Cultura

Los cantes de cabecera de Marina

  • La intérprete granadina abre esta noche las puertas del Maestranza con un recital preñado de homenajes.

Marina sabe bien lo que se hace. "Ya me encargaré yo de que cuando acabe el concierto se hable de mí. Yo voy a estar cantando hora y media y Mónica [Naranjo], cinco minutos", sentenció en la presentación del recital con el que la de Granada abre esta noche, a las 20:30, las puertas del Maestranza en esta segunda semana de la Bienal. Como mucho se ha hablado estos días entre los aficionados sobre la sorprendente colaboración especial de Mónica Naranjo en este espectáculo es mejor explicar que es la amistad lo que mueve a estas dos mujeres que se conocieron en el programa de entrevistas de Joaquín Petit hace algún tiempo. Los lazos comunes -la familia de Naranjo es de Granada- y la admiración mutua han fraguado en colaboraciones de ida y vuelta: Marina participará en el próximo proyecto de la diva del pop, Lubna, y ésta pisará las tablas del teatro sevillano para acompañar a la artista rescatando uno de esos himnos inmortales del genial Bambino, uno "de los cantaores de cabecera" con los que la que fuera una de las protagonistas indiscutibles de la pasada Bienal ha dibujado el mapa sonoro de su vida.

Porque es el cante y sus maestros -los suyos, los de Marina, unos indiscutibles de la Historia, "otros "están alejados de tu estilo pero son los que los escuchas una vez y ya te pegan un latigazo dentro"- el que protagoniza un concierto titulado A mi tempo, nombre también del disco que próximamente vendrá a confirmar, si es que hace falta, a la cantaora como una de las voces más sólidas del panorama actual. "El repertorio procede de cantaores que entre sí no tienen nada que ver, unos son fáciles de escuchar, otros cuesta más aprender sus cantes.... Pero, de una forma u otra, han marcado mi aprendizaje y mi trayectoria", explica la intérprete. Influencia legada desde la cuna, como la de su padre Jaime Heredia El Parrón; o a través de esas presencias que han estado siempre ahí, caso de Enrique Morente -"está en mi vida antes de tener uso de razón, escucharlo es como escuchar a mi padre por soleá"- o esos flamencos a los que ha acudido una y otra vez como un bálsamo: La Paquera, Chocolate y Camarón, "sobre todo, Camarón". Pero también esos otros cantaores que vienen a llenar su vida de letras con poso, de quejíos y melismas de antaño. "Corruco de Algeciras no era un cantaor que yo tuviera a mano, pero la milonga que voy a cantar es de él, la escuché y se me quedó clavada. Y como eso todo, el cuplé de Adela La Chaqueta, la caña del Gallina... ", comenta la granadina sobre los temas que intepretará arropada por un tridente al toque de excepción: José Quevedo El Bola, Diego del Morao y Miguel Ángel Cortés.

Si acaso faltaran nombres propios en esta velada, Marina se acordará también de uno de esos flamencos tan añorados por su cante como por su carisma, "el tío Chano", Chano Lobato. Y lo recordará de la mano del coro de Carnaval de Luis Rivero. Con ellos, explica la intérprete, "se hermanarán los tanguillos de Cádiz con los de Graná", será, adelanta, "un apartado muy divertido" de un espectáculo dirigido y pensado por Hansel Cereza, responsable de dar coherencia a una propuesta que cuenta con casi 40 personas sobre las tablas.

No parece que vaya a sentirse sola Marina en el inmenso escenario del Maestranza, un teatro mucho más exigente con el flamenco porque la gente no está tan cerca, no se recibe ese calor que emana del patio de butacas del Lope. "Me da más miedo el marco, la Bienal, que es la crème de la crème, que el espacio. El Lope de Vega tiene un aura, entras allí y hay arte", opina la cantaora sobre el edificio del 29. La primera vez que pisó el Lope fue acompañando el baile de Yerbabuena en el año 98; la última, en la Bienal de 2010, con un rotundo éxito, y con Farruquito y Parrita como invitados. Hoy otro espacio, otros nombres. Y Marina.

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