Cinco llagas

Más madera, es la guerra

  • La escena se aclara. Moreno se va haciendo con el papel presidencial, Díaz no acepta el suyo de opositora, Adelante Andalucía truena contra PP y PSOE, Vox también y añade a Cs

Las sesiones de control al presidente de la Junta deberían suspenderse durante las campañas electorales. Hay demasiado teatro; se falsea hasta el doblaje. Todos sobreactúan, aunque alguno lo hace con modos tan contenidos que pudiera no parecerlo. Es el caso del portavoz de Vox, el abogado cordobés Hernández Valdés, que dice cosas tremendas con tono suave y educadas maneras. Este jueves soltó en su intervención, como quien no quiere la cosa, la carga de profundidad más potente de la sesión: afirmó que su grupo no cree en el Estado autonómico, ni en deudas históricas, y considera que los intereses andaluces están supeditados al interés superior de la nación española.

Sus palabras fueron contestadas ruidosamente desde los bancos de la izquierda, lo que permitió el letrado recordar que estaban ofendiendo a los 600.000 andaluces que votan a su formación. Esa cifra es la de las elecciones generales, muy superior a la de las regionales. Susana Díaz, visiblemente incómoda en su intercambio con el presidente Moreno, tuvo un traspié importante cuando intentó sacar petróleo del alegato de Alejandro Hernández. Le preguntó al presidente si el PP iba a mantener sus acuerdos con Vox después que este negara al Estado autonómico. Entonces le reprochó a Moreno que no había llegado a San Telmo por el voto de los andaluces, "sino por el voto de la extrema derecha". Como si los 400.000 ciudadanos que votaron a Vox el 2 de diciembre no fuesen andaluces...

Díaz afirma que el paro baja en Andalucía desde hace 21 trimestres: sus cinco años en San Telmo Juanma Moreno ningunea a Susana Díaz con el mismo guión que ella usaba contra él

Su empecinamiento en negar derechos políticos a esos electores no ha hecho más que reforzar a los ultranacionalistas. Los socialistas están empeñados en poner el foco en Vox. Respiran por la herida, porque ayudaron a destronar a Díaz. Pero le hacen una propaganda preciosa: en los cinco meses que van de principios de diciembre a final de abril, el partido de extrema derecha ha aumentado sus votos en un 50%.

En su airada discusión con Juanma, Susana tuvo mejores momentos. Por ejemplo cuando se mofó del entusiasmo con el que el presidente ha tratado estos días atribuirse el mérito de la bajada del paro andaluz en la última encuesta de población activa. "Sólo le ha faltado dar una fiesta en San Telmo". La cita nostálgica puede que fuese dolorosa, por el recuerdo al palacio desde el que gobernó con suficiencia durante más de cinco años. Pero lo cierto es que ahí le dio un buen golpe a su adversario. Incluso se recreó en la interpelación: "¿Sabe usted cuántos trimestres consecutivos lleva bajando el paro en Andalucía?". La pregunta era retórica, porque enseguida vino la respuesta: 21 trimestres. O sea, cinco años, sus cinco años.

Moreno prefirió evadir una respuesta y decidió atacarla por lo personal. La ninguneó como ella hacía con él en la pasada legislatura, siguiendo idéntico guión, sólo que con el papel de los actores cambiado. La misma película. Le dijo que no termina de encontrar su lugar, que no se asienta en la oposición. En su primera intervención Díaz le había pedido rigor y seriedad para no presumir de buenos datos económicos que ella considera "herencia recibida", pero en su segundo turno, visiblemente airada, se puso en el papel de agraviada ex presidenta, reclamó decoro en el trato a una jefa de la oposición que había ganado las elecciones, y exigió que dejara de faltarle. Tensa y ofendida: la paradoja es que Moreno es un buen alumno de su estilo.

El presidente y su antecesora se enredaron un rato sobre el presupuesto de la región para 2019. Previamente, en el acaramelado baile de salón que Moreno se pega cada quince días con los portavoces de PP y Cs, Nieto&Romero, había explicado que el presupuesto va a ser de 36.465 millones con un incremento de 1.700, un 5%. Y también había añadido una ironía: que "la derecha mala" ha hecho las cuentas más sociales de la historia de Andalucía. Díaz le dio un hachazo a tan idílico minué. Preguntó por qué no se han presentado antes de las elecciones esos presupuestos si son tan buenos. E introdujo, de nuevo, a Vox en escena: presupone la jefa socialista que debe haber un pacto oculto inconfesable con Vox. Una pedrada.

Moreno le entró al trapo. Incluso podría decirse que le ganó el debate. Estuvo más sereno. Da la impresión de que él se está haciendo con más rapidez al rol de presidente que ella a su papel de jefa de la oposición. Esta tendencia seguirá mientras que ella lo siga mirando como a un usurpador. O hasta que se solvente su sustitución o no al frente del socialismo andaluz.

Pero el presidente no se olvidó de devolver los golpes. No estuvo especialmente original, tiró de manual. Contra el reproche de connivencia del PP con la extrema derecha, le recordó a Díaz que su secretario general Sánchez llegó a La Moncloa con los votos de los separatistas catalanes y los amigos de Batasuna. Un manual que en la jornada de este jueves podría haberse ahorrado: los separatistas impidieron el nombramiento de Iceta como senador por Cataluña y el Ministerio del Interior dio caza a Josu Ternera...

Ángela Aguilera, de nuevo titular de Adelante Andalucía, fue como un huracán. Vociferó, mitineó como ningún otro. Y no dejó títere con cabeza. Dijo que las políticas activas de empleo han sido un desastre en Andalucía hasta ahora, un escándalo, por su mal uso y su mínimo impacto en el mundo laboral. Añadió que habían sido el agujero negro de la gestión de Susana Díaz en la Junta. Y se mostró pesimista sobre cualquier cambio en el futuro. Vaticinó que la región pasará de las redes clientelares rojas a las azules.

Moreno intentó calmar el tono de la discusión, sin éxito. Anunció la convocatoria de dos cursos de formación para ocupados y desempleados. Aguilera tronó contra él: ¡me está vendiendo humo! Ella le espetó que las privatizaciones, la liberalización fiscal y la liberalización laboral son la santísima trinidad de las políticas del PP. Y él le contestó que le dijera un régimen comunista que fuese un modelo de libertad, progreso y empleo.

Como Aguilera, Hernández, con buenos modos y torcida intención, también le metió el dedo en el ojo a PSOE y PP a la vez. Sostuvo que la deuda histórica la reclaman cuando en Madrid gobierna el otro partido. Y ninguno discute los cupos vasco y navarro. Sí lo hace Ciudadanos, pero Hernández también tenía madera para ellos: el partido color pomelo. Un ninguneo menor, comparado con los de Moreno y Díaz.

Menos mal que ya se acaba la guerra electoral. En campaña , a los debates se los comen la propaganda profesional y el teatro aficionado.

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