Crítica 'Black Mass'

Guerras civiles gansteriles

BLACK MASS. Thriller, EEUU, 2015, 122 min. Dirección y guión: Scott Cooper. Intérpretes:  Johnny Depp, Benedict Cumberbatch, Dakota Johnson, Juno Temple, Sienna Miller, Joel Edgerton, Guy Pearce, Jesse Plemons, Rory Cochrane. Fotografía: Masanobu Takayanagi. 

James Joseph Whitey Bulger, actualmente en prisión, es un gánster americano-irlandés que actuó desde 1975 hasta 1999 como informador del FBI gracias a un pacto establecido con la Agencia a través del agente federal John Connolly, crecido en el mismo miserable barrio irlandés de South Boston. El tercer eje del pacto era el hermano de Whitey, Billy Bulger, presidente del Senado de Massachussets. El peligroso pacto estaba basado en la lealtad entre quienes compartían un modesto origen irlandés a partir del que se habían labrado grandes carreras en el FBI, la política... o el crimen. Connolly le vende al FBI que Whitey Bulger, al que presenta como un delincuente menor, es un informador clave en la lucha contra la mafia italo-americana. Y Whitey Bulger, gracias al paraguas que la Agencia le ofrece, aprovecha la lucha contra los capos italianos para convertirse en uno de los gánsteres más poderosos de Boston. Poco a poco el agente Connolly, cegado por la ambición y un enfermizo sentido de lealtad a la sangre irlandesa, acabará siendo un instrumento manipulado por el delincuente.

Si no fuera una historia real, muchos de cuyos protagonistas aún viven, parecería un guión exagerado. Conspiraciones, infiltrados, agentes y políticos corruptos, luchas entre mafias, amistad, lealtad, sacrificio, el IRA… Todos los ingredientes mafiosos coppolianos y scorsesianos unidos, con un toque étnico-criminal a lo James Gray y un tratamiento ético-trágico a lo Eastwood, en una película que en sus mejores momentos recuerda a Lumet. Scott Cooper, que ya había ofrecido las muy estimables Corazón rebelde y Out of the Furnace, no alcanza estos referentes, pero crea una obra que no los traiciona.

Sus méritos son un clima contenido, una gran tensión trágica, la violencia necesaria -a veces extrema- para caracterizar la dureza despiadada de personajes y situaciones, una tensa y eficaz banda sonora de Tom Holkenborg, una atmósfera debidamente cruda y opresiva creada por el director de fotografía Masanobu Takayanagi y unas grandes interpretaciones de un reparto de lujo que une los talentos de Joel Edgerton, Benedict Cumberbatch, Dakota Johnson, Kevin Bacon, Peter Sarsgaard, Guy Pearce y un Johnny Depp que parece renacer como actor tras las payasadas caribeñas o las que han arruinado tantas películas de Tim Burton. Transfigurado/desfigurado casi excesivamente, como a él le gusta pero esta vez al servicio de la película y no sólo al de su ego, es su mejor trabajo desde Descubriendo Nunca Jamás, casi comparable a su gran creación gansteril en DonnieBrasco.

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