Muere Olivia de Havilland

Adiós a Lady Marian, Catherine y la dulce Melania

  • Fallece a los 104 años una actriz inmensa cuya carrera tuvo la suerte de desarrollarse en el esplendoroso Hollywood de los grandes estudios 

Fue Lady Marian en 'Robín de los bosques', uno de sus mejores papeles.

Fue Lady Marian en 'Robín de los bosques', uno de sus mejores papeles.

Pues va a resultar que es verdad que todos somos mortales, sin excepción. Porque si Olivia de Havilland ha muerto hoy es que no hay quien se libre, que no hay excepciones, que no hay inmortales por mucho que los señores de la Académie Française se empeñen en llamarse a sí mismos "les immortels". Había nacido la actriz cuando mediaba la Primera Guerra Mundial, en 1916, luego ha fallecido con 104 años. La noticia de su muerte, por ello, irá acompañada de las coletillas de "la última del Hollywood dorado" o "la última del reparto de Lo que el viento se llevó". Pero su relevancia no viene dada por su larga vida, ni por la ilusión de eternidad que nos daba saberla viva, sino por dos cuestiones en principio contradictorias: su inmenso talento como actriz, y la suerte que tuvo de poder desarrollarlo en el Hollywood del esplendor de los grandes estudios, y su inteligente valor al atreverse a desafiar el poder de esos mismos estudios que la encumbraron.

Lo de la longevidad es cosa de familia. Su padre -un abogado inglés que ejerció en Tokio, donde la actriz nació- falleció a los 96 años, su madre a los 89 y su hermana, la también actriz Joan Fontaine, a los 96. La mala relación entre las hermanas es legendaria. Rompieron del todo en 1975, pero la animosidad se remontaba a su infancia y sobre todo a su competencia por el Oscar en 1942, arrebatándoselo Joan por Sospecha de Hitchcock frente al Si no amaneciera de Leisen que interpretaba De Havilland. Grandes las dos hermanas, parece que lo del talento, como la longevidad en la que Olivia fue campeona, también es cosa de familia.

Con Errol Flynn interpretó entre 1935 y 1941 una serie de hoy míticas películas de aventuras. Con Errol Flynn interpretó entre 1935 y 1941 una serie de hoy míticas películas de aventuras.

Con Errol Flynn interpretó entre 1935 y 1941 una serie de hoy míticas películas de aventuras.

Su talento como actriz lo demuestra su filmografía. Sus inicios parecen un guión convencional de golpe de suerte y ascenso de una suplente a primera actriz. Con 18 años, siendo una actriz aficionada que pensaba ser maestra, interpretaba el papel de Puck en El sueño de una noche de verano en el Saratoga Community Theatre. Vio la obra un asistente del gran director teatral y cinematográfico alemán Max Reinhardt, que se había exiliado huyendo del nazismo y preparaba la misma obra para su representación en el Hollywood Bowl. Impresionado, la recomendó como segunda suplente de la estrella Gloria Stuart (la anciana superviviente del Titanic de Cameron, por cierto). Pero he aquí que la Stuart abandonó el proyecto, que su primera suplente también lo hizo y que la joven De Havilland, que no pensaba ser actriz, acabó interpretándolo. Y la cosa no quedó ahí. La Warner ofreció a Reinhardt llevar al cine su producción de El sueño de una noche de verano y De Havilland entró así por la puerta grande del estudio que le ofreció un contrato de siete años.

Melania en 'Lo que el viento se llevó'. Melania en 'Lo que el viento se llevó'.

Melania en 'Lo que el viento se llevó'.

De la noche a la mañana, vista su calidad interpretativa y la fotogenia de su belleza, se vio como cabecera de reparto junto a la gran estrella masculina del estudio, Errol Flynn, interpretando con él, entre 1935 y 1941, una serie de gloriosas y hoy míticas películas de aventuras: El capitán Blood, La carga de la Brigada Ligera, Robín de los bosques -la mejor de todas-, Dodge ciudad sin ley, La vida privada de Elizabeth y Essex, Camino de Santa Fe y Murieron con las botas puestas, todas dirigidas por Michael Curtiz menos la última, que lo fue por Raoul Walsh. Pero mientras tanto habían pasado cosas. El mismo año 1939 en que, cedida a O'Selznick, triunfaba en Lo que el viento se llevó logrando una nominación al Oscar, Warner la relegó a un lugar secundario frente a su gran estrella femenina, Bette Davis, en La vida privada de Elizabeth y Essex. Esto la enfureció y demandó al estudio por perjudicar su carrera relegándola a papeles rutinarios y en algún caso secundarios, exigiendo no verse obligada a aceptar los papeles que el estudio le ofrecía. Enfrentarse a Warner u otro gran estudio a principios de los años 40 era casi un suicidio. De Havilland lo hizo y ganó, aunque le costó tres años sin interpretar una película. Y sentó un precedente legal conocido como "la decisión De Havilland" que benefició a muchos actores.

Retomó su carrera en 1945 y, si brillantes fueron sus años Warner junto a Errol Flynn, casi los superó con títulos como La vida íntima de Julia Norris (1945, Leisen) que le valió un Oscar -curiosa y valiente actitud de la Academia premiando en su regreso a la actriz que había desafiado a Warner-, A través del espejo (Siodmak, 1946) en la que interpretaba dos papeles, Nido de víboras (Litvak, 1948) y la que tal vez sea su mejor y más recordada interpretación junto a las de Lady Marian en Robín de los bosques y Melania Hamilton en Lo que el viento se llevó: la desdichada Catherine Sloper de La heredera (1949), la obra maestra de William Wyler basada en Washington Square de Henry James. Su extraordinaria interpretación le valió su segundo Oscar.

En 'La heredera' de Wyler, tal vez su mejor papel. En 'La heredera' de Wyler, tal vez su mejor papel.

En 'La heredera' de Wyler, tal vez su mejor papel.

Cosas de la vida y del cine, en los años 50 su carrera declinó. Pese a su inteligencia había cometido algunos errores -como rechazar los papeles de Blanche en Un tranvía llamado deseo ("una dama no habla así", dijo) y el de la mujer de Stewart en Qué bello es vivir- y el cine cambiaba. Sólo Mi prima Raquel (Koster, 1952), No serás un extraño (Kramer, 1955) y La noche es mi enemiga (Asquith, 1959) le ofrecieron papeles interesantes. Su ritmo de trabajo fue decayendo. Su vida también cambiaba. Se había casado en 1955 con Pierre Galante, el rico editor de la revista Paris Match, estableciéndose en París, donde ha fallecido. Su despedida del cine como primera actriz fue curiosa: Aldrich la unió a su vieja enemiga Bette Davis para el thriller esperpéntico Canción de cuna para un cadáver. Tras eso sólo hizo cameos, dedicándose esporádicamente al teatro y la televisión.

En 'Si no amaneciera' con Paulette Goddard y Charles Boyer. En 'Si no amaneciera' con  Paulette Goddard y Charles Boyer.

En 'Si no amaneciera' con Paulette Goddard y Charles Boyer.

Su odiada hermana Joan Fontaine dijo, refiriéndose a sus batallas: "Me casé la primera, gané un Oscar la primera, tuve un hijo la primera. Si me muero, ella estará furiosa porque otra vez le habré ganado". Pues ganó. Joan falleció en 2013 y Olivia lo ha hecho ahora. Espero que hayan firmado la paz por fin.

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