Pablo Carbonell

"Que me perdonen los puristas, pero yo estoy hecho así"

  • Carbonell adelanta que no simulará ser quien no es en su "saludo a Cádiz" de esta noche en San Antonio

"Qué tal. Vaya día largo que me espera hoy, así que creo que me voy a pedir una botella de agua..." Pablo Carbonell se presenta a nuestra cita con ese halo suyo de nota discordante, de inadaptado, de despistado eterno. Entra en el taberna como el que llega por casualidad y aún está dudando entre si alcanzó su destino o si está a tiempo de salir corriendo. Pero ese estar y no estar que descoloca en un primer momento es sólo una pose de entrada. Pronto abre la sonrisa, se abraza al dueño del establecimiento y amigo de la infancia, y pide una mesa para poder hacer la entrevista tranquilos. ¡Y agua! Otra trampa. Su amigo le reconviene y se deja hacer. "Venga, ponme ese oloroso".  Nos sentamos, ya con un buen caldo por delante, y charlamos. Pablo Carbonell, el artista gaditano que hoy realizará el pregón del Carnaval 2016, nunca contesta a la ligera, nunca sabes cuándo está en broma y cuando está en serio y nunca toma el nombre de Cádiz en vano. "Dime, ¿qué quieres que te cuente?":  

 

-Bueno, de vuelta ya por aquí, Pablo. ¿Se ha estado quedando en su casa de Cádiz?

-Pues qué va, en mi casa de aquí no porque se la he dejado a Los Toreros. Es que para hacer mis tareas necesito mucho silencio, necesito encontrarme para ir hilando el pregón. Hoy mismo (por el pasado martes) he mandado una primera versión definitiva al Ayuntamiento, no sé, por si les gusta y eso... Digo primera versión definitiva porque desde hoy hasta el día del pregón (hoy mismo) lo reescribiré 6 o 7 veces. Todo es susceptible de cambio hasta que no lo suelte. De hecho, esta tarde he quedado con unos cupleteros y de ahí saldrán más cosas... 

 

-¿Qué es el pregón de una fiesta como el Carnaval?

-Un ejercicio de ecuanimidad.  

 

-Pero, ¿eso existe? La ecuanimidad, digo, en algo tan emocional como esta fiesta...

-Bueno... Lógicamente, no. No existe la ecuanimidad porque uno se ve limitado por lo que es. Seguro que se van a quedar muchas cosas en el tintero, que todo el callejero de Cádiz no cabe en un pregón, ni todas las expresiones, ni todos los nombres... Pero intentaré ser ecuánime con todo eso.

 

-¿Ha pensado en algún instante desde su nombramiento eso de 'en dónde me he metido yo'...?

-A ver, desde luego es innegable que esto es un follón gordo pero lo estoy disfrutando muchísimo. Quizás, al comienzo de todo, cuando tuve que planificar lo que quería hacer, de qué iba a ir la cosa... Ahí estaba al borde del abismo. Pero una vez que hice el armazón, y decidí qué personaje de los que habitan dentro de mí me iba a acompañar, ya me sentí más tranquilo.  

 

-¿De qué irá disfrazado?

-Te digo una cosa, la idea del disfraz no me seduce mucho y eso que sé que el disfraz es una gran oportunidad para ser uno mismo. Yo, como gran inseguro que soy, tengo mis disfraces habituales, así que seleccionaré los más bonitos para lucirlos en San Antonio e, incluso, alguno de estreno... Vamos, que iré de mamarracho desinhibido que siempre se me ha dado muy bien.

   

-En marzo saca su libro de memorias, del que ya hay espectáculo, ¿poner en orden esas ideas para el libro le ha ayudado a la hora de hacer el pregón?

-No de hacerlo pero sí de tener un borrador a mano a la hora de pintar Cádiz, mis recuerdos de Cádiz.  

 

-Hablaba antes de los personajes, ¿cuál, o cuáles de ellos, es el que se subirá, o subirán, a las tablas de San Antonio?

-Los personajes son unos escondites estupendos. Por ejemplo, cuando salgo con Los Toreros Muertos a cantar salgo como el boxeador que ha ganado el cinturón de campeón del mundo y, poco a poco, voy perdiendo capas y aparece el que yo soy.  

 

-¿Quién es?

-Un tío muy cercano que va con el corazón en la mano. Un buen compañero de barra. 

 

-¿Ese es el que estará?

