Andalucía

El teorema de los 'gastaos'

UN partido es un grupo político que nace desgajado del todo para tomar parte por un pretendiente al trono, implantar una ideología o mejorar las condiciones de una clase social, y muere cuando se divide en infinitos trozos hasta conformarse como un conjunto de unidades aisladas. IU va camino de eso: están los críticos, los del PCE duro, los del blando más los verdes de temporá, de tal modo que acabarán reducidos a la invidualidad. Los únicos remedios contra la desagregación son la fe ideológica, el empuje del líder o el reparto del poder. El PP está escribiendo páginas enciclopédicas. Claro, que también se retiran los políticos, normalmente por agotamiento electoral.

De los últimos cuatro presidentes de Gobierno que ha tenido España, dos se fueron así: a Suárez lo quitó su partido, pero siguió en el CDS hasta que se diluyó en las urnas, y González, que quiso irse por vez primera en 1988, aguantó hasta 1996. "Yo soy el problema y soy la solución", repetía, hastiado, a su partido. Calvo Sotelo apenas consiguió su acta de diputado por Madrid en 1982 (y fue de número uno) y Aznar, el invicto, legó a Rajoy el peso de la guerra. "Yo no he perdido las elecciones", le corrigió altivo a Juan Pedro Valentín en Tele 5 en su primera entrevista después del batacazo del 14-M. Alfonso Guerra, que supo irse en dos ocasiones, es el único diputado que sigue en la Carrera de San Jerónimo desde 1977. Y no se agota.

Esta semana se ha ido, a la universidad, el matemático Javier Torres Vela. Volverá a otro tipo de paradojas. Fue consejero de Cultura, presidente del Parlamento andaluz durante dos legislaturas, miembro de la ejecutiva federal del Partido Socialista y, en estas últimas horas, portavoz en la oposición en el Ayuntamiento de Granada. Esto ya es duro de por sí, pero además no fue nombrado senador por designación autonómica y algunos de sus concejales habían comenzado la huida hacia mejores puestos en la Junta. Así que se permitió unos cuantos minutos de gloria a lo Warhol y anunció que se marchaba. Desgastao. "En el PSOE deberíamos reflexionar; no podemos poner gente de tanta altura en los ayuntamientos porque si pierden, no aguantan en una oposición municipal; hay que buscar a la gente joven", reflexionaba un parlamentario esta misma semana. Rafael Román, que antecedió a Torres Vela en la Consejería de Cultura, cumplirá un tercer mandato en la oposición a Teófila Martínez en Cádiz, pero su escaño en el Congreso le endulza el trabajo.

Torres Vela fue víctima de la división interna de su partido, pero incluso de eso se reponen los políticos si aguantan la travesía. Lo definitivo son las urnas. Por reducción al absurdo: si fuese alcalde de Granada, no hubiera dimitido. Fue borbollista cuando éstos duraban lo que un palomo en un campo de tiro de pichón. Eran tiempos en los que una simple conversación con José Rodríguez de la Borbolla durante una copa valía para que el interlocutor también fuera defenestrado. Y esto es cierto: sufrió una soledad cobarde. Luego llegó Manuel Chaves en 1990 y comenzó a rescatarlos, al mismo Torres Vela o a Gaspar Zarrías, que estaba arrumbado en el Senado. Torres Vela aspiró a suceder a Chaves. Lo pretendió en varias ocasiones, o gentes cercanas a él lo auparon a ello. Pasado el congreso federal que ganó Rodríguez Zapatero, hubo un amago de alternativa liderada por José Asenjo, pero Madrid lo desautorizó. Ahí también estaba José Mellado en Córdoba y algún que otro importante cargo de Sevilla que sigue agazapado como un perdigón debajo de un lentisco.

Si alguien aspira a suceder a Manuel Chaves, cabría darle un consejo: que no se note, porque, incluso con la simpatía del presidente de la Junta, se le truncará el camino: María del Mar Moreno, por ejemplo. Es como un maleficio, cuanta más gente miraba a Magdalena Álvarez, más antipática se volvía entre el electorado. Y lo que es peor: ella encantada.

El próximo fin de semana el PSOE reunirá sus congresos provinciales para elegir a los representantes que irán al congreso federal (del 5 y 6 de julio) y al regional (del 12 al 13 de julio). Debe ser entonces cuando los críticos de Sevilla, Almería y Málaga presenten listas alternativas para comenzar a diferenciarse de cara a los congresos provinciales definitivos (19 y 20 de julio), de los que saldrán los nuevos secretarios locales. En Málaga habrá dos listas; en Almería casi también, aunque los de Martín Soler ganarán y en Sevilla se espera a que Demetrio Pérez y los del Ayuntamiento presenten cara a los oficialistas de Viera.

Pero la incógnita está en el congreso regional, y en especial en si Manuel Chaves cederá la secretaría general a Luis Pizarro, su actual secretario de Organización. Hay quien opina en el Gobierno andaluz que Manuel Chaves no debería de dar ese paso porque estaría dando una muestra de que en el año 2012 dejará de ser candidato, y eso fomentaría las luchas internas y lo harían débil. Pero hay muchos en la organización del partido que mantienen lo contrario. Que Pizarro debe seguir dirigiendo el partido con el título de secretario general para que sea éste -el PSOE- y Manuel Chaves quienes decidan si vuelve a presentarse a otras elecciones. Porque ésta no es una decisión tomada, ni lo estará, posiblemente, hasta dentro de dos o tres años: el PSOE buscará un buen sucesor, pero si éste es del PP, convencerán a Chaves para seguir. Pizarro, por otra parte, es el único del entorno de Chaves (a excepción de Griñán, en el Gobierno) que carece de más ambiciones políticas. No va a sufrir el síndrome del presidente de caja de ahorros. Tan cierto como que el PSOE no ha decidido aún si Chaves será secretario general lo es que Pizarro es el único que podría sustituirlo.

Lo de la sucesión es un manejo de tiempos. Chaves es consciente que gobierna desde 1990, y que eso es lo que más pesa en su valoración, pero enfrente tiene -como se vio el jueves en el Parlamento- a un jefe de la oposición, Javier Arenas, cuyo principal ataque fue acusarle de que estaba "gastao". Ni a Fernando VII se las ponían así: "No me hable, usted, de gastao, señor Arenas". Tres, y las tres perdió, aunque Arenas va resistiendo al paso del tiempo y al de las urnas. Esto si que va ser un juego matemático: ¿Ganará el primero en autoeliminarse?

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