Andalucía

El urdidor de la victoria de Rajoy

Alfredo Pérez Cano fue uno de los albañiles que comenzó a construir el edificio administrativo de la Junta cuando ésta era poco más que el palacio de Monsalves de Sevilla adornado con una bandera blanca y verde en el balcón. Fue ingenioso de acción y profesión -ingeniero-, viceconsejero en varias ocasiones, fontanero de estrategias políticas y, en sus últimos años, antes de que la parca se lo llevara, presidente de la Caja de Ahorros de San Fernando, aunque su mayor acierto fue concentrar en una única palabra el acoso al que Manuel Chaves fue sometido entre 1994 y 1996: la pinza. Un concepto que, casi una pócima, transformó a un presidente humillado en un hombre tranquilo, una suerte de antihéroe a lo Capra que, expulsado de su casa oficial por un Parlamento cuasi revolucionario, ganó las elecciones por la simpatía que levantan los derrotados en Andalucía. Fue entonces cuando Javier Arenas perdió su oportunidad, cuando se embriagó de aquella teoría de las dos orillas, parida entre la IU del dogmático Anguita y el soberbio Rejón con los mismos fedejotas que ahora han querido echar a Mariano Rajoy de Génova.

El éxito del PP andaluz han sido los ayuntamientos; su fracaso, el Gobierno autonómico. De la pinza -ya es un clásico- se volvió a hablar el jueves en la sesión de control al Gobierno andaluz. Pero esta vez fue Javier Arenas quien acusó al PSOE de ejercerla en los ayuntamientos de Sevilla, Córdoba y Jaén, donde hoy gobernarían alcaldes populares de no ser por los pactos con IU. "Pinza -dijo- es la que le habéis hecho a Zoido en Sevilla y a Nieto en Córdoba". Estuvo bien traído, pero confundió el legítimo pacto democrático con la pinza, que es justo lo contrario: ésta es una suerte de estrategia de desgaste cobardona porque los conspiradores no se atreven a dar la cara, por eso lo son, porque ni comen ni dejan comer. En definitiva, que es con una pinza con la que también han intentado apachurrar a Mariano Rajoy, de un lado los fedejotas y, del otro, ¿quién?

Rajoy ya ha ganado el congreso del fin de semana próximo con el mérito añadido de que no hay marianistas. Y ha ganado este primer asalto gracias a que Javier Arenas se conjuró con Camps, y es posible que también venza el segundo, el de la proclamación de la candidatura del Gobierno, porque hay quienes mantienen en el PP que la estrategia pasa por cambiar de líder antes de las próximas generales, con lo que esta nueva Ejecutiva se encargaría de conducir el partido por una senda bajo control hasta que, finalmente, se descubra el tapado, un nuevo candidato a las generales. O no, que diría Rajoy: los estrategas manejan las encuestas como los pescadores los partes meteorológicos, y aquí el patrón seguirá siendo Rajoy mientras no se lean los resultados de las gallegas, vascas y europeas.

No parece que Javier Arenas esté orgulloso de la etapa de la pinza, y sí de los ayuntamientos. El líder del PP andaluz llegará a Valencia con los votos de la delegación más numerosa y como el urdidor de una estrategia que parece echa a su medida. Claro, ha perdido tres veces contra el mismo candidato, Manuel Chaves y si su vocación política no tuviera el mismo aguante y flexibilidad que un buen cinturón de Ubrique ya se habría marchado. Es correoso, pero su partido ganó las pasadas elecciones municipales por número de concejales en todas las capitales andaluzas. Y tanto en el PP como en el PSOE saben que los populares han extendido su hegemonía urbana y litoral a una segunda línea de costa, a otras ciudades medianas donde también subieron bastante en las pasadas elecciones generales y autonómicas del 9-M.

Arenas, además, de incombustible, es un tanto martillo pilón, término que acuñó a tal efecto un amigo del citado Pérez Cano, el hoy vicepresidente Zarrías. Todos los viernes termina en Almería, que no es que esté lejos, porque está donde debe estar, pero es cierto que queda un poco a trasmano de alguien que suele dormir en Sevilla. El presidente del PP aseguró a este periódico que Andalucía tendrá bastante peso en el nuevo Comité Ejecutivo de Rajoy, aunque está pendiente de si él ocupará una de las tres o cuatro vicesecretarías generales. "Si me quita demasiado tiempo, no podré ir", explicó Arenas, aunque otros dirigentes de su partido explicaron que es uno de los posibles candidatos. Todo dependerá de quién vaya a ocupar la Secretaría General del PP: si es un hombre o una mujer que se dedique plenamente a ello, los vices estarán más liberados, pero si es como Acebes -explica otra fuente- habrá trabajo que repartir, y no es que el secretario saliente no fuera querido en este partido, pero, al menos en privado, se reconoce que su capacidad de organización no fue demasiado buena.

En el PP admiten que hasta el jueves e, incluso, hasta que comience el propio congreso, no se conocerá el equipo de Mariano Rajoy. Pero sí dan por hecho que Arenas repetirá como candidato a la Junta en el año 2012. "Nuestro plan es repetir, con ganar uno más en cada una de las provincias, obtendríamos la mayoría absoluta, algo que antes era imposible, porque pensábamos que sólo podríamos llegara gobernar con el PA", mantuvo un dirigente popular. En el PSOE, como en el PP, conocen que la valoración de la opinión pública de Arenas frente a Chaves deja al primero en franca desventaja, pero también son conscientes de que no pueden minusvalorarlo. Si al presidente de la Junta le pesan los años de gobierno -no la edad-, a Arenas, sus años de intento. Y Chaves se lo piensa; el otro ,no.

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