-Mmmm... Sí, yo creo que sí, que ese se subirá al escenario de San Antonio. Lo que sí te digo es que no seré quien no soy. No me he esforzado en recuperar para el pregón el carnaval auténtico porque no tengo ninguna posibilidad en ese terreno. Yo no sé cantar un cuplé, no sé hacerlo, pero yo sé lo que es Cádiz porque lo he llevado dentro. Que me perdonen los puristas pero yo estoy hecho así, no puedo trastocarme, no puedo dejar de ser quien soy en mi saludo a Cádiz que para mí significa mucho porque quiero a esta tierra, siempre la he querido, y nunca la he olvidado. Pero eso no quiere decir que vaya a simular que soy caletero. 

 

-Hombre ya, pero los compases de la tierra estarán, ¿no? El pito no le es nada ajeno, lo introdujo hace años en sus canciones.

-Claro eso sí, y antes del kazoo ya llevaba yo el peine con papelillo, que me acuerdo una vez que mi padre me cogió un librillo de papeles y le tuve que dar un concierto de peine con papelillo para convencerle de que no fumaba... 

 

-Adelánteme algo del pregón, ¿no? Líneas generales, algún nombre de invitados...

-Qué va, qué va... Para que cause el efecto necesario todo tiene que ser una gran sorpresa... 

 

-¿Ha visto algunos de los pregones anteriores? Así, para inspirarse...

-Nunca veo a los teloneros (ríe)... No, en serio, creo que un pregón es algo profundamente personal y no creo que pueda ayudar ver el pregón de otro.

 

-Su lugar o su estampa preferida de Cádiz... 

-Cuanto más lejos de Salesianos mejor... (ríe) Pues te diré lo que a mí me gustaba más que era llegar a la muralla de Cortadura. Quizás es lo que más me gusta recordar de Cádiz, esa especie de muralla de contención, que me recordaba a algo mítico, a algo histórico, pero también mágico. No me he bañado yo veces en pelotas, como tantos otros colegiales, en esa calita que se formaba...  Era una aventura ir allí, era como  escapar del perímetro de seguridad de mis padres, era como un presagio de independencia, como eso que hacen los niños, ¿no? que dicen si llego hasta allí pues pasará tal... Yo lo que pensaba era, si llego hasta allí seré libre. Y el olor también me encantaba. Olía a libertad. Como diría Robert Duvall: "¡Me encanta el olor del napalm por la mañana!". Uy no pongas eso que queda pedante...

 

-¿Se parece el Cádiz que dejó al Cádiz actual?

-Al lado de mi casa había unas casitas bajitas, me cortaba el pelo por allí en una lechería, y mi padre, que se le ha ido la pelota, los otros días me tuvo dando vueltas por toda aquella zona, por todo lo que hoy es Isecotel, que ya tampoco se llama así, buscando una de esas casitas bajas para que me la comprara. Mi padre siempre ha soñado con que yo volviera a Cádiz a vivir a una casa cerca de ellos. Pues eso, ahí estuvimos dando vueltas, evidentemente, sin resultado alguna en busca de una casa que ya no existe... Con esto no te contesto creo... A ver, ya no es esa ciudad físicamente, claro, pero el carácter sigue siendo el mismo. Un carácter libertario.

 

-No sé... Puede ser que vivamos del mito. ¿Libertaria ya Cádiz...? 

-Créeme que sí. Cádiz es una ciudad de tránsito, por un lado, pero por otro es una ciudad a la que hay que venir expresamente. Y eso genera una corriente de pensamiento muy concreta y una manera no escrita de comportamiento. Y el que viene tiene también que respetar y adecuarse a esa compostura y, entonces, se disfruta mucho más la ciudad.

 

-Muchos ven a Cádiz casi como una isla espacio-temporal...

-Yo no siento la insularidad en Cádiz. No sé... Creo que es por algo que se escapa del subsuelo, los fantasmas de toda su historia que le dan una dimensión epicentral a Cádiz... Será la memoria del verdín, el alma de la piedra ostionera donde están cristalizadas todas sus vidas pasadas... Es una ciudad hecha de mitos, de señales y que canta su fantasía... No puedo ver insular a una ciudad así llena de canales donde evidenciar la libertad de expresión.

 

-Un Carnaval que recuerde con especial cariño...

-El Carnaval que vine a tocar con Los Toreros Muertos, hace, no sé, como 25 años... Fue un concierto en la plaza de la Catedral y te diré que el plan era tocar y ellos se iban luego. Al final la furgoneta se fue sola para Madrid (ríe), se quedaron todos. Vamos, el único que se tuvo que ir fue el chófer, y porque no le quedaba otra, llorando se fue el hombre.

 

-Defina en tres palabras a Cádiz

-En cuatro mejor: Cádiz, Cádiz, Cádiz y.... ¡Cádiz! 

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