecerle que gracias a ello tengamos una muy buena interpretación de Olivia Spencer). También la desculpabilización de la mujer como bruja entra en lo políticamente correcto y evita las críticas de misoginia que sufrieron tanto la novela de Dahl como la película de Roeg, Anne Hathaway hace una excelente interpretación en un registro por completo distinto al de la Huston, pero válido aunque menos agresivo. 

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