Bienal de Flamenco

De Triana a Alcalá

  • Esperanza Fernández y Javier Barón estrenan hoy 'Arrabales'.

Hay artistas condenados a encontrarse. Es el caso de Esperanza Fernández y Javier Barón, dos intérpretes merecedores por sí solos de un escenario para una noche grande en la Bienal, que han decidido, por primera vez, unir sus talentos en la producción de Arrabales, uno de los estrenos absolutos de esta edición -esta noche, a las 20:30 en el Lope de Vega- que más rápidamente ha agotado las entradas. "Buena señal de que el espectáculo interesará a los programadores", apuntó Rosalía Gómez, que explicó que la apretadísima agenda de Fernández -que participa en El amor brujo con el que el Teatro de la Zarzuela de Madrid ha inaugurado la temporada- ha impedido programar Arrabales más de un día y en un escenario mayor.

Y se llama Arrabales porque es la esencia, las formas, los sonidos, la vida que bullía -en pasado, porque mucho de esto ya se perdió- fuera del centro lo que han tratado de rescatar en esta propuesta en la que ha colaborado José Luis Ortiz Nuevo y que dirige David Montero. Es Montero, encargado también de diseñar escénicamente este arrabal que se traslada al edificio del 29, el que define la intención de este montaje que tiene -adelantaron sus responsables- "la vocación de tener vida, de girar por más teatros": "El flamenco fue una música y una danza de arrabales, de allá donde los pobres se juntaban con los rebeldes, de donde paraban los recién llegados del campo... Flamenco inventado para espantar la jambre o para compartirla allí donde terminaba la ciudad".

Y arrabales son Triana y Alcalá: el primero el barrio en el que se mece la infancia y la juventud de Esperanza Fernández, y el segundo, la cuna de Barón y la parada obligatoria que el cante hace por soleá. "Estuve dándole vueltas a qué me podía unir a Esperanza y el resultado es en verdad un encuentro, un repertorio nuevo, no recitales individuales", explica el Premio Nacional de Danza en 2008 que trae a la memoria cómo ambos compartieron profesor de baile, el maestro Pepe Ríos. "Aunque nunca llegamos a coincidir en la misma clase y además yo pronto me di cuenta que mejor me dedicaba a otra cosa porque el baile no era lo mío", recuerda sincera Esperanza. "Mi padre le cantaba a Javier siendo un niño y en mi casa le hemos tenido un cariño especial y siempre supe que en algún momento de mi vida trabajaría con él", presume una de las voces más prodigiosas del cante actual.

Un encuentro que es tan real que no han querido cargar el atrás más que de lo esencial para dotar la obra de la intimidad de aquellos corrales: a la guitarra estará Salvador Gutiérrez, la percusión de José Carrasco, las palmas de Bobote y como colaboración especial la corneta de llave de Kini Triana, uno de los sonidos propios de la Semana Santa en la otra orilla, del gran arrabal de Sevilla.

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