Andalucía

La legislatura cambia de rumbo

CUANDO Manuel Chaves tomó posesión el pasado 18 de abril en aquella ceremonia que anticipaba un retiro venerable -la nieta, en sus brazos-, pocos podían anticipar que la legislatura se le fuera a complicar de tal modo. Aunque la crisis feroz aguardaba bajo la piel del cordero de la desaceleración, el presidente contaba con la mayoría absoluta del Parlamento, pensaba dejar a Luis Pizarro las riendas del PSOE andaluz como secretario general y el nuevo Gobierno iba a contar con una estructura bicéfala, muy bien armada, donde la novedad la representaba el vicepresidente económico José Antonio Griñán, que de algún modo arrancaba poder a Gaspar Zarrías, teórico y eterno número dos del Ejecutivo.

Y es que ni el mismo Chaves podía imaginar antes del verano cuál iba a ser la magnitud de la recesión y, en especial, la de la principal consecuencia de ésta: la destrucción de empleo. Pocos meses antes de las vacaciones del estío, el presidente confiaba en que la economía andaluza volvería a crecer al 3% a finales de 2009.

Pero no, la legislatura va a ser mucho más complicada, y éste va a ser un año muy difícil para Manuel Chaves y su Gobierno. Como para tantos otros en el resto de España, se podría argumentar. Sin embargo, en Andalucía el paro pega casi más que en ningún otro sitio y las tasas de desempleo se van a aproximar peligrosamente a la barrera del 25% a lo largo de los próximos 12 meses. Con este dato no cabe duda de que el líder del PP andaluz, Javier Arenas, va a encontrar una palanca para incrementar la fuerza de su oposición. El portavoz nacional del PP, González Pons, lo ha revelado claramente cuando comentó esta semana que "la única encuesta que interesa es la de la Población Activa". Es decir, la EPA.

Los datos del paro del mes de diciembre, que saldrán en unos días, van a ser malos. Noviembre cerró con 707.749 desempleados andaluces apuntados en las oficinas del Inem y la última EPA, la del tercer trimestre, cifraba la tasa de paro en el 18,33%. Las previsiones que se manejan en la Junta es que pronto se alcanzará el 20%, y es posible que a lo largo del 2009 se llegue al fatídico 25%, una cifra que sería insostenible en otros países. A ello hay que añadir que en primavera muchos desempleados comenzarán a agotar el subsidio. Si Andalucía es capaz de soportar estas cifras sin contestación social se debe a la amplia red de ayudas públicas que sostienen al desempleado mucho tiempo después de se le haya acabado el paro.

No obstante, hay que realizar una importante matización: en nuestra comunidad autónoma no se está destruyendo empleo a mayor ritmo que en otras regiones -de hecho, el sector de la construcción parece haber encontrado un suelo firme después de la primera sangría-, sino que la incorporación de gentes sin empleo anterior al mercado de trabajo es tan alta aún que sigue asombrando a los expertos. De ahí, que las cifras se puedan dispararse hasta ese temible 25%.

De ser así, Andalucía retornaría a un escenario parecido al de los años noventa, aunque no tan grave. La legislatura 1994-1996, la de la pinza, fue la peor de Manuel Chaves: el PP e IU casi le gobernaban desde el Parlamento; en su partido, los guerristas ansiaban su caída casi tanto como Arenas; el último Gobierno de Felipe González decretaba el cierre de los astilleros de Cádiz (después dio marcha atrás), y la tasa de desempleo alcanzó su máximo en 1995 con un 33%.

No, éste no va a ser un año tan malo para el presidente, aunque sí será cuando compruebe si las políticas que ha puesto en marcha contra la crisis dan resultados. Éste es su gran reto. Básicamente, el Gobierno andaluz confía en dos planes para aliviar la destrucción de empleo. El primero, el Plan de Vivienda del consejero Juan Espadas, dotado de una financiación de 9.550 millones de euros, que debe comenzar a notarse a finales de primavera. Y el segundo, el plan de obras en los municipios, que regará los pueblos y ciudades andaluzas con 1.400 millones de euros.

Pero estas medidas, aún siendo considerables, son paliativas y siguen sin entrar en el corazón del problema, que no es otro que el de diferencial de desempleo que Andalucía guarda con España incluso en tiempos de bonanza. Éste es el síntoma de las deficiencias estructurales que todavía aquejan a la economía andaluza, el verdadero reto del partido que ha gobernado la comunidad autónoma desde su fundación como tal.

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