Andalucía

El horror de la tragedia golpea a un pueblo conmocionado

  • Los familiares y vecinos no tienen respuesta para esta barbarie

A Laura y Juan Pablo, los hermanos asesinados presuntamente por su padre, la vida se les había puesto cuesta arriba hace siete meses cuando perdieron a su madre, una mujer "buena", según atestiguaban ayer sus propios vecinos. Perplejos y horrorizados, estos se paraban al lado del número 70 de la calle San Sebastián, en Ubrique, para mirar con sus propios ojos la cruda realidad. O pasaban de largo, para esquivar a periodistas y cámaras de televisión, apretando el paso con la rabia contenida en sus caras, ante la presencia de un cordón de la Guardia Civil, una ambulancia para aliviar la crisis de ansiedad de algún allegado y los servicios de limpieza municipales, que se afanaban en quitar el rastro de sangre en los exteriores de la vivienda dejados por el padre en su huida hacia el monte. Eran las doce de la mañana y aún el padre de las víctimas no había sido localizado desde que cometiera los asesinatos a las cinco de la madrugada. Estaba herido. Pero conocía el monte, decían algunos, por su afición a la caza. La Guardia Civil le estrechaba el cerco. Era cuestión de tiempo.

A Juan Pablo, de 16 años, que cursaba Primero de Bachillerato en el instituto Las Cumbres, lo recuerdan como "un niño educado" en un comercio al que acudía cercano a su casa para hacer algún recado. Su hermana, Laura, de 20 años, se había hecho prácticamente cargo del menor, junto a otros familiares, tras el fallecimiento de la madre. Ella había cortado sus estudios universitarios en Sevilla por falta de dinero y llevaba poco más de una semana trabajando en un supermercado cercano a casa para tirar hacia delante económicamente. Según fuentes municipales, los Servicios Sociales del Ayuntamiento eran conocedores de la situación económica de los hermanos , que habrían recurrido a ellos y al Juzgado por la disputa que mantenían con el padre por la vivienda. "Los niños eran muy educados. Y su madre una buenísima persona, que había padecido de nervios", resaltaban algunos conocidos ante la desolación por la tragedia. También, matizaban que el presunto asesino era una persona en "apariencia fría", pero jamás se les hubiera pasado por la cabeza que fuera el autor de esta tragedia. Según fuentes policiales, no consta ninguna denuncia contra él por agresión ni cuenta con antecedentes penales.

En el supermercado al que debería de haber acudido ayer Laura para trabajar, la conmoción se hacía notar. Sus empleados no quisieron hablar de la joven a requerimientos de la prensa. Demasiado estupor había en el ambiente. Algunas vecinas, con bolsas de mandados en las manos, contaban que los hermanos vivían en el domicilio familiar con el padre, que estaba compartiendo su vida con su actual pareja, cuya relación no era del agrado de las víctimas. "Al parecer él quería meterla en la casa y los hijos no lo aceptaban", se rumoreaba. Hay que recordar que una de las pesquisas con las que trabaja la investigación del caso sobre la pelea que desencadenó la tragedia apuntan a la disputa entre padres e hijos por la vivienda familiar.

También en el instituto Las Cumbres, donde cursaba estudios Juan Pablo, la noticia cayó como una losa. El chaval era nuevo en este centro educativo donde cursaba Primero de Bachillerato tras haber superado Secundaria en otro colegio del pueblo.

Por su parte, un tío político de los dos hermanos fallecidos, José Morales, aseguró que "nadie" en la familia podía pensar "ni remotamente" que "esto pudiera ocurrir". Y explicó que "a lo sumo" el padre de los jóvenes podría haberse "exasperado" en algún momento "al no haber comprendido que tenía que dar una manutención" a sus hijos.

El familiar de las víctimas dijo que una persona "unilateralmente" no puede decidir "poner a sus hijos en la calle" porque existe un compromiso que tienen "todos los descendientes" de "hacernos cargos de nuestros familiares" recogido en el Código Civil.

Ante la posible disputa que mantuvieran padre e hijos por la manutención y por la vivienda, el tío de los fallecidos añadió que "de una circunstancia nimia (en relación a la manutención) a lo que ha ocurrido hoy (por ayer) no tiene explicación". "Este hombre no se iba a quedar en la calle, ni con una mano delante y otra detrás, hubiera seguido con su vida normal y sus hijos hubieran seguido viviendo", manifestó, sosteniendo que no hay lógica para esta barbarie.

Asimismo, hizo hincapié en que no existía una herencia ni una cuantía económica que pudiera justificar este crimen. "Sólo ha hundido a dos criaturas que estaban haciéndose a la vida y él ha muerto civilmente", apostilló mientras seguía repitiendo que "no hay explicación racional ni psicopatológica".

De hecho, Morales aseguró que el presunto parricida "no era agresivo", aunque sí "frío" con sus hijos. "No mostraba sentimiento alguno", afirmó, y después añadió que, a pesar de ello, nunca había pensado que "pudiera cometer un acto delictivo como el que se presume que ha cometido". Ubrique vivió ayer uno de los días más luctuosos de los que se recuerdan en la memoria de sus habitantes.

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