Crítica 'La playa de los ahogados'

Nueva intriga radiofónica

la playa de los ahogados. Intriga, España, 2015, 96 min. Dirección: Gerardo Herrero. Guión: Domingo Villar, Felipe Vega. Fotografía: Alfredo Mayo. Música: Lucio Godoy. Intérpretes: Carmelo Gómez, Antonio Garrido, Tamar Novas, Celso Bugallo, Celia Freijeiro, Marta Larralde, Luis Zahera, Carlos Blanco, Pedro Alonso, Fernando Morán.

Woody Allen, Hong Sang-soo, Takashi Miike y Gerardo Herrero: los cuatro cineastas que ruedan y estrenan con más regularidad en el planeta. Tres de ellos son buenos e incluso extraordinarios. Averigüen el que no lo es. Correcto. ¿Y por qué? Pues porque después de casi 20 películas, a ritmo de una por año, aún no ha aprendido a dominar eso que se llama contar una historia con imágenes, entre otras cosas.

Basada en la novela policíaca de Domingo Villar, La playa de los ahogados intenta dar vida a las pesquisas del inspector Caldas para resolver un crimen cuando aparece un cuerpo en la playa de una pequeña localidad pesquera de las Rías Baixas.

Carmelo Gómez se nos antoja una elección plausible para el personaje, aunque no podía faltar a su lado un compañero de fatigas impulsivo y gracioso al que Antonio Garrido se empeña en sabotear desde el minuto uno. El resto, como suele ocurrir en estas operaciones de coproducción autonómica, consiste en un elenco de conocidos rostros y voces del cine gallego.

La cuestión, empero, es otra; a saber, la de siempre. Todo desvelamiento de información, toda sensación de misterio, todo suspense, son siempre dichos, redichos y explicados con palabras, a lo sumo lanzados en rutinarios flash-backs desde un diálogo, antes que enseñados, mostrados, sugeridos o encadenados a través de alguna estrategia de puesta en escena o de montaje. En resumen, seguimos anclados a ese cine radiofónico en el que podríamos estar tan o tan poco entretenidos escuchándolo que viéndolo.

Dice Carmelo Gómez que se retira del cine, que los jóvenes guapos y televisivos se han comido el pastel en el nuevo modelo de producciones. No le falta razón, aunque él se comió el suyo, y varias raciones, a lo largo de la década de los 90. La industria del cine, que es así de cruel. Y mientras tanto, Herrero, a lo suyo. Ya estará rodando la siguiente...

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